Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 43: Por qué es tan importante prestarle atención a lo que hicimos hace tiempo

Por más que Onil no me haya dicho nada sobre lo que sea que haya hecho Imri en el pasado, admito que desde que el hombre se fue, no he parado de darle mente al asunto.

¿Por qué es tan importante prestarle atención a lo que se hizo hace tiempo?

En cien años, nadie nos recordará. Entonces, ¿por qué la opinión que tienen las personas sobre nosotros es tan relevante? ¿Por qué nos duele tanto lo que hicimos si al final del día, estamos aprendiendo? Claro, es parte de reflexionar.

Vaya disparate.

Aunque, pensándolo bien, soy la menos indicada para decir eso. Los errores que cometí en el pasado, son los que ahora me persiguen en el presente.

¿Imri estará pasando por lo mismo?

Es lo más probable.

—¿Qué te pasa?— me pregunta Pato, mientras que estamos sentadas en una banca del edificio de medicina, escogimos este lugar porque nos quedaba de paso. Desde aquí, podemos observar la gran multitud de estudiantes que se desplazan de un lado a otro, como lo que son: seres sin alma, que necesitan de puntos para subsistir.

Helena no ha salido de clase.

—¿Umh?— levanto la cabeza que antes tenía baja. En estos momentos, soy la peor compañía que se puede tener, tengo la mente en demasiadas cosas.

—¿Sucede algo?— debo estar actuando bastante extraño como para que Pato, que se encontraba distraída en su celular, lo haya dejado de lado para hablarme —Te noto desanimada.

—Puede que sí lo esté— suspiro cruzando los brazos —Pato, dime algo. ¿El pasado es crucial para ti?

—¿A qué te refieres?

—Hay gente que se fija en el pasado de una persona para, con base en él, construir una idea de lo que es la misma— arrugo la frente —Ignorando que, tal vez, las acciones que tomó dicho individuo no define su presente.

—Entiendo— ¿En verdad lo hizo?

—Sí...— me quedo en silencio con la vista perdida en la nada. En verdad, Pato no es la indicada para hablar de cosas serias.

—Mira— echa un suspiro que parece eterno —Puede que tu pasado no defina quien eres en el presente, aun así, define una parte de él. Las cosas no suceden porque sí, ¿me doy a entender?— creo —Estás aquí, justo a mi lado, por decisiones que tomaste antes. En pocas palabras, pienso que aunque no seas la persona de hace unos meses, la persona de hace unos meses reside en ti.

—Temo que el concepto que tengo de alguien, no sea el correcto— me encojo con las cejas bajas.

Maldita sea, Onil. ¡Ya me caes mal, mira como llenaste mi mente de tonterías!

—Las personas nunca mostramos nuestras verdaderas caras— bosteza apoyando la cabeza en mi hombro —Sea porque queramos impresionar o para ocultar quienes somos realmente, siempre enseñaremos nuestra mejor versión.

—¿Esta es tu mejor versión?— levanto las cejas impresionada. Que Pato haya dado una respuesta así, me deja sin palabras.

—¡¿Y por qué lo preguntas de ese modo?!

—¡No lo hice por nada malo!— la rodeo con mi brazo —Solo me sorprende que me hayas tomado en serio.

—¿Tan mala soy?

—Solo eres Pato— analizándolo bien, no fue la mejor respuesta.

—Yo también he tenido la cabeza ocupada— fue lo último que dijo antes de que cada quien cogiera por su lado.

Como ella tenía que tomar otra clase en unos cinco minutos, y yo ya había acabado por hoy; nosotras nos despedimos con un abrazo y quedamos en vernos luego.

Me he dado cuenta de que últimamente no le estoy dedicando tanto tiempo a mis amigas, sé que en el futuro las cosas serán diferentes, cada una tendrá obligaciones que atender, pero mientras estemos así, quiero que compartamos todas las experiencias que podamos.

Sí, gracias al cielo que ellas piensan igual que yo, porque me ha tocado compartir con personas que asumen que soy ridícula por atesorar momentos que para los demás son insignificantes. Me gusta recopilar recuerdos, tal vez por eso suelo recordar las cosas con más facilidad.

Mi mamá también era así; recuerdo que ella era de las primeras que se lanzaba con una cámara para capturar las reuniones y logros familiares. Cuando cierro los ojos, es una de las escenas que más visualizo en mi cabeza.

Jum, «¡Lúa, sonríele a la cámara!». Ahora que no la tengo, entiendo el significado de sus acciones, quisiera haber podido grabarla como ella lo hacía con nosotros...

—Es raro que alguien con una personalidad tan fuerte, sea tan tímido al mismo tiempo— sonrío viendo la foto que Imri y yo nos tomamos aquella noche que él se emborrachó hasta las cejas. Estoy dentro del taxi, mientras que espero llegar a casa, estoy revisando mi celular como método de entretenimiento.

Esa es la única foto que tenemos juntos, viéndolo de cerca, en sus ojos se nota lo inseguro que es. Aunque su sonrisa es bonita, me gusta.

—Dios mío, ¿qué he estado haciendo en todo este tiempo?— el taxista estará pensando que lleva a una loca por la manera en la que hablo conmigo misma.

Y es que, ¡nada más tengo diez fotos de Ra!

Soy una vergüenza, ¿qué madre tendría solo diez fotos de su niño? No me da ni para hacer un tiktok.

¡Diez fotos! Ningún video, ningún sticker adorable... ¡Fracasé como millenial!

Espera. ¿Soy millenial? Tengo veintiún años, estamos en el 2022 y he sobrevivido a más fines del mundo de los que podría contar.

Rápidamente, busqué información en Internet y el resultado fue frustrante, ¡soy un fracaso doble! Ni siquiera sabía a qué generación pertenecía. En realidad soy centennial.

Malditas generaciones, ¿por qué tienen que generalizar la conducta que tuvieron miles de personas en un determinado tiempo?

Como sea, Ra se va a tener que preparar, porque llenaré mi celular con material de su hermoso rostro. También Imri, claro. Por más que este último sea más complicado.

—Señorita.

Al diablo, Onil. No me importa lo que diga, ¿qué no ponga a Imri en un pedestal? ¡No pongo a nadie! ¡Él también es mi familia junto a Ra!, no me importa lo que otros opinen, ¡que el pasado se vaya a la mierda!




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