Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 25: ¿Cuándo es que se acaba el amor?

Todo comenzó cuando me encontré un cachorro en el bosque, nunca iba a imaginar que después de él tendría que lidiar con un lobo gruñón y su hermosa y «normal» manada.

No, pero en serio.

¡Que alguien me diga qué hice en mi vida pasada como para merecer esto!

En todo el camino a mi apartamento, Fabio me hablaba sobre el motivo de la pelea de Imri y su hermano. Por lo que parece, los hermanos del hombre no son tan agradables a diferencia de sus hermanas; todos llevan una interesante rivalidad que pensaba que solo sucedía en televisión.

Bueno, soy hija única; no entiendo nada de esas cosas. La verdad ni siquiera tengo idea de los lazos que se tiene con alguien que pasó por los mismos lugares que tú. Me hubiera gustado ser una hermana mayor, tengo entendido que serlo es aceptar que una criatura menor quiera imitarte, habría sido divertido. Aunque, la propuesta de ser la hermana menor también suena interesante; he escuchado por parte de Pato y Helena que por lo regular ellos son los más consentidos.

La primera chica es la hermana mayor, mientras que Helena es la hermana del medio en una familia de dos hijas y un hijo (este es el mayor). El hermano de Helena es bastante apuesto, recuerdo que en secundaria llamaba la atención de todas las estudiantes, hasta la mía, no era del tipo de persona con la que quería tener una relación amorosa, pero me gustaba observarlo. Sus partidos de beisbol eran memorables, Dios mío; recordar como se le pegaba el uniforme cuando corría todavía me hace tener pensamientos impuros. Lo peor del asunto es que Helena tenía que aguantar los míos y los de todas las chicas de nuestra clase.

Nos hacía babear y cómo no. Éramos pubertas al lado de aquel chico tres años mayor, él jugaba todos los deportes; amaba alborotarse el cabello negro y esponjoso, cuando jugaba baloncesto o fútbol, siempre acababa quitándose la camiseta porque bien que sabía lo que tenía. Israel (ese es su nombre) sabía que todas las chicas quedaban anonadadas con sus tremendos cuadros.

Oh, Dios.

Ajá sí, la hermana de Helena es un personaje extra (su nombre es Valery y es una niña de doce años), al ser de tan corta edad, no he interactuado lo suficiente con ella; la verdad es que pobre, el papi que tiene como hermano ha robado toda mi atención.

Debería ser ilegal ser tan sensual.

Pasando por la hermana de Pato, esa sí es un tema:

Ni siquiera quiero hablar de Briana, mejor lo dejo para después. Su historia es demasiado para contarla ahora.

Ahora estoy con el tema de mi amada suegris.

La amada suegris que encontré en la sala de mi apartamento cuando abrí la puerta, sí señor; vistiendo una de mis batas sexis y todo, —H-Hola— fue lo primero que dije… con una sonrisa para disimular mi pánico. Quedé perpleja al ver como llevaba uno de mis vestidos cortos, blancos y de tirantes; con un escote que se le remarcaba bastante y con la falda translúcida que hacía que se le notara los pantys de la prenda.

De toda la ropa que tengo, esa fue la peor que pudo escoger.

—¡Hola!— me devolvió la sonrisa con Ra en su regazo, ambos están sentados en el suelo. Ella tiene la espalda apoyada en el sofá mientras que su hijo está recostado sobre este, qué bueno que se durmió —Amh… Debes estar sorprendida al verme aquí— sí que lo estoy —Con tu ropa y... todo eso.

—Hablando de la ropa— no estaba segura de si lo estaba haciendo o no, pero es mejor cerciorarse del mirón de Fabio, así que sin pensarlo dos veces, le estampé la mano en los ojos.

—¡Ay! ¡¿Qué te pasa?!

—Mucho cuidado con mirar a la suegris con ojos lascivos— susurro haciendo varias muecas —Y usted— la miro un tanto avergonzada —¿En dónde encontró eso?

—Vine en forma de lobo, me transformé y como tenía frío, Ra fue muy amable y me dio esto.

Ah, con razón. Sacó lo primero que encontró de una de mis gavetas.

—Emh, venga. Le daré algo más apropiado para usted— y claro, no será el vestido de la ex del Alfa que lamentablemente murió teniendo al niño del cual te encariñaste.

Ay, pero qué detallada.

Y rencorosa.

Eso no va contigo, Lúa… Ah, ¿a quién engaño? Claro que va conmigo.

Ella se levantó del suelo cargando a Ra en su cintura, yo mientras tanto, tomé a Fabio de los hombros y lo hice voltearse. Sería raro que él la mire de «otro modo» considerando que ella se trata de la Alfa y todo eso, no obstante, si él fue capaz de resaltar el buen trasero que tengo, puedo esperar de todo:

Es un mirón sin precedentes, al menos no se hace el santo.

—Tienes un bonito apartamento— la Alfa y yo entramos a mi habitación, ella observaba todo su alrededor con cierto asombro. Es como cuando traes a tu primo del campo a la ciudad —Me gusta todo.

¿Estará mintiendo? No sé cuando está siendo sincera y cuando no.

Sin decir nada, yo me acerco al armario y de allí saco un vestido casual de color gris y cuello redondeado, tiene mangas cortas; estoy segura de que le puede servir. Este me figura un poco ancho y con la «pechonalidad» que se carga la señora, es muy probable que le quede justo. Así que, se lo paso y ella dejando al niño en el suelo, se quita la ropa que tenía antes y se lo pone. La prenda le queda un poco más arriba de las rodillas, se le ve bien.

—Gracias— retoma al niño del suelo, ella volvió y se lo colocó en la cintura.

—No hay de qué— volví a hacer otra de mis sonrisas incómodas —Y dígame...— espero no escucharme cortante —¿Qué hace aquí?

—No bastarán mis disculpas, ¿cierto?— murmura con las cejas bajas —Puedo notar cierto rechazo en ti.

No la rechazo, solo me siento un tanto cohibida. ¿Cómo no estarlo después de lo que pasó? Ella jugó con mis sentimientos de la manera más descarada posible, es difícil volver a recuperar mi confianza luego de eso.

—Usted es la abuela de Ra y la mamá de Imri, es inaceptable que la rechace— suspiro —Solo… me sorprendió tenerla aquí, eso es todo.




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