Capítulo 17: Estoy segura de que siempre quisiste ver mi boda, ¡¿pero una falsa?!
La manada de Imri... ¿Cómo explicarla?
Antes de llegar conocí a dos personajes secundarios que al menos por ahora no son relevantes para mi historia, así que directo al grano iré con los Alfas, los importantes:
Ah, la Alfa. Una mujer que aparenta ser de treinta y pico de años, su cabello es largo y negro como el de Imri, posee la característica de no tener mechones grises como el mismo pero eso sí, ambos tiene los ojos del color del ámbar. Su piel es clara, no tanto para decir «Oh, qué blanca es» pero sí, oscila en un intermedio.
Si es de hablar de su personalidad diría que es interesante, no platiqué lo suficiente con ella pero me cayó horriblemente bien, la señora es carismática, tengo que admitirlo, es igual a mí. Lo malo es que no sé si solo fingía o no, eso es un problema.
Y bueno, el Alfa. Es un hombre de aparentes cuarenta, su cabello es negro pero tiene la misma particularidad de su hijo, posee algunos mechones grises. Su piel es igual de bronceada que la de Imri y sus ojos son marrones oscuros como los de Ra.
Si no le decía que era novia de su hijo hubiera sido mi fin, me habría matado sin pensarlo dos veces, ¡es cierto que atacan a cualquier humano! Se nota que la Alfa no sabe de esto ya que ella se mostró bastante extrañada cuando se lo dije.
Ahora mismo estoy sentada en el suelo, él prácticamente me obligó a sentarme en la orilla del río, fácilmente tomó mi brazo y me condujo hacia allí para luego sentarse a mi lado. Los demás lobos están detrás de nosotros.
—¿Cuál es tu nombre?— pregunta con su vista en el agua. Su rostro no me dice nada, es bastante indiferente, no, es como si no tuviera ánimos.
No es tan enérgico como Imri ni tan abierto como la Alfa, eso puedo verlo.
—Lúa— digo sin más, como no lo conozco intento evitar cualquier contacto visual aunque eso no supone algún problema, él para nada me mira.
—De acuerdo, ahora pregunta tú.
Amh, ¿está bien...?
—¿Cuál es el suyo?
—Emre.
Imri, Emre; tiene sentido.
—Oh.
—Así que Imri se hizo novio de una humana... Interesante— voltea a verme —¿Desde cuándo?
—Eh...— espero que otra vez tengamos coordinación mental —Tres meses.
—Imposible— sentencia —Dime la verdad.
¿Cómo qué imposible? ¡¿Qué Imri estaba haciendo hace tres meses para serlo?! Dios, este hombre y sus secretos me van a volver loca.
—Ah— tendré que decir un poco de verdad en mi mentira, no hay de otra —Me atrapó, llevamos a penas unos días.
—Ya veo— vuelve su vista al frente —Todo sea para llamar la atención— resopla.
Ambos quedamos en silencio por unos cuantos segundos, sería descortés de mi parte decir que ya quiero regresar pero rayos, no estamos haciendo nada.
—Y dime, ¿cuántos años tienes?
—Veintidós— aseguro acomodándome.
—Es buena edad— bosteza estirando los brazos —Te toca.
¿Es en serio?
—Amh...— ¿qué le puedo preguntar? No puedo hablarle sobre Imri, tal vez meta la pata —Umh...
—¿Cuál es tu color favorito?— parece que se dio cuenta de mis dudas.
—Depende de lo que hablemos, hmm... En general, serían todos menos el verde. ¿El suyo?
—El verde.
—Qué pésimo gusto tiene— espera, ¿dije eso en voz alta?
—Jum— lanza una sonrisa por lo bajo, él sonríe sin enseñar dientes pero eso es suficiente para mí. No soy tan exigente —Eres graciosa.
—¿En serio?— digo levantando las cejas —Y usted es… Reservado— no esperaba que el papá de Imri fuera tan así, qué peculiar —Oiga...— no me podría quedar con la duda —Esta vez sí tengo una pregunta que hacerle, es muy importante.
—¿Qué?
—¿Mi voz le recuerda a alguien?
Imri tiene razón, nosotros no somos nada y por eso no debo sentirme tan ofendida pero maldición, al menos tenía que decirme para estar preparada. Es feo sentir que los demás piensen que eres el reemplazo, o sea, soy Lúa; no soy un reemplazo, soy algo mucho mejor que eso.
—Se parece a la de esa chica, la mamá de Ra— admite pensativo —Pero tampoco es que el parecido sea tan grande.
—¿De verdad?
—Todas las personas nos parecemos; seamos lobos o humanos somos iguales— se encoge de hombros levantándose —Nadie es especial, puede que pienses que algo de ti sea único pero no lo es, entre tanto miles de seres, habrá alguien que posea tus mismas características.
—Pero aún así, ¿qué tanto se parecen las voces?— sí, su discurso fue muy bonito y todo pero vamos.
—¿Ah?— levanta las cejas mirándome perplejo —Eres una muchacha particular.
Hay muchas formas de llamar “raro” a una persona y esta es una de ellas.
Nuestra conversación terminó en cuanto Imri apareció, él salió de la cueva y saltó hacia una piedra. El hombre con las cejas en alto camina hasta nosotros y con asombro se coloca al lado de mí mientras que yo enseguida me levanté del suelo.
—Usted por aquí— mira a ambos lados —¿Pasa algo? ¿Hay algún problema?— me ve de reojo —¿Lúa le hizo algo?
¡¿Qué?! ¿Cómo?!
Pensé que Imri tendría por lo menos una pizca de consideración conmigo, que me preguntaría las razones por las que me fui o algo así, pero no, nada más hay que ver su actitud.
Dizque si yo le hice algo, más rápido él me hacia daño a mí.
Emre sin dudarlo un segundo ignora a su hijo, simplemente da media vuelta y se va rumbo a la cueva seguido por los otros lobos, su acción me dejó perpleja, lo dejó en visto. ¿Pero qué le hizo como para tratarlo así?
—Dime— en lo que su papá se marcha, Imri me toma de los hombros para que lo vea fijamente —¿Él habló contigo?
—Umh, ¿sí…? No entiendo nada.
—¡Ash!— espeta frunciendo el ceño —A ver, ¿no sabes que andar por aquí es peligroso? ¡¿Por qué te fuiste sin decirme nada?!— oh no, llegaron los reclamos —¡¿Qué habría pasado si un lobo te hubiera atacado?!