Capítulo 18: Si ella es el veneno, yo seré la cura.
Hacerme pasar como la novia de Imri no presenta ningún problema para mí.
Pero...
Hay algo...
Entre engaño y engaño terminaré convirtiéndome en su «esposa» de mentiras:
"Lúa María Del Conde Villa Real, ¿acepta usted a Imri De La Torre Aquino Ponce?"
"Acepto"
"¿Y usted, Imri De La Torre Aquino Ponce, ¿acepta a Lúa María Del Conde Villa Real?"
"Acepto"
"Si alguien se opone a la boda, que hable ahora o calle para siempre"
"¡Me opongo!"
Imagino al fantasma de Eveling apareciendo en media iglesia y con su mano alzada, la música de suspenso sonando de fondo y todos boquiabiertos. Sería épico pero impactante a la vez, dramático pero inquietante, aterrador pero...
¿Qué estoy pensando?
—Me encanta su sentido del humor— en lo que la Alfa sonríe pero con una mirada seria, yo me levanto del suelo a carcajadas —Ay señora, usted es increíble.
—Oh— alza las cejas —Qué mal, no caíste— se ríe tapándose la boca con la palma de su mano —Aunque no puedo decir lo mismo de Imri.
Ella se equivoca, sí caí.
Caí de cabeza.
—Es difícil hacerme bromas— forzo otra de mis sonrisas —No soy tan fácil de engañar.
No entiendo a la mamá de Imri, siempre vive con una sonrisa en el rostro, es buena para ocultar lo que piensa: su mirada, su forma de expresarse... Todo de ella, si tuviera que definirla en una sola palabra, diría que es excéntrica. Quisiera conocerla un poco más, adentrarme en su cabeza y resolver todos los enigmas que existen a su alrededor.
Ahora que lo pienso, el primer misterio sobre su persona es el hecho de que ni siquiera me sé su nombre, todos la llaman «Alfa» y con razón, es su título.
Por insistencia de la señora, acepté quedarme a dormir por esta noche, hacerlo no parece tan malo, digo, compartiré con la naturaleza y todo eso; los mosquitos no son relevantes cuando se tiene fuerza de voluntad, oh claro que no.
Para nada voy a extrañar mi cómoda cama y mi acogedor apartamento... En lo absoluto.
Umh, necesito hablar con personas del exterior.
Caminando por ahí pero sin salir ya que es peligroso, tomo mi celular y enciendo la pantalla:
—¡¿Eh?!— chillo al darme cuenta de que no tengo señal.
Con razón no había recibido alguna llamada de mis amigas, por lo regular, mi celular se la pasa sonando todo el día.
—Helena..., Pato— lloriqueo con la vista entre los árboles —¡Señal!
Imri quien escuchó mi grito se acerca a mí un poco confundido, —¿Y ahora qué?— se lleva las manos a los bolsillos.
—¡Necesito señal!— lo agarro de la camisa viéndolo a los ojos —¡Necesito comunicación con el mundo exterior!
—Bueno...— ese tono me lo dice todo, en este monte no hay acceso a nada.
—¡Aaah!— ¿cómo es posible que puedan vivir sin Internet? —¿Dónde consigo señal?— para nadie es un secreto que las generaciones actuales tenemos una severa adicción por la tecnología, crecimos con un teclado en las manos.
—Tal vez si te subes en la cima de un árbol... ¡Oye, espera!
Sin pensarlo dos veces me pegué a un tronco y ya cuando estaba a punto de comenzar a escalar, Imri me sujetó fuerte de la cintura y me levantó —¡Es peligroso!
—¡Internet!— insisto a pataletas —¡Conexión! ¡Señal!
—¡Lúa!— me sacude para que me calme —¡Oye!
—¡Aaah!
***
—¡¿Por qué los peces me odian?!— rechisto con los pies en el río, llevo una hora intentando pescar algo pero no lo consigo, escapan de mis manos como si fueran de gelatina.
Aunque es razonable, no quieren ser comidos.
Han pasado varias horas desde que me di cuenta de lo horrible que es vivir sin conexión a internet, mientras no dejaba de molestar a Imri con mis gritos, vi a un grupo de chicas que se dirigían al río. Como no tenía nada que hacer, decidí acompañarlas con la ilusión de pescar por primera vez un delicioso y robusto pez.
Pero claro, no es tan fácil como pensé.
Es frustrante ver como ellas no tienen ningún problema para capturar los peces, en un abrir y cerrar de ojos sacan a los animales del agua y los lanzan a una cesta que se encuentra hasta la mitad de ellos. ¡Mi presencia no hace la diferencia!
—Eres un poquito lenta— comenta una chica, ella es hermana de Imri y tiene dieciocho años. Su nombre es Cristal y si de físico hablamos, no podría omitir su largo cabello negro que le llega hasta más abajo de la cintura, es hermoso —Pero no te preocupes, es tu primera vez— me sonríe viéndome. Sus ojos poseen un característico color marrón, cuando los rayos del sol alcanzan sus pupilas, es como si estas brillaran.
—No tienes que esforzarte tanto, eres nuestra invitada después de todo— comenta Marina, otra de las hermanas de Imri. A diferencia de las demás, es pelirroja y su cara está cubierta de un sin número de pecas.
—¡¿Cómo es que son tan rápidas?!— observo el agua cristalina, muy pronto el sol acabará de ponerse y Dios, quisiera pescar un pez, me conformo con solo uno.
Con que sea el más grande de todos tengo suficiente.
—¡Hay que apresurarnos!— avisa Breilin a la distancia, de todas ella es la más dominante, me es imposible olvidar la forma en la que me miraba cuando Imri me trajo, ¡Uy! ¿Qué se cree? ¿La reina de Inglaterra o qué?
—Según escuché, esta noche vendrán algunos lobos de la manada vecina— comenta Jadira, la última integrante del grupo y no, no es hermana de Imri —El Alfa reanudó los lazos con el Alfa de allá y para celebrar la paz, los invitó a pasar tiempo con nosotros.
—Espero que hayan lobos lindos— Cristal juguetea con un mechón de cabello, ella se lo acerca al rostro mientras que mira la corriente.
Pero hay que ver en lo que está pensando, de las cuatro la muchacha aparenta ser la más inocente.