Dicen por ahí que el tiempo es subjetivo. No es lo mismo estar estudiando en la universidad, que compartiendo un rato bonito en el cumpleaños del cachorrito que adoptaste.
No entiendo por qué, pero hay ocasiones en las que percibo los momentos más lentos de la cuenta. Estar aquí, viendo como todos sonríen mientras que rodean a Ra para cantarle feliz cumpleaños, me hace tener un inusual sentimiento de… No sé, ¿extrañez?
El niño no para de moverse en mis brazos. Un solo descuido mío y él terminará por meter su pequeño puño en el centro del bizcocho que tanto le costó al pastelero hacer debido a que ninguna versión me convencía en lo absoluto. Quería que todo fuese tan perfecto que estoy segura de que le provoqué traumas al pobre hombre, junto a sus hijos que crecerán recordando a la intensa mujer que no dejó en paz a su papá hasta que terminó el encargo.
Sí, admito que soy otra persona cuando me obsesiono con algo.
¿Para qué negarlo?
—¡Ah!— digamos que contrario a mí, no le gusta mucho la atención —¡Cocho!— señala el pastel como si en esos dos años que ha vivido, no hubiera comido nunca —¡Eso, eso!— insiste abriendo y cerrando su puño —¡Mami, eso!
—¡Ay!, estate quieto para la foto— le digo con varias muecas, Imri que está a mi lado, nada más se limita a sonreír lo que no ayuda mucho —Espera a que te canten cumpleaños.
—Aaah…
¡¿Eh?! ¿Cómo que va a llorar? ¡Piensa sabotear su propio cumpleaños!
—Mejor terminar rápido con esto— comenta su papá tomándolo —Oye, no llores. No te van a dejar sin bizcocho— me ofende que me haga esto, ¡a mí!
—¡¿Cómo era la canción?!— Clama Marien con un aplauso —¡Te celebro tu cumpleaños, tan pronto viva somar el sol…!
¿El qué? Ay, mejor cantar la clásica.
—Eh, Eh— interrumpe Ariangely —¡Cumpleaños feliz!— grita a risas.
¿Cómo es eso de que tanto el lado humano como el lobuno no sabe cantar una canción de cumpleaños? ¿Es en serio?
—Mejor hacerlo bien— dice papá, empezando a cantar. Por debajo, animo a Imri a hacer lo mismo a punta de codeos, que no se quede atrás.
Y así todos recitamos la canción. Uno más desafinados que otros, pero lo importante es que aunque Ra no entendiera por qué estábamos haciendo eso, el niño recibió su tan deseada rebanada de bizcocho. Sí, es tan genial ser pequeño y tener como pensamientos: «¿cuándo me van a dar de comer?» «¿Acaso me dejaran morir de hambre?» «¡Voy a llorar!».
—Da-me— pide. No, ordena mientras que está sentado en mi regazo. Nosotros estamos en el sofá a la vez que Imri platica no sé qué cosas con Fabio, como el último es de lo más gestual, tengo una idea del tema que están tratando. Oh, sí, el movimiento de sus labios y sus acciones me dicen que conversan sobre… ¿De qué están hablando? —¡Ah!— uy, Ra es demasiado impaciente.
—Aquí tienes— se la doy haciendo de avioncito —¿Quién es el inquieto de mami?— sonrío jugueteando con su nariz —No te dejaré morir de hambre, mi bebito lindo, solo que mami estaba averiguando algo.
—Interesante— escucho la voz de Pato detrás de mis espaldas —Sería divertido hacerte una grabación y enviársela a tú yo del pasado— comenta sentándose al lado de mí —Increíblemente divertido.
—Lo bueno es que los viajes en el tiempo no existen. ¿Te imaginas viajando a través de las líneas alternativas?
—No sería tan malo, ¡tengo ideas visionarias!— levanta ambos pulgares —Imagina un mundo en el que andar desnudo fuera legal.
—¿Qué?— ¿Para que quisiera ver las miserias de la gente?
—¡Hace calor!
—¿Estás borracha?— arqueo la ceja.
—Posiblemente— aparece Helena tomando asiento al lado de Pato, de esta manera, la última quedó en medio de ambas.
Aw, me encanta cuando estamos las tres juntas.
—¡Oigan!, es una buena idea— masculla con varias muecas —Aunque a la gente no fitness, no se les va a aplicar esta ley. Oh, esperen, ahora que lo pienso: Como las personas andarían desnudas por la vida, se van a preocupar más por tener un cuerpo hermoso que enseñar, y tendrán una vida sana para mantenerlo. ¡Dios mío! ¡He descubierto la solución contra las enfermedades que provienen por mala alimentación! ¡Adiós a la obesidad!
—Sí, estás borracha— arrugo la frente.
—¿Por qué son tan malas conmigo?— rechina cruzada de brazos.
—¿Cómo que malas?
—Dirás pacientes— se burla Helena.
—¡Pues sí, son malas y en especial tú!— me apunta con los ojos achicados, lo que me hace levantar las cejas sorprendida —¿No podías invitar a más hombres… no sé, apuestos y solteros? Helena me contó que el amigo de Imri le ha estado coqueteando. Por Dios, te estás pasando con eso de hacerte de rogar, yo que tú no perdería el tiempo y me lo llevaría a donde ya sabes— le recrimina a la chica —No piensas en mí, Lúa. Me queda claro. ¿Qué hay de Patria, eh? Las opciones son muy pocas, ¡es más! ¡No tengo opciones! Le pegué el ojo al hermano de Imri, pero la ternurita me dijo que estaba casado y por la personalidad que tuvo cuando pasó lo de Fei, ¡uff! Me quedó claro, somos incompatibles, ¡imposible!
—Estamos en el cumpleaños de mi niño de dos años— sermoneo dándole de comer —Ponle hielo a tu calentura.
—Creo que estoy perdiendo mi encanto.
—Oye, ¿y qué fue lo que precisamente sucedió con Fei? ¿Por qué está herido?— le pregunta Helena.
El hombre está a varios metros de nosotras, parece que se tomó demasiado en serio lo de conquistar a Lala la loca. Nunca dejará de ser un inmaduro, solo hay que ver los gestos que emplea al platicar con ella; todo su lenguaje corporal lo delata.
Pato no es la única calenturienta aquí.
—Estaba con la ternurita…
—¿Pero quién es la ternurita?— interrumpe confundida.
—Ay, andas más perdida que Nemo— busca algo con la mirada —¿Ves al chico de allá?— señala a Rem quien se encuentra en una silla. Mientras que Ariangely está en otra, él tiene la cabeza recostada en el regazo de su mamá con los ojos cerrados —Él es el hermano menor de Imri por lo que tengo entendido, tiene dieciocho y le puse ese apodo por su cara de no romper ni un solo plato. No entiendo por qué me causa ternura, me parece bonito…— tanto Helena como yo levantamos las cejas —¡Pero no en plan romántico! ¡¿Qué están pensando?! ¿No escucharon cuando dije que tiene dieciocho?