Capítulo 30: Espero que todos los tragos no se te suban a la cabeza
—Es humillante que me hayas quitado el celular— se queja Imri mientras que ambos estamos en la habitación donde duerme —No soy un niño.
—Era el celular o el wifi— me encojo de hombros.
Son las ocho y algo de la noche, hace años que regresé de la casa de Pato y cuando lo encontré, el hombre tenía los ojos enrojecidos. No descansó la vista como le dije.
Quedé de reunirme con Pato a las nueve en aquel bar, así que, estoy esperando a que Imri termine de medirse la ropa que conseguí por ahí, estoy viendo cuál le queda mejor. —No puedo tomar una decisión— abucheo —¿Qué tal si das una vuelta?
—Lúa, sé que te pedí que me ayudaras a vestir, pero ya me estoy cansando— se queja quitándose la camiseta —Me pondré lo que sea. Es más, ni siquiera sé por qué tengo que ir.
—Me das la sensación de que eres alguien que nunca se ha divertido en su vida— alego —Vamos a sentarnos a escuchar música, beber un par de tragos…— me levanto de la cama y pongo las manos encima de sus hombros —A bailar un poco— jugueteo moviéndolo, es como si fuera una tumba —¿Me vas a decir que no quieres ir?
—Umh— se me queda mirando —No suena mal— uy, qué lo piense sin miedo —Promete que no nos meteremos en problemas.
—Imri, andarás conmigo— le doy varias palmadas en su pecho desnudo —¡Nos vamos a divertir!
—Me pondré esta camiseta— elige una de color crema y se la combina con el pantalón jean azul que lleva puesto, en sus pies usa unos zapatos negros.
Yo, en cambio, visto un enterizo oscuro con los hombros descubiertos y volados, este tiene un escote en forma de uve y el cierre se encuentra en la parte de atrás. Tal pieza, la acompañé con unos tacones plateados, descubiertos en la parte de los dedos.
—Nos vemos como de revista— aplaudo tirándonos varias fotos con la cámara de mi celular, pude notar como Imri sonrió un poco avergonzado.
Salimos en cuanto escuchamos la bocina del taxi que llamé, a pesar de que estaba entusiasmada, era bueno que confirmara si de verdad el hombre quería venir conmigo, tampoco es que quiera andar con alguien que no se sienta cómodo:
—Imri, ¿quieres ir, verdad?— le pregunté al entrar, nos sentamos en los asientos traseros.
—¿Quieres que no vaya?— mírenlo, respondiendo a la defensiva.
—No me gusta cuando contestas así— gruño cruzando los brazos.
—Ah, quiero una prensa hidráulica— murmura mirando por la ventana —Sí quiero ir, ya me convenciste.
—¡Será divertido!
—¿Cómo cuánto cuesta una prensa hidráulica?— todavía sigue con eso —¿En dónde la podría comprar?
Tampoco es como si tuviera dinero, nunca lo he visto sacando ni una mísera papeleta.
Aunque esperen, ¿qué tal si me sorprende?
—Dime algo— me le pego tanto que lo arrincono contra la pared del carro —¿Tienes…?— hago la seña del efectivo con los dedos —¡Dinero, Imri!— no entendió mi gesto.
—¿Por qué la pregunta?— ja, haciéndose el interesante.
—¿Tienes o no?— a mí no me va a sorprender.
—Algunos ahorros, sí.
¿Cómo?
Al final, sí estoy sorprendida. Él me quiere dejar en quiebra teniendo su dinero bien guardado
—¿Cómo lo conseguiste?— la respuesta me intriga.
—Pos, trabajando— evade mirando por la ventana, algo me está ocultando —¿De qué otra manera?
—Dijiste que los lobos no dependían del dinero— susurro para que el taxista no crea que está transportando a un par de locos.
—Es verdad.
—¿Entonces?— arqueo la ceja.
—Bueno… Me gusta el dinero.
¡Esa no es una respuesta!
—¿Por qué tuviste que trabajar si en el bosque lo tienes todo?
—Umh— me asombra las pocas ganas que tiene de responder —A diferencia de Fabio, yo no he permanecido toda mi vida allá, eso es todo.
«Eso es todo».
Qué cortante.
Apuesto que este hombre se metió en un par de problemas de los que no quiere hablar ni muerto.
Lo dejaré así, ya pronto me lo dirá.
—No gastes tus ahorros en una prensa hidráulica, no seas caprichoso.
—¿Yo, caprichoso?— dramatiza boquiabierto —Lo dices porque no viste todo lo que esa cosa podía hacer, ¡destruyó una pelota!
—¿Y qué ganarías tú destruyendo una pelota?
—Pues…— no tiene idea —Aah, quiero una prensa hidráulica— reposa la cabeza en la ventana —Lúa, mi cumpleaños es en junio.
Estamos en julio.
—El mío es en Febrero.
—Yo soy más viejo que tú— menudo argumento.
—Imri, de los dos eres el más consciente. No me hagas desconfiar de ti porque necesitamos un buen ejemplo para Ra— espero que mi afirmación lo ponga a pensar.
—Pff, no subestimes lo que puede hacer una prensa hidráulica.
Malditos Youtubers de prensas hidráulicas, dañaron la mente del hombre.
¡Dios te maldiga, capitalismo!
No tiene nada que ver, pero es genial echarle la culpa a algo.
En fin, llegamos al bar faltando unos minutos para las nueve. Por extraño que parezca, Pato estaba a la salida y por su actitud, se nota que me estaba esperando. Por lo regular, yo siempre llego primero que ella, no importa que sea la chica la que establezca la hora de encuentro, yo siempre llego primero.
—¡Ho…!
—Debes ser el novio de Lúa— mi hermosa amiga me cruzó por encima para hablar con Imri, literalmente así pasó —Yo soy Pato— se presenta mirándolo de arriba hacia abajo —La primera vez que te vi llevabas una toalla puesta.
—Cof— le doy con el codo en el brazo.
Con razón llegó primero, quería estar aquí para cuando viniera con Imri.
—Hola, Lulú— saluda con una sonrisa inocente. Seguro ya realizó su acostumbrado análisis visual —Llegaste temprano— observa el reloj que lleva en la muñeca.
—Tú también— sonrío entre dientes. Se le quitó el mal humor ocasionado por su hermana —Y bien, como ya sabes, él es Imri— entrelazo mi brazo con el suyo —Y sí, es mi boyfriend.