Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 54: Hay instantes que son buenos para tomar un respiro de vez en cuando

Hasta ahora no ha pasado nada extraño en mi fiesta, los invitados (que para decir verdad no son tantos), fueron formando sus pequeños grupos de conversación y parecen divertirse. Tanto mis papás como los de Imri, se agradaron y ahora mismo no dejan de reírse en la sala, mientras que Ra está jugando con algunos juguetes que le trajeron.

Hace unos buenos minutos que mandé a ese par de hermanos a comprar hielo y no han regresado, me pregunto cómo están; no creo que se hayan matado de camino aquí, todavía no ha salido nadie con el grito al cielo debido a eso.

—Por un momento pensé que no vendrías— le digo a Helena. Ambas estamos en el patio y la mujer no tiene mucho de haber llegado —Espero que por lo menos el regalo que le hayas traído a Ra, valga la pena.

—¿Había que traer regalo?— parpadea un par de veces haciéndose la desentendida.

—Andas bien ausente desde que te enteraste de los lobos— suspiro sentándome en una de las sillas de hierro —Casi no te veo.

—Sí, es verdad que estoy un poco perdida, pero créeme, no es por eso— toma asiento al lado de mí —He estado pendiente a algunos asuntos.

—¿Asuntos, cómo cuáles? —tal vez está en problemas y no me he dado cuenta.

—Cosas de Army, lo difícil que es conseguir empleo, y lo increíblemente complicados que se están volviendo mis estudios. Ahora mismo tengo la mente en otras cosas, lo siento si no he tenido tiempo para ustedes.

—¡Oye!— acerco más la silla hacia donde ella —Dije lo que dije porque te extraño. Si estás ocupada en otras cosas más importantes, te entiendo y no te preocupes, recuerda que estoy aquí por si me necesitas.

—Sí, lo sé— me da unas pequeñas palmaditas en la cabeza —¿Y qué? ¿Qué has hecho? Ponme al tanto.

—Amh...— lo que sucedió en el parque fue de las cosas más frustrantes —No sabes lo que me pasó— mascullo con las cejas bajas —¡Tuve mi primera mala experiencia maternal!

—¿De qué hablas?

—Pues llevé a mi pequeño cachorrito al parque para que se divirtiera con otros niños y haga amiguitos, también estaba interesada en conseguir mami-amigas para pedirles consejos sobre crianza y así. El punto es que Ra mordió un poco a otro niño y su mamá se puso como loca.

—Ay, no— hace una mueca.

—Y yo, que estaba ilusionada por conocer otras mamás, no te imaginas la decepción que sentí.

—Hay madres que son un poco más intensas que el resto. Aunque... no entiendo, ¿cómo es eso que querías mami-amigas?

—Siempre hay un grupito de mamás que se comparten experiencias y cuentan la mínima cosa que hacen sus retoños como si fuera lo más grande del mundo, quería ser parte de eso; no sé, tener personas a quienes pedirles orientación y así.

—Umh, comprendo— conozco a Helena lo suficiente como para darme cuenta cuando le molesta algo, ahora mismo, eso está pasando.

—¿Qué sucede?

—Pues..., yo también soy mamá. Aunque tal vez no te dé esa impresión, lo soy. Fuiste en busca de "mami-amigas" cuando yo, si quieres, podría serlo. Es decir, a lo que me quiero referir es que no me tomaste en cuenta para eso, ¿por qué?

—Ouh— hago una pequeña mueca —No es que no te haya tomado en cuenta, sino que tú y yo somos ami-hermanas y no fue hasta hace poco que adopté a Ra como mi hijo y bueno... Tú casi nunca mencionas tus cosas con Army y...

—Ya lo dijiste, no fue hasta hace poco que decidiste convertirte en la mamá de ese niño. De nosotras tres, yo era la única que se había convertido en madre, por lo que sentía que si hablaba demasiado de esa faceta mía, las llegaría a cansar.

—¿Pero por qué pensarías eso? Sabes lo mucho que la amamos.

—Sí, me consta. El problema es que aunque no lo entiendas, es complicado. A veces uno se siente así, he escuchado los comentarios de la gente sobre las personas que nos convertimos en padres; dicen que nuestras vidas se resumen en hablar hasta el hartazgo de nuestros hijos y yo no quería que ustedes pensaran eso.

Con razón, ella casi nunca menciona a Army, solo cosas breves. Detesto como no nos enteramos a tiempo de detalles como estos.

—Pato y yo siempre estaremos dispuestas a escuchar todo lo relacionado contigo— le doy el más fuerte de los abrazos —¡Sabes que te quiero!

—¿Podemos ser mami-amigas?

—¡Claro que sí!— río estrujándola a todas partes —Es genial que Army sea un año mayor, así me puedes aconsejar qué hacer cuando Ra esté pasando una etapa que la niña ya pasó.

—Ah, prepárate; los dos años son los más difíciles.

—¿Cómo así?

Ni siquiera puedo imaginar la escena del parque repitiéndose de nuevo, ¡qué miedo! ¿Qué los dos años es la edad más difícil? ¡No lo acepto!

La explicación de Helena se vio interrumpida por la aparición de dos elementos bastante opuestos, pero iguales en el sentido del poco deseo que tengo de hablar con ellos. A la izquierda, aquel supuesto artista que prometió cantar en mi fiesta y no lo ha hecho por razones que desconozco; y a la derecha, ay, preferiría hablar con dos Fei que con mi tan agradable cuñado.

Un segundo, ¿por qué tiene una gasa en la nariz? ¿Qué le pasó?

—¿Y tú con qué chocaste?— dudo que haya sido eso —Onil— le sonrío de oreja a oreja —¿Ya compraste el hielo?

—Necesito que hablemos— solicita Fei mirando al hombre de reojo. Ambos llegaron casi al mismo tiempo —Oh, ¡y hola Helena! ¿Al menos tú sabías que estaba por aquí?

—Me vengo enterando— contesta mi amiga.

—Quiero que vengas conmigo— demanda Onil con la cara más dura que haya visto.

¿Necesito o quiero? Hasta por la manera de articular oraciones se conoce mucho de la otra persona. Yo... quiero vivir por un buen rato más, algo me dice que la salida de ese par de hermanos no salió tan bien como obviamente imaginé, les falta mucho por hacer las paces, hasta empiezo a pensar que sería más fácil retomar el antiguo plan de ganarnos al Alfa y mandar a este al diablo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.