Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 34: Pienso que el amor que le tienes a alguien debería ser suficiente

La gente es demasiada complicada como para ir por el mundo queriendo descifrar a cada persona que se me para enfrente. No obstante, a pesar de que no sea mi deseo, no puedo evitar pensar en si metí la pata o no.

Como ahora. Imri en ningún momento mencionó que se quedaría por un tiempo con su otra manada, es demasiado raro que de un instante a otro, haya cambiado de opinión. No puede ser que mi actitud le haya molestado y que no tenga la valentía suficiente para decirlo, ¡no lo imaginaba tan cobarde! Primero no es capaz de decir que me quiere, y ahora tampoco se atreve a decir que no me quiere.

Estoy anonadada.

Si va a lanzarme a un pozo de interrogantes, ¡mejor que se vaya y no regrese!

Él solito, claro. Ra se queda conmigo.

Que venga a visitarlo una vez al año.

—Nos vemos— sonrío aguantando la furia que siento. ¡No puedo con alguien tan cobarde! ¡Somos como el agua y el aceite!

—¿Incómodo? ¿Presionado? ¿De dónde sacaste tremenda cosa?— vocifera boquiabierto. Es tanta su sorpresa, que ignorando que Fabio supuestamente se encuentra afuera, entra y cierra la puerta —¡¿Qué mosca te picó?!

—¿No te ibas?— desvío la mirada acomodando a Ra en mi cintura.

—Ni tú misma te crees semejante discurso, ¿qué fue todo eso?— ¿Por qué está tan interesado en saber el origen de lo que dije? No es como si fuera tan importante para él.

—Ash, quiero demostrar lo comprensiva y madura que soy, ¡pero tu carota no pone de su parte!

—¡¿Qué tiene que ver mi carota en esto?!

—¡Pu-Pues…! ¡Te quieres ir por lo que sucedió antes de que te fueras a buscar a Ra!— rechino a la vez que hago un sin número de muecas.

—¡Por supuesto que no!— niega enseguida —No está ni cerca de ser una razón. Sabes bien que no puedo permanecer lejos de la manada por tanto tiempo.

—Es demasiada coincidencia.

—Lúa, ¿es en serio?

—Imri, no tenemos que discutir por esto. Simplemente, te quieres ir.

—Pero…

—Está bien.

—¡Oye!— abuchea frunciendo el ceño —¡No es justo!

—¿Qué cosa?

—Ya cuando me decidí, vienes y sales con… Lo que sea que estás diciendo— refunfuña de suspiro.

—No entiendo de qué estás hablando.

—Nuestras conversaciones fueran más sencillas si no me interrumpieras al ha…

—¡Yo no hago eso!

Imri solo se me quedó viendo con una ceja alzada.

De acuerdo, esta vez lo hice. Pero, no es como si pasara siempre.

—Lúa— da varios pasos hacia mí —Déjame hablar.

—Tsh— ruedo los ojos —Está bien, lo siento.

—Yo…— traga saliva. Noto cómo en sus ojos hay nerviosismo —Eh…

¿Qué sucede?

—Pues…

—¿Sí…?

—¿Qué piensas de mí, eh?

¿Y a qué viene eso?

—¿De qué hablas?

—De todo en general— cruza los brazos —Casi siempre estás bromeando, en ocasiones no sé si hablas en serio o no. Es complicado, puede que tú lo veas sencillo, pero yo soy un lobo; es difícil entender a los humanos.

—Así que de todo en general, eh— me quedo pensativa observando a Ra, el niño tiene la cabeza apoyada en mi hombro —Imri, ¿a qué quieres llegar?

—Quiero saber…— oprime los labios —¿Tú…? ¿Me quieres?

—¿Qué?

¿Y esa pregunta?

¿Por qué tan de repente?

¡¿Qué pasó en el bosque?!

—Querías que yo te lo dijera, sin embargo, tú tampoco me haces saber tus sentimientos. También eres insoportable— me da un toque en la punta de la nariz —No me iré de aquí hasta que me des una respuesta, ¿cómo dijiste? A la gente como «nosotros» hay que obligarlas.

—Ya veo— río a pesar de que por dentro me estoy muriendo de la sorpresa.

—Así que, ¿me quieres o no?

Claro, fue una buena alternativa. Volteó la empanada hacia mí.

—¿Cómo sé que no cambiarás tu respuesta basándote en lo que conteste?— aunque no lo considere capaz, es bueno asegurarse.

—No des tanto rodeo y responde, ¿o qué? ¿Tampoco puedes?

Ni que fuera una cobarde.

—Sí, te quiero— me encojo de hombros —¿No era obvio?

Parece que no, Imri cambió la expresión enseguida. Su semblante que irradiaba tensión, se suavizó desde que dije eso.

—Ah— se rasca la cabeza —De acuerdo.

¿De acuerdo?

—¿No falta algo más?— disimulo toser.

—Yo también.

—¿Tú también, qué?

Tranquila, Lúa. Eres madura y comprensiva.

—Eso, lo que dijiste.

¡Al diablo, ni que fuera fruta!

—¡Me vas a volver loca!— grito enfadada —¡Si tanto te pesa, entonces márchate de una buena vez y no regreses!

—Te quiero.

—¡Porque no puede ser que…!— espera un segundo —¿Qué dijiste?

—No sé si se trata de una de tus bromas— suspira en voz baja —Pero, te quiero.

¿Por qué desconfía tanto de la seriedad que le haya puesto al asunto?

No puedo creer que de verdad, él crea que no me esté tomando las cosas con la importancia que deben poseer.

Sí es importante para mí.

—¿Por qué…?— iba a preguntar, pero mejor opté por guardar silencio.

Acomodando a Ra en mis brazos, me aproximé a Imri y le di un abrazo. Al principio y como es normal, el hombre se extrañó por mi gesto, no obstante, no tardó mucho en reaccionar. Él nos rodeó al niño y a mí, no dejó ni un pequeño espacio entre nosotros.

—Dilo de nuevo— pido con una sonrisa —Hasta que se te haga costumbre.

—Te quiero— repite en cuestión de milisegundos.

—Ahora con una canción.

—Ni muerto— se aparta tomándome de los hombros —Ahora sí, me tengo que ir.

—Entonces es cierto.

—Papi, no— le habla Ra con la mitad de su puño en la boca, está todo ensalivado.

—No duraré tantos días— juguetea con el cabello de la criatura —Pórtate bien.

—¿Por cuánto te vas?— pregunto. Apuesto que por tres días.

—Una semana.

—¡¿Cómo así?!— grito impactada —¡¿Por qué tanto?! ¡No es como si el bosque se pudra por tu ausencia!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.