Capítulo 7 parte 1
.*Anna*
Lo primero que sentí, cuando fui consciente de mí misma, fue el pululante dolor en mi cabeza.
«¿Qué me pasó? ¿Por qué me duele la cabeza?» –me pregunto en lo que consigo abrir los ojos pero por la oscuridad absoluta donde me encuentro no logro ver nada.
– Esta no es mi recamara –murmuro al no recocer el olor de las sabanas. –Si no estoy en casa de mis abuelos ¿Dónde estoy? –todo lo sucedido ayer viene a mi cabeza de golpe; la llegada a Brasil, Luis admitiendo que está enamorado de otra, Daniela obligándome a ir con ella a esa discoteca, yo bebiéndo todos los tragos que Tavo me daba y nada más.
¿Qué más había sucedido? ¿Dónde estaba Daniela? ¿Qué tenían esas copas multicolores que me hicieron borrar el casete y no me dejaron pensar con claridad? Y muchas otras dudas asaltaron la mente, pero no seguí pensando en ellas porque sentí como una mano se aferraba a mi cintura.
«No puedo creerlo alguien está a mi lado y seguramente es el baboso de Tavo».
– ¡¡Suélteme enfermo!! –grité al levantarme con premura de la cama y por el movimiento tan brusco caí como un saco en el piso.
Alguien aplaudió dos veces y las luces se encendieron.
– ¿Estás bien? –me pregunta en lo que se incorpora de la cama y me ofrece su mano para ayudar a levantarme.
Cuando mis ojos ascendieron por su brazo me di cuenta que él estaba completamente desnudo, al igual que yo.
–¡QUÉ TE IMPORTA! –volví a gritar y le aventé lo primero que encontré que fue una almohada. –¡DESVERGONZADO! –le lancé esta vez un zapato que lo esquivo sin problemas.
–Trata de tranquilizarte un poco para que podamos hablar de lo que pasó anoche –mis brazos cayeron flácidos a los lados.
–No me digas que tú y yo... –no pude terminar la oración, porque no concebía la idea de que yo me hubiese acostado con él, aunque dada la situación era obvio que sí.
«A menos que ambos nos hayamos quedado dormidos» –intente convencerme a todo costa.
–¿Quién eres tú? ¿Sabes lo que pasó entre nosotros? ¿Cómo terminamos aquí? –le exigí saber, ya que yo no recordaba ni siquiera su nombre. –¿Acaso no piensas responder?
–Disculpa, pero con la hermosa vista que tengo no puedo concentrarme –comenta y siento mis mejillas arder.
Rápidamente agarro la sabana para cubrir mi desnudez y él empezó a reírse.
–No tienes nada que no haya visto, tocado y besado ya –en ese momento quise que la tierra se abriera y me tragara; este momento era de lo más bochornoso.
–¡CUBRETE TÚ TAMBIÉN! –grité, pero luego me arrepentí cuando las palpitaciones en mi cabeza se hicieron más intensas.
–No me apetece –dijo con humor y no pude contenerme más; empecé a arrojarle todo lo que encontraba (zapatos, almohadas, cojines, lámparas, teléfonos, ceniceros, ropa hecha jirones entre otras cosas).
Tenía la intención de matarlo o mínimo dejarlo en coma por el resto de su vida, pero él tenía muy buenos reflejos y esquivaba todos mis ataques.
–Mi nombre es Adolfo Vuković. –se presentó, sin dejar de saltar, como un conejo, por toda la habitación.
–Nos conocimos en la discoteca y bailamos toda la noche –dejé de lanzarle objetos, porque me sorprendió que dijera eso. Por muy borracha que hubiese estado recordaría haber conocido a alguien tan guapo como él.
–Si quieres que hablemos cubre esa cosa horrorosa –él se rió ante mi comentario. –¿Acaso no sientes vergüenza de estar desnudo frente a una dama? –Agregué luego de voltear la cara para no seguir viendo su aparato reproductor.
–No te acuerdas de nada ¿Cierto? –Negué con la cabeza –No me extraña, con lo borracha que estabas –se rió más fuerte.
–¡No te rías de mí! –encontré otro zapato y no dude en arrojarlo. Él como estaba distraído, enrollando una toalla en su cintura, no se dio cuenta del ataque y proyectil impacto directo en su cara, otorgándome el mi turno de reírme.
–Muy graciosa eh –quiso agarrarme, pero fui más rápida y salí corriendo.
Él estuvo persiguiéndome por unos minutos hasta que me alcanzó e intento besarme pero lo empuje.
–No te equivoques, una cosa es que te haya dejado besarme estando borracha y otra cosa muy diferente es que lo haga consciente –murmuré porque el horrible dolor de cabeza me estaba pasando factura por todo lo que corrí y grité.
–Te juro que pondré todo de mi parte para que quieras besarme y hacer todo lo que hicimos ayer sin estar influenciada por el alcohol –dijo y mi cara se calentó una vez más.
–Eso quiere decir...que...que...tú...y...yo... –esbozó una estúpida sonrisa.
–Sí, hicimos el amor –terminó por mí y con ello todas mis esperanzas desaparecieron.
–Que estúpida –digo al mismo tiempo que golpeo la frente con la palma de la mano y él se vuelve a reír de mí. –Si te sigues riendo te mataré –lo amenacé mientras que le dedicaba una de mis miradas letales; esas que dice: “Muérete”.
«Es muy guapo» –reconocí después de observarlo bien.
Era un rubio muy simpático, con unos ojos azules bastante exóticos y ni hablar de su estupenda anatomía.
«Por lo menos perdí mi virginidad con un hombre muy atractivo ¿Pero qué estoy diciendo?» –sacudo la cabeza para alejar esos pensamientos de mi cabeza. –«Pasar tanto tiempo con Daniela ya me comenzó a afectar el cerebro».
–¿En qué piensas, my moon? –frunzo el ceño y las ganas de matarlo aumentaron.
–Mi nombre es Anna no Luna –le reclamo y una sonrisa se dibuja en su rostro, así como su mirada se llena de ¿Ternura? Imposible, no tiene por qué mirarme con ternura, solo somos dos extraños.
–Lo sé –intenta acariciar mi mejilla pero no le dejo –¿Me dirás en qué pensabas?