Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 8: Todo sea por mi tarjeta

Dije que iba a cambiar de actitud pero no tengo idea de cómo hacerlo, es más, empiezo a creer que soy perfecta como soy pero luego recuerdo que estuve a punto de envenenar a Ra y se me pasa.

"Ma', no habría intoxicado al niño si ustedes me hubieran dado el perro que siempre quise en la infancia, los culpo encarecidamente de esto, pero bueno, nunca es mal momento para cambiar de actitud".

—Oye, ¿qué haces?— escucho la voz de Imri mientas escribo en mi celular, estoy acostada en la cama con Lobito, el niño todavía está durmiendo; no se despertó en toda la noche y para verificar que no haya pasado lo peor, le tomé varias veces el pulso y me fijé en su ritmo respiratorio.

Muchos al verme me podrían tildar de loca exagerada pero otros, resaltarían lo precavida que soy.

—Escribiéndole a mi mamá— suspiro mandando el mensaje.

—No sé mucho sobre tecnología humana, pero, ¿no se supone que tus mensajes se deberían marcar con doble cotejo?— señala haciéndome dibujar una mueca —Solo hay uno, si no mal recuerdo significa que está enviado pero no recibido; todos están así.

Oh vaya, pero qué observador... Es un metiche.

—Eh...— para no conocer mucho de tecnología, es conocedor de cómo funciona la aplicación —¡¿Se puede saber que haces en mi habitación?!— grito sentándome —Estás invadiendo mi privacidad, ¿no ves que estoy en baños menores?

—La pijama que tienes puesta lleva más tela que la ropa que sueles usar— achica los ojos —Solo vine para ver a mi hijo, si no lo tuvieras aquí, no te molestaría.

—Ajá sí— me levanto de la cama —Tienes la paternidad bien frágil— me pongo las manos en la cintura —Mucho hago al tenerte acá.

—¿Qué? ¿Cómo qué paternidad frágil?— ni yo sé, dije eso porque sonaba bien.

—Ah, pues, ya sabes— muevo las manos —Cosas de la vida.

—Podría matarte— apunta acercándose al pequeño y acariciándole el cabello.

Este hombre ya me tiene harta con la misma frase, ¿acaso es la única oración que se sabe?

—No te atreverías— cruzo los brazos con seguridad —A final de cuentas me cogiste cariño al igual que yo lo hice con Ra— no tengo dudas al respecto, lo tengo clarísimo —Ya te acostumbraste a mí.

—¿Disculpa...?— ríe con cierto aire burlesco que obviamente funciona para ocultar una gran verdad: él me quiere; si no hubiese sido así, hace años que se hubiera llevado al niño pero já, usa el amor que siente la pequeña criatura por mí como excusa. ¿Quién en su sano juicio no hubiera aprovechado una oportunidad tan grande como la de ayer? Me sentía tan mal que estaba dispuesta a entregarle a Ra sin objeciones, ahora primero muerta —¿Yo tenerte cariño? Por Dios, hoy amaneciste más chiflada de lo normal.

—Sí, como no—lanzo una risotada tomando mi toalla —Me iré a bañar, cuando vuelva espero que no estés aquí

—Pff— resopla con desgana saliendo de la habitación.

La verdad es que Imri no me cae mal, es gruñón e inmaduro pero es un buen tipo. Pensé que personas así ya no existían, no me siento insegura cuando estoy con él y eso lo aprecio; hay hombres bien desubicados.

Pero eso sí, no me faltan las ganas de darle su par de pataditas pero, tengo que controlarme. Quiero cambiar de actitud y claro, él es el papá de Ra.

En una hora quedé de reunirme con las chicas en la universidad, para mi mala suerte ya arreglaron las instalaciones y debo de hacer un proyecto que he estado posponiendo desde hace días; la mamá del chico que me hace los trabajos me envió un mensaje diciendo que ya su hijo no estaba haciendo trabajos escolares porque según ella, él se está tomando unas vacaciones gracias al estrés que estaba sintiendo debido a su "empleo".

¡Perdí a mi chico de las tareas!

Ahora no sé qué hacer, realizar la tarea no es una opción.

En lo que me baño pienso en el hecho de dejar a Imri aquí. Tendré que confiar en él aunque tenga miedo de encontrar el apartamento en llamas cuando llegue. No creo que el hombre sea tan salvaje como para no saber manejar una estufa...

¿O sí?

Bien que sabe cómo funcionan los mensajes de una aplicación, espero que así mismo sepa las reglas básicas para no ocasionar un incendio, inundación o algo parecido.

—Oh, ya despertaste— le digo a Lobito al verlo sentado en la cama, yo entro a la habitación con la toalla envuelta en el torso mientras que el niño no deja de mirar para todos lados. Me alegra verlo bien, moriría si le pasara algo, el sentimiento de culpabilidad no me dejaría descansar en paz.

Con una sonrisa me acerco al armario y del perchero observo las prendas de vestir una por una, tengo ganas de usar colores claros; estamos en pleno verano y aunque la temporada ciclónica esté presente, la temperatura varía de formas horrendas. En un día hace más frío que ni en Frozen, y al otro está más caliente que un puberto de quince años.

—Mami— Ra se baja de la cama acercándose a mí, en lo que él viene me pongo la blusa amarilla que escogí, esta lleva un pequeño lazo negro en el cuello y los bordes de sus mangas son en forma de hoja.

—Ow, ya estás bien— lo tomo en mis brazos dándole varios besos en las mejillas —¡Me preocupaste mucho! A ver, dame un abrazo.

—¡Ah!— asiente rodeándome con sus pequeños bracitos, verlo sonreír me llena el alma —Poio— enuncia de repente, acaba de despertar y ya tiene hambre, ¿es en serio? —¡Poio!

—¿Quieres pollo?

—Ili— rechina los dientes queriendo que lo baje —Ili lobo.

—¿Eh?

—¡Ili!— busca algo en su entorno, Ra se dirige a la puerta y allí intenta alcanzar el pestillo de la misma —Lobo.

¿Ili...?

Oh, ya sé. Se refiere al perro pulgoso: Imri.

Ya veo que no me podré deshacer de él tan fácilmente, el pequeño lo tiene bien pendiente. Rayos.

Echando un suspiro abro la puerta para que Ra salga, pero el niño en vez de hacerlo se para en la entrada:

—¡Ili!— vocea colocando la mano en la pared, ¿qué hace?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.