Recuerdo que cuando estaba en secundaria, conocí a una chica que me puso a reflexionar sobre algunas cosas. En una de nuestras conversaciones, ella dijo una frase que por más que al principio me burlara de lo tonta que sonaba, más tarde me puso a pensar. De vez en cuando todavía lo hace:
«Primero vivo, luego suspiro, por último existo».
Ya olvidé su nombre, también como lucía, pero las cosas que decía me parecían interesantes.
¿Cómo tengo que vivir para existir?
—¿Mañana irás a la universidad?— me pregunta Helena. Hace rato que dejamos de hablar sobre Fabio, y bueno, el hombre conocerá una nueva faceta de mí. Le daré razones para verme como una ogra.
—No tengo ganas— bostezo acomodándome en la cama.
—¿Planeas envejecer estudiando o qué cosa? Has retirado más materias de las que podría contar, al menos yo tengo una excusa, ¿cuál es la tuya?
—¿Cómo pasamos de hablar sobre relaciones amorosas a mi futuro?
—Ya quiero ver cuando tu papá se canse de mantenerte.
—¡Ay, no seas así!— reprocho con una mueca —Creo que el diseño gráfico no es lo mío.
—¿Y a estas alturas de juego lo dices?
—Ya verás que un día me pondré las pilas— vuelvo y bostezo con desgana —Nos graduaremos juntas.
—Ni que estuviéramos estudiando la misma carrera.
—Eso no tiene nada que ver, podemos graduarnos el mismo año.
—Ahora que tienes a Ra, inténtalo por él.
—¿Y cómo está Army?
—Su papá vino esta mañana. Estas son las horas que no la ha traído.
—¡¿En serio?!— se va a acabar el mundo.
—Sí, la niña estaba contenta— tomando en cuenta el tono en que lo dice, no parece que la situación le agrade mucho —Si te soy sincera, prefiero que ese tipo no se la pase ilusionando a mi hija para luego abandonarla por meses. Sin embargo, si ella está feliz, yo también lo estoy.
—A los niños les afecta mucho ver a sus padres enemistados, ¿verdad?— soy hija de padres divorciados, pero gracias al cielo nunca fui testigo de alguna disputa entre ellos.
—Le rompió el corazón saber que su hija piensa que no la quiere. Parece que Army escuchó una de nuestras discusiones y el otro día, mientras hablaba con él por teléfono, le dijo "Papi no quiere a Army". Quedé boquiabierta cuando escuché sus palabras.
Ay, no puede ser.
—¡Debes tener cuidado cuando hables con Isaac enfrente de Army!— de solo imaginar la escena, hasta a mí se me destrozó el corazón.
—Tengo cuidado, el punto es que mi niña es bastante inteligente como para no darse cuenta de que ese idiota la evita.
Tampoco es que la evite, esa palabra es un poco fea. Digamos que... Ay, ¿a quién engaño?
—¿Y a dónde se la llevó?
—Dizque a comer helado, ojalá y no la haya dejado botada en casa de la abuela— refunfuña entre dientes —Lo mato de ser así.
—No creo que lo siga haciendo.
Porque sí, antes Isaac solía dejar a la niña de unos tres meses en casa de su mamá, mientras que este le hacía pensar a Helena que estaba con él.
La familia paterna de Army no es tan dedicada como lo es su materna, básicamente dejaban a la pequeña llorando sin ni siquiera comprobar si tenía hambre o los pañales sucios.
Mi amiga se puso como el demonio cuando se enteró de lo que estaba pasando. Y no, no es que supusieran que la pequeña no fuera parte de la familia, sino que, sencillamente, son unos desatendidos.
¿Qué como sé que ellos no opinan eso? Simple. Cada integrante tiene una mancha de color marrón en el muslo. Army la tiene, desde que la revisaron no les quedaron dudas. Suena un poco tonto, pero es mejor eso a que la rechacen.
—Bueno, Lúa. Te dejo, tengo que realizar un montón de asuntos pendientes, nadie me manda a dejarlas por último.
—Suerte y adiós, te quiero.
—¡Yo también, chao!
No bien colgué cuando me di cuenta de que el ambiente se percibía demasiado silencioso para mi gusto. No debí dejar a esos dos a solas por tanto tiempo, le temo más a ese humano mezquino que al lobo que tengo como amigo y otra cosa dentro de poco.
Uy, Fei no va a arruinar mis planes. Primero lo saco con todo y maletas antes de que ose en echar todo a perder con sus truquitos y manipulaciones.
Lo único que le agradezco es que gracias a su bajo intento de seducción, me percaté de una verdad que estaba obviando.
Con los sentidos al tope, me desplacé hacia la sala con el suficiente sigilo para llegar a escuchar algo antes de entrar al sitio. La cosa es que no, no escuché las voces de ambos hombres, ¿será que se están mirando fijamente mientras que de fondo se escucha una música de suspenso?
Imri no es tan abierto como quisiera, lo bueno de esa característica suya es que nunca se metería en problemas.
¿En qué tipo de problemas?
Pues el tener que batallar contra otro hombre por el amor de una damisela que en este caso sería yo. He visto demasiadas películas como para saber cómo terminaría la cuestión.
¿Lo malo?
Esto no es una película.
—Ya volvió Luna Lú— digo con una sonrisa que borro al ver a Fei —¿Qué han hecho?— cuestiono tomando a Ra en mis brazos —¿Eh, mi amor?
—Ih— señala un trozo de masilla con su dedo.
Qué raro, el niño tenía tiempo que no emitía sonidos para comunicar algo.
—¿Y qué? ¿Cómo está Helena?— me pregunta Fei desde el sofá. ¿Por qué está al lado de Imri? Eso no me gusta.
—Muy bien, gracias a Dios— contesto sentándome en medio de ambos —¿Por qué preguntas?
—En el pasado éramos amigos, es normal que lo haga— cierto, antes de dejar su vida tirada a la basura, él era un buen amigo de Helena y Pato, más de la primera que de la segunda. Inclusive lo conocí por ella, la chica me lo presentó diciéndome que tal vez me agradaría y sí que lo hizo por dos años.
Menuda pérdida de tiempo, pff.
—Qué bello, mi amor— elogio una figura que ha hecho el pequeño. Él juntó dos bolas de masilla: la de arriba es enorme y la de abajo es mucho más pequeña —¿Qué hiciste?— me da curiosidad comprobar qué tan amplia es su imaginación.