Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 58: Mi egoísmo es más grande que el amor que le tengo

Cuando eres adolescente, la mejor técnica para excusar tus errores, es decir, «ay, es que estoy creciendo».

No obstante, ¿qué aplica cuando pasas de los veinte y sigues metiendo la pata? ¿Que todavía soy joven?

Será medio desmotivante proviniendo de mí, pero confieso que he sentido miedo; temo que en el futuro todavía no sea capaz de ser más medida con mis acciones. Tuve que cargar con muchos problemas en el pasado, y pese a ello, continuo equivocándome.

¿Por qué es que se me hace tan difícil controlar mis emociones?

Es frustrante, fastidioso…, lamentable.

¿Cómo puedo llamarme una adulta responsable cuando no puedo hacer lo más esencial? ¿De qué manera supongo ser un ejemplo para Ra?

Umh, ni siquiera llego a eso.

Por más que tomara a Ra y quisiera huir del bosque con todas mis fuerzas, no lo conseguí. La destreza humana no es nada comparada al pequeño grupo de lobos que me estaba persiguiendo, todavía no comprendo en qué me equivoqué, pero la presencia de otra manada me indicó que no estaba siguiendo el camino correcto.

La aparición repentina de uno de los lobos detuvo mi recorrido. El hombre, porque sí, posee forma humanoide; se puso enfrente de mí, alzando ambos brazos con carácter burlesco. Mientras que Ra gruñía sin parar, los demás lobos (algunos transformados y otros no), nos rodearon de lado a lado sin dejarnos escapatoria.

—¡¿Y ustedes quiénes son?!— pregunto agarrando más fuerte al niño. Desde que estas personas aparecieron, él acogió un temperamento hostil.

Los pulgosos de apariencia humana, portan una vestimenta un poco más suelta que los de la manada de Imri: ellos nada más llevan puesto un pantalón de tela color negro dejando a relucir su torso desnudo. Son descuidados; la longitud de sus cabellos es media, y lo tienen todo desarreglado. Algunos hasta forman grandes y esponjosos arbustos.

—Lo mismo pregunto— contesta por lo que parece el líder de ellos. La persona delante de mis narices; de cabello negro, ojos aceituna, piel tostada y cuerpo esbelto.

—¿Una humana con un cachorro de lobos?— interroga otro transformado. Alguien de complexión delgada, cabello castaño y ojos cafés.

—Que se lo haya robado es imposible, más tomando en cuenta el comportamiento de la criatura— comenta el tercer hombre. Sus rasgos son bastante finos a comparación de sus compañeros, tiene incluso el cabello tan castaño que, en la posición adecuada, podrían verse rubios —¿Quién demonios eres?— apuesto que con esa voz ronca y su marrón tan penetrante de ojos, busca intimidarme.

Y bueno, me estoy meando de miedo.

Una cosa es lo que piense y otra lo que muestre, no me puedo dar el lujo de demostrar lo tan asustada que estoy porque, sino me veré débil ante ellos y eso a los lobos les encanta.

Ay, señor bendito. Sácame de esta y juro que seré una gente de bien:

Iré a la iglesia

Obedeceré a papi

No tendré pensamientos eróticos… Bueno, eso no.

Tú me creaste, no puedo pelear contra la naturaleza que me diste.

¡Se puede considerar pecado!

—Me estaba dirigiendo a la manada de Emre cuando ustedes se interpusieron en mi camino— inhalo una buena cantidad de aire —Me refiero al Alfa; el Alfa Emre. Él es su nieto— señalo a Ra.

Una de dos, o nos utilizan como rehenes o nos dejan ir.

¿Cuál será esta manada? Ojalá y sea la del suegro de Onil.

¡¿Cómo sea la de Raviv?! ¡Maldición!

—Así que de la manada de Emre…— se lo piensa el líder —¿Cuál es tu papel en esto?

¿Ahora es un interrogatorio?

—¿Dónde estoy?— tampoco puedo vagar por el mundo dando tanta información con facilidad —¿Quiénes son ustedes y por qué me emboscan de esta manera?— he visto esa pose antes, el modo en que los lobos se inclinan hacia adelante y gruñen por lo bajo. Cualquier mal movimiento de mi parte y esta historia terminará mal.

—Será mejor que respondas— arremete acercándose y yo por instinto retrocedo.

—Ggr— gruñe Ra tornando los ojos de una tonalidad amarillenta. El pequeño enseña los colmillos a la vez que no aparta la vista del hombre.

La última vez que lo vi actuando así, fue cuando quiso protegerme del ataque de Fabio. Es lo que está haciendo justo ahora.

Es malo que responda y es peor que no lo haga. No puedo peligrar el bienestar de Ra.

—Estoy con su papá— admito entredientes.

—¡Aguarda!— exclama el delgado —Había escuchado sobre ti, no pensé que los rumores fueran ciertos— se ríe claramente sorprendido —Eres la mujer de Imri, la humana. ¿No es así?

Esa afirmación estuvo de más, pero sí.

—Ahora que saben quienes somos, ¿es posible que dejen pasar esto? Mis intenciones nunca fueron molestarlos. Lo único que quiero es llegar a la manada del Alfa Emre— por sus intercambios de miradas, dudo que me hagan caso —Miren que bien, somos vecinos. ¡Los buenos vecinos llevan la fiesta en paz!— no sirve de nada intentar conquistarlos. Me miran como si fuera un bicho raro.

—¿Qué haremos contigo?— el líder se cruza de brazos lo que me pone los vellos de punta —Eres una forastera que se ha metido en territorio ajeno, de dejarte ir como si nada, ¿qué clase de lobos seríamos?

Tras su pregunta, los que tenían su forma original, comenzaron a emitir un gruñido grupal a la vez que se aproximaban a pasos lentos y desafiantes. Ra, en un parpadear de ojos, se apartó de mis brazos y cayó en el suelo transformándose. El niño, ahora un cachorro, les ladraba en un vago intento de alejarlos; su tono tan fino, pero a la vez firme, era el acto más noble que había presenciado.

Yo lo expuse, y ahora me está protegiendo cuando se supone que es mi deber hacerlo…

—¡No saldrán bien parados si nos hacen daño!— amenazo cerrando los puños —¡Soy bien importante, los Alfas me aman!

—No te vamos a matar— el de rasgos finos levanta la ceja —Ahora bien, como pueden garantizarnos muchas cosas…— se hace paso entre sus compañeros —Vendrán con nosotros a las buenas o a las malas— desvía la atención hacia Ra —No se le puede negar lo valiente, un niño a su edad no haría estas cosas.




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