Soy la mate del alfa

Cap 4

Capítulo 4


El trayecto del hotel a la casa de mi prima se me hizo muy corto y eso que se encuentran a una distancia considerable.


– ¡Ya voy Pppppppprrrrrriiiiiiiiiiii! –se escuchó la voz chillona de Daniela desde el interior de la casa.

 

– Hola, Dana –la salude cuando me abrió. Ella al verme inmediatamente me dio uno de sus "abrazos de oso", esos que no te dejan respirar –Estás hermosa, el cambio de ambiente te ha sentado de maravilla –la elogio al deshacer nuestra muestra de afecto.


– Gracias –me hizo dar una vuelta completa –tú no estás nada horrorosa. De hecho se podría decir que estás casi tan guapa como yo, pero ambas sabemos que eso es imposible –me guiñó el ojo y yo ruedo los ojos.


– No has cambiado en lo absoluto, sigues igual de vanidosa y narcisista –le digo y ella lo que hace es arrastrarme hasta el interior de su casa.


Absolutamente toda la decoración gritaba "Daniela"; empezando por las paredes rojo pasión, pasando por la mesa dorada llena de revistas de moda y el  enorme sofá dorado con rojo.


Mi prima desde que era niña ha tenido una obsesión con el color rojo y dorado. Al principio creí que era porque esos colores se usaban en navidad, y ella adora esa época del año, pero últimamente estoy pensando que se debe a la influencia que tuvo Harry Potter en su vida.


– Dana, ni se te ocurra trabajar como decoradora de interiores porque te mueres de hambre –bromeo, en lo que nos sentamos en el sofá –Cualquier persona normal le daría grima vivir en una casa cuya decoración sea exclusivamente dorado y rojo.


– Me importa una mierda la opinión de los demás, a la que le tiene que gustar es a mí –dice al encogerse de hombros –Cambiado de tema, no entiendo cómo preferiste quedarte en ese asqueroso hotel en vez de dormir en casa de tu amada prima que tiene siglos sin verte –hizo un puchero –¿Acaso ya no me quieres?

 

– Claro que te quiero, Dana –la abracé –Lo que pasa es que yo no vengo de vacaciones, vine para asistir a la conferencia que se realizara en ese hotel.

 

– Esa maldita conferencia me robara el tiempo que puedo pasar contigo –dijo fastidiada –Pero me importa un bledo lo que diga el señor Miller todos los momentos que tengas libre me pertenecen solamente a mí y no se habla más del asunto.


Daniela estaba haciendo un excelente trabajo al no hacerme pensar en los Miller, pero al nombrar al padre me acordé del hijo y eso me puso triste.

 

– ¿Qué te sucede? ¿Por qué esas cara triste? ¿Dije algo malo?

 

– No es nada, tranquila –mentí –Háblame de ti ¿Ya tienes novio?

 

– No trates de desviar la conversación. A ti te pasa algo y me lo vas a decir en este momento –demandó en tono militar.


No pude evitar compadecerme del futuro novio de mi prima, porque será todo menos "una perita en dulce".


– ¿Uno de los Miller te hizo algo? –Desvié la mirada para evitar sus inquisidora mirada –Fue el maldito de  Luis o ¿me equivoco? –Interrogó como si fuese mi madre y no me quedó de otra que asentir con la cabeza.

 

– Se enamoró de alguien más –admito con pensar y en lo que me vio derramar la primera lágrima me abrazó.

 

– Anna, eso estaba preanunciado –dijo acariciando mi cabeza –Yo te advertí que él nunca te iba a dejar de ver como su hermanita menor.


– Daniela, lo menos que necesito en este momento es un típico "te lo dije" –balbuceo a causa de la obstrucción de mi nariz por tanto llorar.

 

– Lo siento, se me salió –se disculpó. –¿Cómo te enteraste que se había enamorado de otra? ¿Él te lo dijo?
  

– No, lo escuche por accidente –ella limpió mis mejillas con un pañuelo desechable –Pero fue mejor así –le quito el pañuelo y me sacudo la nariz –no hubiese soportado escuchar de sus labios lo fantástica que es, o peor aun lo que lo enamoró de ella.

 

– Eso no le quita lo poco hombre, él debió establecer distancia entre ustedes cuando se dio cuenta de tus sentimientos.

 

– Él no lo sabe, nunca le he confesado mis sentimientos –lo defiendo –porque yo sabía que las posibilidades de que él se enamorará de mí eran escasas, pero como “la esperanza es lo último que se pierde” mantuve viva la ilusión de tener una relación con él.

 

– Anna, no sigas engañándote, te he dicho muchas veces que Luis siempre supo que estabas perdidamente enamorada de él, pero sencillamente quiso jugar con tus sentimientos –volví a romper en llanto por lo bruscas de la palabras de mi prima. –Ya no llores, no me gusta verte sufrir –me entregó otro pañuelo –solo quiero que reacciones, que abras los ojos; Luis Miller, al igual que todos los hombres, no vale la pena.

 

– Él…es…diferente –alegue. Daniela rodó los ojos y una mueca de rabia se dibujó en su cara. Ella sabía que por más que hablara pestes de Luis yo nunca dejaría de defenderlo.

 

– Aun así, no vale la pena que llores por él. Tú eres una mujer súper especial; que se mereces a alguien mejor que él –se puso de pie –Así que mientras llega ese hombre vas a olvidarte de ese tonto de Luis Miller y una buena rumba te ayudará con eso–me tomó por el brazo y me arrastró hasta su recamara.

 

– No, Daniela. Mañana tengo que levantarme temprano, recuerda que tengo la confe…

 

– Te vas conmigo de rumba y es mi última palabra –me cortó –necesitas olvidar, desahogar tus penas y eso solo lo conseguirás con unos tragos encima.

 

– Daniela, no creo… –el sonido de mi celular me interrumpió y al leer el nombre en la pantalla un escalofrío surcó mi cuerpo.

 

– ¿Quién es? –quiso saber.

 

– Es Lu… –no termine la oración porque ella me arrebató el teléfono de las manos.


– ¡Miserable, Canalla, poco hombre! –le gritó al aparato que no dejaba de sonar.




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