Soy la mamá de un niño lobo, ¿y ahora qué sigue?

Capítulo 61: Un testarudo con culpa, es peor que un imprudente sin consciencia

Ay, mi gran error por poco me iba a costar mi noviazgo, estoy segura de que sí. Era la primera vez que Imri se enojaba de esa manera conmigo.

Me sentía tan mal que por un momento pensé que lo más factible era alejarme de él y de Ra. Después de todo, no dejo de meterlos en problemas por más que quiera.

Dios, incluso lloré enfrente de él. ¿En qué estaba pensando? Las lágrimas salieron y ya, no las pude controlar. Tenía demasiado estrés acumulado… supongo.

Acumulo muchos sentimientos.

Me pregunto qué pensaría mamá con esta situación, la extraño. Ahora más que nunca lo hago.

—Imri, te siento un poco caliente— le digo con la mano en su frente. No entiendo por qué al hombre le da fiebre cuando tiene una herida. A diferencia de los lobos que había visto en películas, su resistencia es mínima —¿En serio crees que lo mejor será esperar por Elaine? Ella se ha tardado mucho, va y en el tiempo que la esperamos, termines enfermando.

—Estoy bien, descuida— me sonríe acostado en el suelo. Tampoco creo que este lugar esté en condiciones óptimas —Elaine es buena en lo que hace, ya verás cómo la fiebre se me bajará pronto.

—Eres muy débil— apuesto que él querrá que me vaya, el problema es que no sabré cómo lidiar con la preocupación si lo hago —¿Qué tal si los lobos de ese sujeto deciden atacar de nuevo? ¿Cómo te vas a defender si estás así? Ven conmigo, estarás más seguro en la ciudad que aquí y lo sabes.

—Los alfas están reunidos. Los lobos de Raviv deben estar asustados por las represalias que tomemos tras su ataque, no creo que se atrevan a abandonar su manada o a su Alfa.

—¿Estás seguro?

—Más que seguro.

—Está bien— es mejor que lo deje descansar, necesito investigar un par de cosas con mi fuente confiable de información —Duerme un poco, te hará bien para recuperar fuerzas— le plasmo un beso en la mejilla —Yo mientras, veré en qué puedo ayudar allá fuera.

—Dios— hace una mueca arrugando la frente —Me siento como un inútil.

—¿Eh? ¿A qué te refieres? ¡De no haber sido por ti, ahora mismo Emre estuviera herido!— entiendo que se sienta así, mientras que los otros lobos se encuentran en acción, él está aquí —¿Qué importa si los demás se están desplazando de un lugar a otro? Cuando mi papá me llevaba a su trabajo, yo iba de esquina a esquina con la misma hoja en manos para que creyeran que estaba trabajando.

Y bien que me resultó, en esa época me gané un sin número de elogios por la dedicación que demostraba.

—Tienes razón— le ayudo a acomodarse para que no se lastime —Yo no dudé un segundo antes de proteger a mi papá.

—Lo sé, por eso eres mi novi-lobo bonito— jum, es divertido ver lo blanda que es la piel de Imri, sus mejillas son tan apretables —Y bien, descansa. Llámame si necesitas algo.

—Sí.

Entrar y salir de la cueva no debe ser una tarea difícil para los lobos, pero para mí que soy humana y que tengo una estatura no muy baja que digamos; es medio complicado. Tengo que ponerme en cuatro patas y de allí salir con toda la paciencia del mundo.

Ahora que lo pienso, ¿cómo sería la vista por detrás? Debe ser lo suficientemente interesante como para que Imri se me quede viendo fijamente. Me di cuenta cuando le di una última miradita y él desvió rápidamente el rostro de una manera sospechosa, hasta cerró los ojos para fingir que estaba durmiendo.

Pero qué picarón.

Dejando eso de lado, ¿en dónde estará mi gossip boy favorito? No lo veo en ningún lado y es extraño, aunque pensándolo bien, él siempre aparece en los momentos menos oportunos. Ahora que por fin lo busco, Fabio no aparece.

Recorrí varios metros del bosque buscando a la persona que me pondría al día de completamente todo, me detuve al escuchar su voz… ¿Discutiendo con alguien?

—¡No importan tus razones, no debiste hacerlo!— me escabullí entre los árboles y desde allí pude ver como le gritaba a una mujer de cabello oscuro y ojos verdosos. Ella lo está mirando con los brazos cruzados y una expresión furiosa, Fabio no es la excepción.

—¡¿Tan poco te importan las niñas?!

—No metas a las gemelas en esto, el problema eres tú. ¿Por qué lo hiciste? ¡No sabes nada de la ciudad y de todos modos decidiste llevarte a las niñas y ponerlas en peligro! ¡¿Estás loca?!

—Tú y yo teníamos un trato. Me quedaría con las niñas por una semana, y tú una semana también. ¡Ningún cambio!

—¡Admite que eres tan mala que nada más te interesa joderme!

—¡Oh, me descubriste!— ríe como maniática —¡Soy mala en todos los sentidos! Soy una mala madre, así que, señor buen padre. ¡¿Por qué no te quedas con las niñas por siempre si tanto te preocupa su bienestar y no solo que el tenerlas no te permita tener sexo con aquella zorra?!

¿Eh? Un segundo, por el bien de esa tipa, espero que no esté hablando así de mi Helena. ¡No me importa que sea cien veces más fuerte que yo!

—¡Lana!

Convirtiéndose en loba, la mujer se marchó en cuanto terminó su discurso. No me esperaba ver a Fabio molesto, desconocía esta faceta de él. Ahora que lo pienso, no es como si tuviera mucha información; ni siquiera recuerdo el nombre de sus niñas.

—Potente— esa fue la única palabra que se me salió de la boca al ver que el hombre descubrió mi husmeo, no tan nada discreto. Su expresión no luce como siempre, sí que le fastidió hablar con la mamá de las niñas y con razón, sabrá Dios de lo que llevaban discutiendo antes de que yo llegara.

—¿No estabas ocupada discutiendo con Imri?— nunca me caerá bien, nunca de los nuncas.

—Andas atrasado en la historia— sonrío cuando por dentro quiero matarlo —Estamos mejor que nunca.

—No me sorprende tomando en cuenta tu nivel de ogradez— ¿esa palabra existe? —Y emh…— hace una mueca —¿Qué tanto escuchaste?

No estaría bien contarle a Helena lo que pasó, después de todo, la información provendría de una conversación que escuché a escondidas. Además de que es bueno que ellos dos arreglen sus problemas; el que se mete en fuego, sale bien quemado.




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