Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 52: Visualizo un futuro en que las cosas sean mejores

Onil.

Porque sí, algo me dice que la cicatriz que tiene en el rostro fue la que agravó más el asunto. Si Imri y Onil consiguen caerse bien, es muy probable que Emre se vea seducido por la idea de perdonar a su hijo.

El hombre no vino solo, entró acompañado de la mujer a la que le hizo un escándalo. Ahora que sé que es su esposa, los veo con una perspectiva diferente… Me sorprende que hayan venido juntos, por la reacción que ella tuvo cuando lo vio en la universidad, creí que no quería saber nada de él.

¿Será que la obligó a venir…? No lo parece, es como si ella tuviera las riendas y él solamente la siguiera. Con esa cara que monta, no es como si hubiera estado interesado en venir.

—Ahí tienes a tu cuñado— señala Larimar. ¿Qué querrá? —Me debes un favor, que no se te olvide.

—Los amigos no se deben favores— resoplo haciéndome la desentendida —Menos nosotras que estamos unidas por el amor que le tenemos a Ra.

—Jum— vaya manera de desviar una conversación. La mujer se retiró hacia un sitio desconocido para mí; no me interesa saber a dónde fue siempre y cuando no interfiera en mis cosas.

Llevo puesto un vestido blanco sin mangas con escote en V; su longitud está sobre las rodillas y de peinado, me decidí por usar el cabello suelto. Además, tengo unos tacones dorados que combinan con los globos que hay en la sala.

La foto de Ra está de primera plana en la pared, junto a una cinta que dice «feliz cumpleaños». Yo le compré un bizcocho sencillo, uno normal de tres plantas, la figura de un carro rojo en la superficie y con doble glaseado.

Sí, creo que exageré un poco. Va y le cae mal como el helado de chocolate.

Al lado del bizcocho, hay múltiples regalos y caramelos.

Las bebidas alcohólicas están sobre una mesa más alta, para no exponer al niño a un ambiente denso, decidimos esperar a que se duerma. Si su reloj biológico no falla, estará roncando para antes de las nueve.

No veo a mis papás por ningún sitio, ni mucho menos a mis amigos. ¡¿En dónde se metió la representación humana?!

Oh, espera.

—¡Pa!— lo intercepté al abrir la puerta. Con una sonrisa, lo rodeo con mis brazos a la vez que él hace lo mismo —¡Jelou!

—Hey— saluda mientras que nos separamos para saludar también a Marien quien luce espléndida —¿Qué tal?

—Le traje un regalito al niño— dice ella con lo que parece un carro envuelto con papel de regalo —Espero que le guste.

—¡Lo amará!— aplaudo recibiendo el obsequio —¿Y qué? ¿Acabaron de llegar?

—Así es, mientras entrábamos nos topamos con…— menuda coordinación, llegaron al mismo tiempo. Los Alfas también entraron por la puerta observando todo a su alrededor.

—¡Pa, tienen que conocer a los papás de Im!— clamo agarrándolo del brazo tanto a él como a Marien.

Este es el momento que más estaba esperando, ¡mis papás y los de Imri, conociéndose!

¡Estoy que grito!

—¡Emre, Ariangely!— les llamo entusiasmada —¡Hola!— me siento como una niña que visita Disney por primera vez.

Mientras que las mujeres lucen espléndidas, no me sorprende, hay una gran diferencia en la forma de vestir de papi y Emre. El primero tiene un traje de saco de color negro, y el último, solo se puso una camiseta simple de color gris, unos pantalones y guao, para mi sorpresa usa zapatos.

La alfa se ve hermosa por más que vista prendas sencillas: un vestido blanco, sin mangas, en corte en uve y hasta el suelo; a la vez, Marien quien es más extravagante, tiene un vestido rojo, de escote redondo que le llega hasta los talones. Hay que destacar que su falda es de estilo acampanado.

—Hola— sonríe la Alfa, ellos no vinieron solos, trajeron consigo al hermano menor de Imri; creo que se llamaba Rem.

—Hola, Rem— espero no haberme equivocado.

—Ah— ¿Y esa reacción? Él se encogió de hombros caminando alrededor de la sala —¿Y la comida? Tengo hambre.

¿Cómo?

—Ajaja— disimuladamente, no tan disimulado, Ariangely lo jaló del brazo y le dio un pequeño golpe por detrás de la cabeza —Él siempre de gracioso— esa sonrisa de ella —¿Qué tal si saludas?

—Ump— hace un montón de muecas —Hola— ¿por qué es tan seco conmigo? ¡¿Yo que le hice?!

—No te alejes demasiado— le advierte su madre soltándolo y él asiente con un poco de fastidio.

El chico finalmente se marcha dejándonos a los cuatro.

—Discúlpenlo, pasa que no quería venir.

¿Entonces por qué lo trajo?

—¿Y mi nieto?— pregunta Emre.

—Oh, Imri lo está cambiando— la interrupción de Rem no me dejó presentar a mis papás de una manera apropiada —Por cierto, él es mi papá— señalo con la mano —Y ella es Marien, mi…— ¿cómo se escucharía mejor? —Madrastra.

No me gusta esa palabra, pero me sentiría rara de llamarla abiertamente «mamá». Lo malo es que la palabra madrastra ha sido infravalorada, satanizada y todos los malos adjetivos que existen. Esa palabrita suena como si fuera Cenicienta y ella la diabólica madrastra que no me deja ser feliz con una de las personas que más quiero: Ra.

Ay, Imri también, pero de un modo diferente.

Como amo a ese pequeñito lindo.

—Sí, nos conocimos en la entrada— contesta Marien a risas.

¿Cómo así? ¡¿Qué no me diga que se arruinó la presentación que había practicado por más de diez horas?!

—Nos reconocieron de inmediato— secunda Ariangely —Ellos nos preguntaron si éramos los papás de Imri, admito que me sorprendí mucho, no sabía que nos parecíamos tanto.

—El muchacho tiene sus ojos— resalta papi —Y su expresión coincide con la de usted— se dirige a Emre —Por eso, cuando los vimos, quisimos confirmar esa duda.

Ay, entonces se presentaron por su cuenta…

¡Estoy que lloro!

—Déjame decirte que tus papás son personas bastante agradables— ¿será verdad lo que dice? —Ya veo a quien saliste tan carismática— puede que sí lo sea.




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