Prólogo
–Caros passageiros em poucos minutos pousamos no Aeroporto Internacional Antônio Carlos Jobim, na cidade do Rio de Janeiro, por favor, coloque seus cintos de segurança, obrigado (Estimados pasajeros en unos minutos aterrizaremos en el Aeropuerto Internacional Antônio Carlos Jobim, de la ciudad de Río de Janeiro, por favor colocarse los cinturones de seguridad, Gracias) –se escuchó por los altavoces del avión.
–¡Poor fiiin! Tantas horas de vuelo me durmieron el trasero –pronunció mi “adorado” hermano, logrando que mi enojo aumentara considerablemente.
–¡No te deberías quejar, ya que el que quería venir eras tú! –le dije de lo más irritado –Si fuese por mí me encontraría en la mansión atendiendo mis deberes de alfa –él rodó los ojos y comenzó a emular, como un niño, lo que yo estaba diciendo. –Pero por tú culpa estoy en un avión rumbo a una zona tropical.
–No te enojes, cosito, porque te vas a arrugar. Además tú solito aceptaste mi invitación, yo no te obligué –dijo de lo más inocente.
–¡Me drogaste! –Exclamo, a punto de perder los estribos de mi cordura.
–Yo no hice nada de eso –sonó tan convincente que cualquiera que no lo conozca caería en su engaño.
–No te hagas, Iván, pusiste algo en mi bebida para que aceptara venir contigo, porque de lo contrario ¡JAMÁS HUBIESE ACEPTADO TU INVITACIÓN! –mi voz retumbó por todo el lugar molestando a los otros pasajeros.
–Primero que nada, no grites que me estás avergonzando –dijo mientras se cubría la cara con las manos.
–Segundo, antes de que sigas con tus ridículos reclamos te recuerdo que cuando estabas intercambiando tu asquerosa saliva con una de mis "amigas" no te quejaste de estar en ese estado –dijo con burla.
–¡ESOOO ES ALGO COMPLETAMENTE DIFERENTE! –volví alzar la voz, llamando la atención de todos una vez más.
–Senhor por favor fale mais (señor por favor hable más bajo} –bufó la azafata.
«Seguramente uno de los pasajeros se quejó del escándalo que tenemos Iván y yo» pensé.
–Me desculpe {Perdone} –respondí rápidamente. –No pienso hablar sobre ese tema aquí –murmuré para dar el tema por zanjado, por ahora, pero mi odioso hermano interpretó esto como símbolo de que había ganado nuestra pequeña riña, por lo que esbozó una gran sonrisa.
Mi hermano es Iván Vuković y honestamente me apiado de la pobre alma que será su mate, su compañera de vida, porque la mayor parte del tiempo es un imbécil.
–Cambia esa cara, cosito –dijo cuándo bajamos del avión –Te prometo que ¡VAMOS A PASARLA GENIAL! –Gritó eufórico y yo solo solté un gruñido, me enfermaba su entusiasmo. –Cosito, la idea de este viaje es que te relajes un poco. No todo es trabajo, trabajo y más trabajo.
–Gracias a los Dioses tú no eres el Alfa, porque la manada sería un completo desastre –digo entre dientes y él se rió a carcajadas.
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