Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 20: Sabía que la naturaleza de Ra no permanecería en secreto por mucho tiempo, ¡la cosa es que no esperé que se supiera tan pronto!

Hay que admitir que mi experiencia en el bosque no fue tan mala, digo, dos lobos me intentaron matar y mi querida suegra quiso sabotear mi noviazgo de mentiras...

No pero, ¿a quién engaño? ¡Fue horrible!

Lo único rescatable de mi pasadía allá fue la comida, las hermanas de Imri y un poco su papá, casi ni vi a este último; ya luego de eso, Dios mío.

—¡Llegamo', llegamo'!— Lobito no podía esperar a que yo abriera la puerta del apartamento, desde que lo hice, él entró dando pequeños saltos.

—Hogar, dulce hogar— enuncia el dueño del inmueble mientras que entra, se estira y se acuesta en el sofá.

Ah pero qué bien.

Hay que mencionar algo gracioso, cuando nos estábamos despidiendo de todos, Ra no dejaba de jalarme del brazo para que nos fuéramos de una buena vez, el niño tenía más ganas de irse que yo. Repetía «vamos» una y otra vez.

Solo hice conectarme a Internet para que a mi celular entraran cientos de notificaciones: tenía veinte menciones de historias, como trece etiquetas y más de cien mensajes en los grupos e individual.

Ayer fue una noche larga, muy larga.

—No me digas que te vas a dormir— me siento en un pequeño espacio del sofá, estoy detrás de Imri mientras que este está acostado de espaldas.

¿Cómo no descansar después de que Lobito se subiera encima de su cabeza? No entiendo cómo rayos pero así amaneció el pobre, el niño se mueve bastante.

—Lúa, no empieces. Anoche tuve suficiente contigo y con Ra.

¿Qué? ¿Cómo que conmigo?

—¿Y yo qué hice?— pregunto boquiabierta.

—La mitad de tu cuerpo estaba sobre mí— apunta molesto —Y ni hablar de Ra, ¡ustedes se pasan!

Oh, verdad. No recordaba eso.

—Ay, es que eres tan calentito— jugueteo tocándole las mejillas, las orejas, el cabello y así —Uuh, Imri quiere dormir.

—Lúa, ya.

—Pero si te estoy haciendo así para que duermas— río peinando su cabello —Por primera vez te estoy tratando bien.

—Dios, estás loca por mí.

¿Cómo dijo?

—¡Pero mírenlo a él!— me levanto horrorizada —Y supuestamente yo soy la egocéntrica, pero qué chistoso saliste.

—Ajá— se acomoda cerrando los ojos.

Iba a decir otra cosa pero a mi celular llegó un mensaje de una de mis compañeras, ella me avisó que el profesor había calificado los trabajos.

Inmediatamente entré a la plataforma de clases y busqué mi entrega, ahí debe aparecer la calificación del trabajo que Imri me obligó a hacer, desde que abrí la sección, me quedé boquiabierta:

*Un uso exagerado de tipografías.

*Demasiada información.

*Los colores no combinan.

Saqué un setenta y cinco.

—Imri— me acerco sacudiéndole el hombro —Ya me dieron la nota de mi trabajo.

—¿Umh?— voltea la cabeza.

—Saqué un 75.

—¿En serio?— asiento —Ouh, Lúa...

—No, es una buena nota— sonrío lo que lo extraña.

Estoy acostumbrada a sacar calificaciones de noventa y cinco para arriba debido a que le suelo pagar a la gente para que haga mis trabajos, hace tanto que no hacía algo por mí misma que nunca pensé que aprobaría; la verdad, setenta y cinco es una buena nota para alguien que no sabía qué hacer.

Ahora que lo pienso, se siente gratificante obtener mis propios logros, saber que yo misma los conseguí.

—Si tú lo dices— vuelve y me da la espalda para reanudar su siesta.

Viendo que Lobito se fue a mi habitación, le seguí el paso hacia allá, el niño tomó varias almohadas de la cama y las acomodó en el suelo; luego, con sumo esfuerzo se subió a la cama y estaba a punto de tirarse cuando yo lo tomé.

—¡Ra!— le reproché cargándolo en mi cintura. No sé si sea cosa mía pero desde que se transformó, está más habilidoso de lo normal, antes no podía trepar tan alto —¡Es peligroso!

—¡Ah!— abuchea intentando escapar de mí —¡No!

—¿No, qué?

—Ay, Dio'— es tanta su insistencia que lo bajo y dejo en el suelo, en menos de cinco segundos tenía pensado subirse de nuevo en la cama.

—¿Qué harás si te caes, eh?— le hablo cruzando los brazos, espero que entienda algo de lo que digo.

—Jijiji— ríe por lo bajo, él frota sus manos con diversión —Mira.

Para mi sorpresa, Ra se transforma en lobo y cae entre las almohadas; el niño no se hizo nada, simplemente se levantó ileso.

No sé qué me hace peor, o dejarlo hacer lo que quiera o no dejarlo. Es peor cuando se trata de un niño lobo, estas cosas maternas no van conmigo.

—Sí, bueno, ya vi que ahora tienes superpoderes— ruedo los ojos cargándolo —Pero aún así, es peligroso.

—Hambre— ignora abrazándome —Mami, hambre.

—Sí, yo también tengo— le doy un sonoro beso en la mejilla —¿Sabes qué? ¿Qué tal si compramos pizza?

—Chí— aw, me encanta cuando aplaude, se ve tan tierno.

Para pedir la orden, me senté en la cama dejando a Ra jugar con las almohadas, no bien finalicé mi pedido cuando una llamada entró a mi celular. Tal llamada es de Helena, ella me está haciendo una vídeo.

—¡Holaa!— atiendo con una sonrisa, del otro lado veo como la chica se encuentra en su cama junto a la miedosa de Army.

No debería llamarla así pero ni modo, a ella nadie la manda a llorar cuando me ve.

—Vaya, hasta que te dignaste en contestar— estoy segura que no me creerá si le digo que estuve sin señal gracias a mi visita en el bosque, Helena sabe lo mucho que odio los mosquitos —Pato y yo estábamos preocupadas por ti, un día más de inactividad e íbamos a llamar a la policía.

—No tenía señal— resoplo poniéndome bocarriba —Dios, fue horrible.

—No te vayas a enojar pero...— ¿qué pasó? —Pato llamó a tu papá para saber si estabas con él.

—¡¿Qué?!— grité tan fuerte que asusté a Lobito, el niño dejó de hacer lo que estaba haciendo para mirarme con atención —Lo siento, bebé— susurro yendo hacia él y tocándole el cabello.

—¿A quién le hablas?




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