Te lo cuenta Lúa #1
(EXTRA o ESPECIAL, ay qué sé yo)
Era obvio que la indicada para narrar esta pequeña historia, era yo. Después de todo, conmigo es que se tiene mayor familiaridad y bueno, ¿quién no querría escuchar un relato de Lúa a pesar de que, lamentablemente, no participaré dentro de él y evitaré decir algunos de mis comentarios?
Lo evitaré, lo juro.
Bueno, no.
Bueno, sí.
Ya han sido demasiados buenos, andando.
En fin.
Por lo que parece, hace años (mucho antes de que Ra naciera y por consiguiente, Eveling falleciera); la manada de Imri se estaba enfrentando a unos pequeños problemas con sus vecinos. Creo que lo mencioné antes, pero el bosque está conformado por varias manadas, cada una con su respectivo Alfa.
Así que, la manada ubicada del otro lado del río, y digamos que al frente de la de Emre; no dejaba de reclamar ante los demás Alfas, que este le estaba robando territorio de una manera bastante invasiva, descarada, y pasada de confianza. No son mis palabras, eran las de ellos.
El Alfa de la historia, es el mismo que fue a la fiesta que organizaron los lobos aquel día que me quedé a dormir. Ese que irradiaba autoridad en todo su esplendor, con su semblante atemorizante y eso.
Pues, aunque actualmente la relación entre ambas manadas no esté tan mal, antes era otro caso: había un aura terrible, según me contaron. Un poco más y se armaba una enorme disputa que terminaría involucrando a gente que no tenía nada que ver.
El conflicto creciente entre los dos Alfas, no solo se debía a la demanda de Edry para que no se metieran en sus tierras, sino que a este Alfa le molestaba un poco la actitud que estaba tomando Emre con respecto a la organización de sus lobos: en pocas palabras, este pensaba que la manada del mismo estaba perdiendo el rumbo y se estaban convirtiendo en un nido belicoso.
Y en mi opinión, puede que tenga razón, ya que ajá, no bien entré al bosque cuando Larimar, Fabio y el mismo Emre, estaban dispuestos a atacarme en diferentes momentos del día. Pobre de mi novio de verdad y mi hermoso niño...
Cof, cof. Ya no comentaré más. A seguir con la historia que no se cuenta sola:
—Emre— una noche y cuando el problema estaba por escalar más, Ariangely se le acercó al Alfa para ver si lograba hablar con él de los temas que la suegris prefería evitar.
No estaba allí, pero ser la narradora tiene sus ventajas.
—Tu cara no me dice nada bueno— respondió desde la cima de un árbol. En el tiempo que llevo conociendo a Emre, sé lo mucho que le gusta contemplar la luna desde esa posición. Recuerdo que una vez me dijo que le ayudaba a despejar la mente. Espero que lo que diga no sea tomado como spoiler —¿Qué quieres? ¿Sucedió algo?
—Edry está enojado, todos los Alfas están enojados— reclamó molesta —¿Qué crees que haces? ¡Nos meterás en un lío que ni siquiera podremos ganar! Tus hijos no saben lo que es una guerra, no les hagas esto.
—Si es de pelear, lo haremos— refunfuñó con el ceño fruncido.
—¿Acaso enloqueciste?
Ah, el suegris no era tan manso como ahora.
—¿No te das cuenta de que ese es su deseo?— saltó de las ramas hasta situarse enfrente de su esposa —¿Qué somos un enjambre de belicosos, es en serio? Solo defendemos lo que es nuestro. Es lo que les he enseñado a mis hijos y es lo mismo que les enseñaré a mis nietos, ¡a proteger lo que es suyo! Ese sujeto no nos quiere cerca y no para de inventar mentiras para hacernos caer mal.
—¿Crees que no estoy molesta?— masculló frotando las palmas contra el pecho del Alfa —Amor, somos un equipo. Yo veo lo que tú no ves— le tomó de las mejillas —Fingir es una cualidad que pocos tienen, podemos simular que hemos cambiado y así nos dejarán en paz. Podremos seguir haciendo de las nuestras a escondidas, y enfrente de ellos dibujar una sonrisa dócil. Nada más debemos disculparnos y prometer cosas que no tenemos que cumplir.
—Sabes que no puedo— por eso es mi suegris favorito, él no se hubiera atrevido a darme un vestido ajeno —Soy el Alfa, sabes que soy el ejemplo de nuestros hijos. Mira a Onil, copia al pie de la letra mis indicaciones.
—Es mejor eso que mandarnos a morir.
—No subestimes a la manada— respiró profundo —Dime algo, ¿a qué te referiste cuando dijiste que podríamos seguir haciendo de las nuestras?
—¿De qué hablas?— parpadeó varias veces.
—Ahora mismo dijiste que...— guardó silencio —No me hagas repetir la pregunta.
—Ah, «eso»— se alejó un poco —Ya sabes, mi vida linda— se aclaró la garganta —Por cosas nuestras me quise referir a... «Eso».
—¿No has hecho nada a mis espaldas, verdad?— se aproximó a la Alfa con un tono firme —¿No me has metido en problemas, verdad?
—¿No...?— sonrió abiertamente. Ay, esa risita de Ariangely —No me mires así— le dio unos pequeños golpes en el hombro —¡Amor!
—¿Tú no eres la autora de lo que está pasando, verdad?— es raro que Emre no tenga canas —¡Ariangely, contesta!
—Puede que sí, puede que...— darse cuenta de la molestia del Alfa, le hizo rehacer su respuesta —No pensé que Edry se enojaría tanto, solo porque se le quitara la orilla del otro lado del río.
—Entonces sí era verdad lo de que mi manada le estaba robando territorio...
—Un poquito y ya— suspiró sin culpa —Le ordené a Imri, Eveling y Rem, que aumentarán poco a poco los límites de nuestra frontera... no creí que se darían cuenta de que teníamos más espacio, ¿desde cuándo la manada de Edry utiliza mapas?
—Tanto problema para que, al final, fuera tu culpa...— estaba sin palabras —¿Estás consciente de que ibas a ser la responsable de la guerra de haberse armado?
—Por eso te quería convencer para que no la hicieras— se refugió en sus brazos y comenzó a pasar la frente por su pecho con movimientos rápidos —Perdóname, amor. ¿Sí? No te quería decir para que no estés enojado conmigo, fue mi error y me doy cuenta de eso. Lamento causarte problemas como Alfa.