Capítulo 5
.*Anna*.
Daniela insistió tanto en que usara maquillaje, para supuestamente resaltar el color de mis ojos, que termine accediendo, igual que acepte usar ese mini vestido rojo y unos tacones de aguja negros.
– Dana, no me siento yo con este atuendo –comenté al ver en el espejo de cuerpo completo el resultado final.
– Esa es la idea, tonta –se puso junto a mí. –Pero para completar el look hay que… –soltó la goma de mi cabello dejando que éste cayera sobre mis hombros. –Ahora sí pareces otra y luces genial.
– No me gusta usar el cabello suelto –Me quejo e intento recogérmelo de nuevo pero ella no me deja.
– La idea de que te veas diferente, es que te sientas de la misma forma para que no te cohíbas de hacer lo que quieras –me dio una nalgada –Y te aseguro que así como estás llamarás más la atención que yo.
– Lo dudo –dije señalando su mini vestido de lentejuelas doradas, que la hacía ver como una bola disco. –Además preferiría pasar desapercibida.
– Nada de eso, Anna. Quedamos en que saldrías de tu zona de confort. –Alegó y no me quedo de otra que soltar un suspiro de resignación, ella tenía razón.
– Esta bien, pero... –me tapó la boca con su mano para contestar su teléfono.
– Estoy casi lista... Sí, mi prima irá conmigo... Ese lugar no me gusta mucho, mejor vamos a... ¿Es el dueño?... Está bien, solo iré por los tragos gratis –empezó a reírse –Por ti no iría ni a la esquina –volvió a reírse –Ok, te mando un mensaje cuando estemos allá –cortó la llamada y me enfocó. –¿Te sientes lista? Ya los chicos nos están esperando.
– Pues no lo hagamos esperar más –mencione lo más animada que pude, no me quedaba otro remedio: “Si no puedes con el enemigo, únetele”.
– ¡Esa es la actitud! –gritó con demasiada emoción para mi gusto.
[...]
Después de conducir el Jeep rojo de Daniela por 20 minutos, llegamos a la discoteca Mariuzinn Copacabana. Su fachada era llamativa y llegué a pensar que me divertiría, pero en lo que cruzamos las puertas, diversos olores se comienzan a filtrar en mis fosas nasales; sudor, alcohol, vomito, cigarrillo, tabaco y otros olores que no supe identificar.
«Esto me pasa por tener olfato de perro». –Desde niña he tenido muy buen sentido del olfato pero eso en vez de beneficiarme lo que hace es perjudicarme en momentos como estos.
– Vamos a pedir algo de tomar –gritó Daniela en mi oído, para que la oyera por encima de la música y jaló de mi brazo hasta que llegamos a la barra, le dijo al barman que eramos amigas de un tal Tavo y pidió dos cócteles multicolor.
– No seas tonta, bébelo –me animó cuando vio que observaba el líquido con desconfianza. Le di un pequeño sorbo y me agradó la mezcla entre amargo y dulce. –Allá están los chicos –volvió a tomar mi mano y fuimos hasta una mesa donde se encontraba un afrodescendiente de ojos verdes acompañado de un chico blanco de ojos color miel bien llamativos.
– Pri, te presento a Peter –señaló al chico de ojos verdes. –Y él es Tavo –el otro chico me miró de arriba a abajo con una enorme sonrisa.
– Es un placer conocer por fin a la prima de Daniela, ella habla mucho de ti –dijo Peter y yo solo atine a esbozar una sonrisa de boca cerrada.
– Anna, di algo –pronunció mi prima pero de mi garganta no salió ningún sonido.
– ¿Qué te parece si vamos a bailar un rato, preciosa? –le propuso Peter a Daniela y ella asintió.
– Te dejo en buenas manos, él es de confianza –me susurró en el oído antes de irse.
Mi vista se dirigió a Tavo y me desagradó que me estuviese observando con lujuria; como si fuese un plato de comida muy apetecible y él tuviese un semana sin probar bocado.
«Le prometí a Dana que me iba a divertir, así que ignoraré a este tipo y desahogare mi dolor con alcohol» –me bebí de un solo golpe todo el contenido de mi copa.
– ¿Podrías trerme otra copa? –le pedí amablemente. Yo no era una borracha pero no quería estar cerca del él y la mejor manera, que se me ocurrió, para alejarlo era esa.
– Lo que mi reina pida –dijo en un tono que me pareció desagradable.
«Esta noche será muy larga» –pensé con pesar.
[...]
Ya han pasado más de una hora desde que estoy sentada y no sé cuántos cócteles he tomado, pero ya el alcohol está haciendo efecto en mi organismo.
– ¿La estás pasando bien? –me pregunta Tavo; que no ha hecho nada que no sea ir a la barra por mis tragos cada vez que se lo pido.
– No… sé si es por la.ca.tidad de licor que..he consumido pero me alegro...de haber venido –respondí sin dejarme de reír (como todo borracho) –Queeedoo....bailar –lo tomé de la mano y me dirigí a la pista de baile.
Sin saber cuál canción estaba sonando comencé a menear mi cuerpo.
Tavo al darse cuenta que no iba al ritmo de la música toma mis caderas para guiarme hasta ir al compás de la música. Por mis genes latinos no tarde en coger el ritmo, pero antes de que empezara a divertirme las manos de Tavo emigraron hasta mi trasero y lo apretó fuertemente.
– NO... Tabio... –lo empuje –Ya no quier..o bailar contigo –añadí luego de darle una bofetada. Él puso cara de pocos amigos, se largó a no sé dónde y terminé de bailar la primera canción sola.
– ¡ES...A...ME...EN...CANTA! –Grité cuando la canción "Dura" comenzó a sonar por las cornetas. –¡¿Alguien quiere bailar conmigoooooOOOOooooOOO...?!
En menos de dos segundos unos brazos fuertes y cálidos me tomaron por la cintura.
– Yo deseo bailar contigo, belleza. Claro si eres capaz de seguirme el paso –dijo una seductora voz masculina en mi oído.