Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 22: Yo no te encontré, tú me encontraste

Durante mi comida con Ra e Imri, pensé en muchas cosas, en el futuro.

Sí, en el futuro; ya es raro de tan solo mencionarlo.

—Lúa— no bien abrí los ojos cuando tenía su mirada reprochante encima, me estaba muriendo de la resaca de una noche bastante cuestionable que no quiero mencionar, me llevaré ese evento a la tumba. Y bueno, no me situaba en mi habitación sino en el sofá, me tiré en el primer lugar que encontré —¿Se puede saber a qué hora llegaste?

Umm— me coloqué una almohada en el rostro, mi cabeza estaba a punto de estallar.

¿Cuándo es que vas a madurar? ¿Eh?— me quitó la almohada de encima para que le prestara atención —Puede que por ahora disfrutes tu vida pero tienes que saber que no todos los días se sale, la juventud no se te irá en un parpadear de ojos, ¡piensa con la cabeza!

Me duele demasiado como para hacerlo.

Eso es lo que no me gusta de ti, nunca te tomas las cosas en serio— para ser sincera, odiaba sus reclamos, detestaba la manera en la que su voz se metía en mi mente y repetía lo mismo una y otra vez —¿No piensas en el futuro?

Ay, el futuro.

Es irónico como alguien que pensaba tanto en el futuro, acabó yéndose meses después de esa conversación. Las cosas nunca pasan como tenemos pensado, es un hecho.

—Entonces te irás por dos días— mientras que Imri está sentado en la cama, yo me encuentro peinándome en el espejo, el niño está dormido —¿No crees que es demasiado tiempo?

—Debo cumplir mis obligaciones, te lo dije ayer— bosteza —Me llevaré a Ra conmigo.

—¿Pero por qué?— detengo lo que estoy haciendo y doy media vuelta —¡No te lo tienes que llevar por tanto tiempo! ¡Se olvidará de mí!

—Ay por favor, ni que sufriera de amnesia.

—Bueno, se olvidó de Larimar— me cruzo de brazos.

—¿Qué? Ra no se olvidó de Larimar— replica extrañado —¿Cómo hacerlo?

—Eso me pareció— me siento a su lado —Vamos, no te lleves al niño, me hará mucha falta.

—¿Crees que lo podrás cuidar?— la pregunta me ofende —Él no es tan fácil como parece.

—¿Es en serio, Imri? ¿Se te olvida que cuando lo encontré, me quedé con él sin siquiera conocerlo?— arqueo la ceja —Ra es el pequeño más tranquilo del mundo, no representa ningún problema fuera de lo normal.

—Un día a solas con Ra no es suficiente para saber lo "movido" que es— ríe negando con la cabeza —Puede que se haya mantenido tranquilo pero recuerda, ya cogió confianza. Sin tenerme cerca, él podría perder el control.

—Pff, por favor— me burlo a carcajadas —Contigo o sin ti él se comportaría igual, no veo ninguna diferencia.

Podría enumerar todas las veces en las que Imri le ha ordenado hacer algo y el niño ni siquiera le ha prestado atención pero ya eso sería demasiado, mejor que él mismo se dé cuenta del poco poder que tiene sobre su hijo.

—Ojos que no ven— se levanta encogiéndose de hombros. Es más ciego el que no quiere ver, pobre criatura inocente.

—Es más— qué conste, aunque haya parado de reír, no me puedo quitar la sonrisita burlona del rostro; es inevitable —Que sean tres días— enumero con los dedos —Te demostraré que puedo cuidar a Ra por tres días enteros.

Mi idea es beneficiosa, así el niño y yo podemos compartir buenos momentos juntos sin la intromisión de su papi. No es que no quiera a Imri con nosotros sino que es diferente, cuando él está, Ra tiene que dividir su amor entre los dos; lo quiero únicamente para mí.

—Tres días— no puedo creer que no se crea mi propuesta, desde que le dije sobre ella empezó a reírse sin parar —Tú...— me señala con el dedo índice —Siendo niñera por tres días—y ahí va, todavía se sigue riendo de la manera más cruel —Ay no, ¿de verdad lo dices en serio?

—Sí, lo digo en serio— alego entredientes.

—¡Entonces déjame reírme con más fuerza!— ¡Me huele a lobo muerto! —Es que... Es que... ¡JAJAJA!

—¡Uy! ¡Deja de burlarte, lobo pulgoso!— rechino a gritos, eso hace que Ra despierte con la cara arrugada —¡¿Qué te crees, eh?! ¡Soy mejor que tú en el arte de cuidar niños, al menos no lo he dejado perder!

—Golpe bajo— agarra al pequeño y lo carga en su cintura —Ra, me iré a la manada— le dice aguantando la risa —Te quedarás por do... tres días con Lúa.

—¡Ah!— lo abraza con fuerza —No.

¿No?

¿Qué no quiere que se vaya o que no se quiere quedar conmigo?

¿Ambas?

¿Ninguna?

—¿No?— parpadeo varias veces.

—Tengo que ir— le da un beso en el costado de la frente —¿O qué? ¿Quieres venir con...?— dejó de hablar en cuanto sintió mi mirada asesina —Jum— tose aclarándose la garganta —¿No te quieres quedar con Lúa?— mucho mejor.

—Chi— asiente con la cabeza —Mami.

—Entonces me esperarás aquí— me lo pasa y yo lo cargo —Además, pensándolo bien es bueno que te quedes; ir solo será más fácil para mí.

—Nos vamos a divertir— le doy múltiples besos en la mejilla —Dile "adiós" a tu papi.

—Adio'— obedece moviendo la mano de un lado a otro.

Antes de irse, Imri se me quedó viendo por un buen lapso de tiempo; su mirada era tan extraña que ni siquiera le pregunté por qué lo hacía. El hombre veía de mí a Ra mientras que le acariciaba el cabello a este último. —Recuerda, nada de chocolate y antes de darle algo, busca en Internet si es bueno para él— fue lo penúltimo que dijo. Finalmente le dio un beso a Ra, me palmeó dos veces la cabeza y se marchó.

—No te tardes tanto— murmuré parada en la puerta de la sala, tenía a Ra recostado en mi hombro a la vez que veía como él se marchaba a la distancia —Tonto— pensé poniéndome la mano en la cabeza, justo en el lugar que él tocó. Tengo que controlar lo que digo por la boca, Ra está pendiente a cada palabra que sale de mí, no quisiera que lo repita como en otras ocasiones lo ha hecho. Dios, es una esponja.

—Mami, tengo hambre— oh, enunció una oración. Por lo regular, Ra opta por expresarse en palabras cortas o pequeños ruidos, que diga una oración completa es nuevo para mí.




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