Imri.
—Lúa... te quiero— enuncio sentado debajo de la sombra de un árbol —Ash, ¿cómo hacer para no sonar tan ridículo?— mascullo apoyando la cabeza en el tronco.
El árbol queda en el centro del bosque. A mí alrededor se puede escuchar como las aves que viven en las ramas no paran de cantar una melodía unísona. Ese detalle siempre me ha atraído de este paraje, la paz que se siente en el suelo y ambiente, me transmite tranquilidad.
Al ser verano, los rayos del sol son más notables que en otras estaciones; los mismos, se reflejan a través de las ramas coloreando las hojas verdes de un marrón tostado.
Y en esta soledad me pregunto: ¿por qué demonios no puedo decirlo?
Podría hacerlo sin más, la cosa es que no sé si estaré fuera de lugar. Porque, ¿qué tal si solo son otras de sus bromas? ¿Qué tal si...?
—Umh— desvío la vista hacia la talladura escrita en el objeto:
EVxIM
—Oye— murmuro con las cejas bajas —¿Qué crees que pueda hacer?
Me atrevo a decir que Eveling me conocía más que nadie, estoy seguro de que si hubiese una manera de que apareciera, fuera mi mejor consejera. A pesar de que a las malas he aprendido a vivir sin ella, continúo extrañándola. Es tanto que por cosa del destino, Ra cada día se parece más a ella de lo que pudo parecerse a mí.
¿Y si las cosas hubieran pasado diferente? Mi vida hubiera sido distinta, estoy claro de eso. Aunque... en ese futuro se habrían descartado un sin número de cosas.
Ah, eso ya no importa. Lo que importa es lo que está pasando ahora:
—Te quiero...— ¿lo decía en serio, no lo hacía?
¡Pff! Ni siquiera sé por qué le estoy prestando tanta atención a eso, es evidente que solo estaba bromeando, no es como si de verdad estuviera interesada en que le diga eso.
¿Qué tal si...? ¿Arruino nuestra amistad con mis palabras?
Acompañando mi caminata de largos suspiros, me dirigí a donde se encuentra mi manada.
Me sorprendió no sentir la presencia de ninguno de mis compañeros en todo el trayecto hacia allá, es raro que no estén monitoreando el territorio para evitar la presencia de intrusos en el área.
—Hola— saludo a Cristal. De todas mis hermanas, ella es la más accesible. Al ser la más joven, es la que menos resentimiento me guarda. La chica como siempre tenía los pies sumergidos en el río, desde que me vio, los sacó y caminó hacia mí.
—Lindos son los ojos— sacude su largo cabello negro.
—Los tuyos— le doy un pequeño toque en la nariz. De la manada, es la que porta los ojos más bonitos.
—Es raro verte por aquí desde que conseguiste novia— declara yendo al río —¿Qué quieres?
—Vine a buscar a mi hijo, ¿sabes en dónde está?
—Te recomiendo que no te vayas— murmura poniéndose de cuclillas —Onil no para de susurrarle cosas al Alfa, él no te quiere aquí y que no cumplas con tus obligaciones no pone mucho de tu parte.
—¿Y a quién le importa lo que piense o no?— mascullo molesto —Ja, uno no está por varios días y ya creen que tienen voto— frunzo el ceño —Dime dónde está Ra. Es lo único que quiero saber.
—Cumplí con advertirte— se encoge de hombros clavándole las garras a un pez; con la suficiente rapidez, ella lo saca del agua y lo lanza a un recipiente de madera —Vi a Ra con los demás niños cerca de las cuevas.
—¿Jugando...?— ay no.
—Larimar también está con ellos, descuida.
Eso me alivia.
Digamos que los juegos del niño no son muy inofensivos, si antes era brusco en forma humana, no quiero saber ahora que puede transformarse en lobo. Recuerdo que por un tiempo y para que los demás niños no lo lastimaran, decidieron que dejara de jugar por un tiempo con los demás.
Yo no estaba tan de acuerdo con esa decisión, pero tenía sentido. Al ser tan "intenso" con un cuerpo humano, había la probabilidad de que saliera herido al "jugar" con cachorros más fuertes que él.
Con cierto pesar, dejo a mi hermana en el río y me marcho a la dirección previamente dicha. En el bosque hay un par de cuevas conectadas al lago, es fácil acudir a ellas tomando un camino derecho entre los árboles.
—¡Papi!— Ra quien estaba jugando con uno de sus primos, acogió aspecto humano y corrió hacia mí desde que me vio —Papa— me abraza en lo que yo lo cargo.
—¿Cómo estás, campeón?— le acaricio el cabello con una sonrisa —¿Te portaste bien?
—Chí— asiente mirando por detrás de mi espalda —¿La?
—¿Buscas a Lúa?
—¿Onta?
Y la mujer subestimándolo, era obvio que no se olvidaría de ella, al menos no en tan poco tiempo.
—Está fuera del bosque, te llevaré con ella; solo dame unos minutos, ¿sí? — estoy cansado, aún tengo síntomas de resaca y me persigue el incontenible deseo de tirarme al suelo y dormir por unas cuantas horas. El alcohol fue lo peor que me pudo pasar, en diversos aspectos.
Pero, claro, si es que quiero "reconciliarme" con Lúa, tendré que llevarle al niño. Ash, lo que esa mujer me pone a hacer.
Vuelvo a colocar al pequeño en el suelo para que siguiera jugando con sus primos en lo que yo me acababa de recuperar. A lo lejos, Larimar está leyendo una de esas revistas humanas debajo de un árbol de almendras.
—Te ves horrible— señala mientras que yo me tiro al lado suyo. Ese sombrero que lleva puesto, sabrá Dios en donde lo consiguió; le cubre perfecto el rostro de los rayos del sol.
—Bonito gorro— se lo quito con una sonrisa y me lo pongo en el rostro. Debería conseguirme uno de esos, me gusta el color; es un azul tirando a verde —¿A quién se lo robaste?
—No lo robé. El que lo encuentra, se lo queda— me lo arrebata —Se le cayó a una humana, estaba comiendo con su familia en las afueras del bosque.
—Entiendo.
—¿Por qué te ves como si un camión te hubiera pasado por encima? — y sigue con eso.
—Los humanos tienen sus desventajas— suspiro viendo como Ra en forma lobuna, corre por toda la grama junto a cuatro cachorros más —¿El niño ha dado problemas en estos días?