Capítulo 29: Sé que no te va a gustar lo que diré, pero hoy tu hija se va de rumba
Fue divertido visitar los inflables nuevamente, espero poder llevar a Ra cuando traigan al pobre niño de su deliberado secuestro. Mi pobre bebé debe estar bastante triste, ya me lo imagino llorando por mí a la luz de la luna mientras reza esperanzado por algún día volver a verme.
Porque sí, han pasado dos largos días desde que me lo arrebataron de los brazos, por cada hora que ha pasado desde su partida, estoy segura de que una flor se ha marchitado.
—¡JAJAJA!— la risa de Imri detiene mi más sentido pesar. El hombre no ha soltado el celular que le compré desde que regresamos de la plaza —¡No puede ser!— clama al borde de las carcajadas.
Vi conveniente regalarle el dispositivo, le compré uno de esos celulares baratos, pero de buen tamaño. De esa manera, nos mantendremos comunicados aún estando lejos.
A pesar de que se le ha hecho difícil aprender algunas cosas, él ya puede ver videos en las distintas aplicaciones que existen. Por algún motivo, Imri sabía cómo funcionaban las aplicaciones de mensajería, aunque dijo que nunca en su vida había tenido un celular, eso fue lo que menos le costó dominar.
—¡Ríete más bajo!— reprocho intentando hacer mi tarea, ni yo puedo creer que estoy haciendo esto —¡¿No ves que necesito concentración?!
—Ay, tendré que traer a Ra devuelta— abuchea mi actitud —A ver si él te logra quitar ese mal humor que te cargas.
—¡Hace rato que tenías que haberlo buscado!— lloriqueo recordando la última vez que vi su sonrisa, es como si tan solo hubieran pasado dos días —Lo extraño mucho.
—Amo mi celular— me ignora prestando atención a la pantalla —¡No sabía que el güifi fuera tan entretenido!
—Se dice «Uaifai»— corrijo —Y ni siquiera es por el wifi que te estás divirtiendo tanto.
—¿No?
—Es por el Internet, eso es lo que conecta tu celular a miles de sitios a través de la pantalla.
—Ooh— está fascinado. Me siento como una erudita que le enseña a su fiel estudiante, qué genial —Algo que nunca he entendido es por qué esta cosa tan frágil, me permite hablar con alguien que se encuentra a miles de kilómetros de aquí.
—Ah, es muy simple. Por unas señales invisibles que envía el celular mediante ondas electromagnéticas — creo que era así, mejor que ni siga preguntando si es que no quiero pasar vergüenza.
—Señales electromagnéticas...— frunce el ceño —Los humanos han hecho mucho en estos años, no se han conformado con únicamente sobrevivir.
—Buscamos nuestra propia comodidad— le guiño el ojo.
—Oye— hace una mueca —Busqué sobre los lobos que pueden transformarse en humanos, ¿por qué hay miles de creencias extrañas respecto a nosotros? Además, hay muchas páginas de libros en donde nos relatan como gente rica y refinada.
No es una cosa ni la otra.
—Porque no los conocen en realidad— me levanto del sofá con un poco de burla en mi tono de voz —No saben que ustedes son unas bestias que atacan a la gente porque sí.
—¡Claro que no!— se levanta del suelo —¡Pensé que lo tenías claro!
—La impresión no se me quita— me encojo de hombros viendo como entra una llamada de Pato a mi celular —¿Ajá?— contesto volviéndome a sentar, Imri, en cambio, sigue atendiendo su nuevo vicio.
—¿Aló? Qué bueno que respondes, necesito tu ayuda, ven rápido— ordena sin siquiera dedicarme un pequeño saludo.
—¿Qué quieres?
—¡Ven a mi casa, te conviene!
—Dices eso cada que quieres que haga algo por ti— señalo recordando a la desaparecida de Helena —Mejor dile a tu otra amiga.
—Por algo te llamé a ti.
Soy su otra amiga. Eso significa que ya la había llamado antes.
—Oh, vaya. Aún sigue con vida.
—No sé qué es lo que pasa entre ustedes, pero soluciónenlo— ah, sucede que Helena ve a mi hijo como un monstruo. —Aunque..., ahora no. Necesito tu ayuda urgente.
—¿Qué quieres?
—¿Estás ocupada?
—Terminando una tarea de la universidad, ¿por? Dependiendo de la gravedad del asunto, decidiré si dejar lo que estaba haciendo para después o no.
—¡Ayúdame a despegar a mi hermana de la computadora!— suplica a lloriqueos —He intentado de todas las maneras posibles y nada, no se quita. Ella solamente escucha a papá y como él no está aquí, es muy probable que se muera ahí sentada sin la intervención de mis padres; nada más estamos nosotras dos y sabes muy bien que yo no tengo paciencia, ¡le daré un mal golpe a esa muchacha!
Sí que es grave el asunto.
—Sería genial si tan solo tu hermana no fuera tan... ella— Pato me quiere meter en un gran lío —¿Probaste con apagar el modem?
—¿Cuántas veces?— se ríe desesperada —Le puso una recarga a su celular y de ahí le está compartiendo Internet a la laptop.
—¿Qué no se supone que eres la hermana mayor? Debe hacerte caso, hazte respetar.
—Te daré un regalito si haces que mi hermana salga al jardín— ofrece en mi idioma favorito.
—¿Qué regalo?— sonrío acomodándome en el sofá —Esa muchachita no es para nada sencilla.
—¿Conoces a Alan?
—¿Alan, Alan?— ¿cómo no conocerlo? Es aquel mentiroso de mi clase, el que intentó interceder cuando llegué tarde (cosa para nada rara en mí) —Comparto una materia con él.
—Sí, ha de ser de quien hablo. Él me dijo que está contigo en inglés.
—¿Entonces? ¿Qué hay?
—Pues, Alan me invitó a salir; me regaló un par de boletas válidas para dos personas cada una. Yo te podría dar una si cumples con lo que te pido. Las boletas son para entrar en la zona VIP de nuestro bar favorito, ese que está en el centro de la capital, sabes bien a cuál me refiero.
Así que en la zona VIP, su propuesta suena bastante tentadora. Podría ir con...
—Qué sujeto ni más tonto— miro de reojo a Imri, él continúa embelesado por su celular. Podríamos ir juntos, tengo un par de semanas que no salgo de casa y sería feo que lo deje solo aquí. Después de todo, estoy segura de que el hombre se ha quedado por mí, si fuera otro, hace rato que se hubiera marchado al bosque.