Dudo que podamos fingir que nada ha pasado después de lo que sucedió. Por más que me sienta agradecida por haberme ayudado, no puedo dejar de pensar en el significado de su acción:
«Este niño continúa siendo mi sobrino y aquella mujer que tienes… mi cuñada».
Si alguien me hubiese contado que en un futuro ocurriría esto, no se lo hubiera creído.
—Oni, tío— Ra no ha parado de decirle así en todo lo que llevamos caminando. Es la primera vez que lo escucho dirigiéndose de esa manera al hombre —Tío— repite, mientras que yo lo tengo en brazos. Lo cargo tal y como un koala a su cría.
Él, sin embargo, se dedica a continuar su trayecto. No ha volteado a ver a la criatura ni un solo segundo y eso es frío considerando que es un pequeño de dos años el que lo está llamando.
—¿Y yo, Ra?— le pregunta Rem obstruyéndole la vista —¿Yo que soy, eh?— se le nota ansioso.
A la vez que el chico lo observa expectante, con un brillo en la mirada e inquieto por lo que el niño tenga por decir; este último nada más le mira con desinterés. —Oni, tío— señala y desde aquí escuché como se le rompió el corazón en mil pedazos.
Si Onil era frío, Ra era el rey del hielo.
—¡¿Eh?!— estoy casi segura de que su grito se escuchó a gran escala —Me refiero a mí, Rem. Tío, Rem— no podría ser más insistente —¿Viste como golpeé a esos tipos? ¡Soy superfuerte!
—Oni.
—¡¿Pero cómo que Oni?! ¡¿Por qué es que nunca consigo ganar el respeto de los niños?!
—¿No será porque te ven como un niño más?— cuestiona el hombre deteniéndose —Madura de una buena vez y ya cállate que me desesperas.
—Tampoco me trates así— masculla entre dientes —Tengo razones para quejarme.
Menuda relación. Este hombre es bien tosco, hasta me da curiosidad saber cómo trata a su esposa. Aunque, no es tan malo como se muestra.
—Oye— iba a emprender camino, pero mi voz lo detuvo —No te he dado las gracias por tu ayuda— puedo ser de todo menos malagradecida.
—Qué tonto— ¡¿Ay, por qué se comporta así?! Ni Imri era tan malo cuando nos conocimos —Tu gratitud me es indiferente.
—¿Por qué protestaste por mí?— de haberle dado la gana, él nada más se hubiera preocupado por Ra. Es más, me habría dejado con esos tipos sin importarle nada —Sé que no soy una de tus personas favoritas. No tenías por qué— lo frustrante es que la razón por la que Onil puede estar molesto conmigo, se debe a que quiera que él y su hermano hagan las paces.
—Hice lo que debía hacer, no le des tantas vueltas al asunto si te es posible— corta dándome la espalda —Ahora, dejen de perder el tiempo y muévanse. No tenemos todo el día.
—Le agradas— me susurra Rem, lo que provoca que abra los ojos de par en par.
—¡¿Eh?!— llamé la atención del hombre, así que disimulé mi expresión en cuanto volteó hacia nosotros —¿Cómo es eso posible?— se nota que no ha visto cómo me trata.
—Me acostumbré tanto a tratar con la horrible personalidad de mi hermano que aprendí a diferenciar cuando a él le agrada o disgusta otra persona. Un ejemplo de lo que digo es que, como mínimo, él te hubiera gritado por haber entrado al bosque poniéndote en peligro. ¿Y lo hizo? Pues no. Fíjate que me dejó esperando con los oídos tapados.
Tal vez tenga razón. Según van las cosas, veo improbable que exista algún tipo de amistad entre nosotros, pero no parece que me odie; al menos no del modo que yo pensaba.
Onil no es como Imri, mientras que a este último no le molesta tanto que rompan su espacio; con él es distinto y por eso mi plan falló.
Antes mencioné que el hombre actuaba distinto cuando nos conocimos, recuerdo que pudimos conversar con normalidad en aquella cafetería de la universidad. Actualmente, no es así. Onil se comporta diferente porque al ser una persona con la que se debe ir a un ritmo más lento, adoptó una conducta defensiva al sentir que irrumpía en su relación con Im.
Fui tan invasiva que arruiné algún indicio de caernos bien.
En pocas palabras, lo asusté.
Él es el que se tiene que acercar a nosotros, no al revés. Me tardé en comprenderlo.
—¡Cuando regrese a casa les voy a invitar una hamburguesa con doble carne y mucho queso!— mejor comenzar de cero —Se los prometo.
—¡¿En serio?!— es fácil hacer que los ojos le brillen al chico —¡Yo quiero!
—¡Yo!— contesta Ra.
—¡Los tres fueron muy valientes!— le doy varios besos al pequeño.
—Ah, no fue nada. Te dije que te protegería.
—Mi hermanito es muy fuerte— comento pasando la mano sobre su cabello —Hace rato que quería golpear a esos imbe…— no es apropiado decir malas palabras delante del niño —Esos estúpidos me tenían hasta las narices.
—Lo que me sorprende es que Onil haya sido capaz de escuchar el aullido del niño, eres muy sensible.
—Pff— responde él.
Su sentido tan desarrollado es de temer, ya que, Ra tampoco es que haya aullado tan fuerte como para haberlo escuchado por más que se trataran de lobos.
El resto del camino fue silencioso. Rem se transformó por lo que dejó de hablarme para correr por el perímetro. Onil seguía con la vista al frente y Ra en ningún momento apartó sus pequeños bracitos de mí.
Contemplar el área me hizo dar cuenta de que no estaba tan perdida como pensaba, todavía desconozco la razón por la que me desvié hasta tal punto que me metí en el territorio de otra manada. Lo que sí sé es que nunca en mi vida volveré a actuar de esa manera, aprendí mi lección, lo que hice fue muy malo.
Ahora lo único que me falta es enfrentar las consecuencias. Me queda claro que toparme con aquellos lobos no fue nada comparado con lo que se viene.
¡Aah!, temo entrar por esa cueva.
Quiero ver a Imri, ¡pero no quiero ir allá y dar la cara! Nunca me había sentido tan asustada por la reacción de alguien ante algo que hice mal. ¿Esto es lo que significa hacerse responsable de sus acciones? ¡En el pasado no sufría remordimientos ni nada, y ahora mis piernas tiemblan por cada centímetro que nos acercamos!