Soy la mate del alfa

Cap 7 parte 2

Capítulo 7 parte 2

 

.+Adolfo+.


«¡Maldita sea, Velika!» –le doy una patada al sofá y éste terminó estrellándose contra la parad –«No debí dejarme llevar. Debí hacerte caso» –golpeo una de las mesas de la estancia reduciéndola a añicos –«Ahora percibo todas sus emociones y me siento como un desgraciado».


*'No me digas'* –habló con ironía mi lobo.


«Ella se siente muy mal».


*'¿Y cómo esperabas que se sintiera? ¿Feliz y contenta? Ella es una humana ¡IDIOTA!'*.


«¡Joder! No sabía que era virgen» –Golpeo la pared.


*'Y por no hacerme caso, por no controlar las hormonas descontroladas de adolescente, ahora ella te odia y cree que eres igual de miserable que su padre'* –continuó como si no hubiese opinado nada.


– ¿Qué es todo ese ruido, cosito?¿Qué huracán pasó por aquí? –pregunta Iván al entrar en mi cuarto, sin invitación alguna.


–¿Quién te dio llaves de mi habitación? —cuestiono de brazos cruzados y golpeando el piso una y otra vez con el pie, impaciente por que se marche.


–Eso no interesa –hizo un ademán con la mano para restarle importancia.


«Seguramente fue la recepcionista» –me dije a mí mismo al recordar que ella le estaba haciendo ojitos a mi hermano cuando llegamos.


–Largo de aquí, Iván –uso un tono demasiado hostil para referirme al único familiar vivo que me queda.


–¿Por qué estás tan molesto? Pensé que después de bailar con mi cuñada, hoy... –se calló y frunció el ceño, al ver los restos del vestido de Anna. –¿Ella está aquí? –preguntó con asombro y picardía al examinar la prenda. Pero antes de que pudiera sacarlo a patadas Anna salió del baño con mi camisa puesta.


*'Mira esos ojos rojos y todo es por tu causa'* –me reclamó mi lobo. —*'Eres un bruto, un animal, un salvaje...'*


–Increíble, te moviste más rápido de lo que pensé –la voz de Iván provocó que mi lobo se callara.


*'¡Siléncialo antes de que salga con una de sus burradas!'* –me aconsejó Velika pero ya Iván estaba hablando con ella.


–Hello, darling –la saludó dándole un beso en cada mejilla. –¿Hablas español?, do you speak English?, parle franc...


–Español y ¿Tú quién eres? –preguntó muy confundida. No la culpo, esta situación no podía resultar más extraña.


– Soy la esposa de Adolfo y tú debes ser la zorra con la se arrevolcó anoche, mucho gusto. —Iván le tendió la mano para saludarla pero Anna solo retrocedió unos pasos y empalideció.


Me retracto de lo que dije, gracias a mi hermano todo se volvió mucho más extraño.


– ¿Es...po...sa? –tartamudeó ella y miró con temor a Iván.


–Así es y te voy a enseñar a no meterte con un hombre casado –amenazó y ella asustada empezó a retroceder lentamente, creyendo que él la golpearía.


*'Sabía que saldría con una de sus burradas'* –comentó mi lobo.


–¡IVÁN, DEJA DE JUGAR! –en lo que él oyó mi grito se partió de la risa.


–Mentira, Luna. Soy Iván Vuković, el hermano de éste idiota –me señaló con la cabeza –y es un verdadero placer que ya estés entre nosotros.


–Mi nombre no es Luna, es Anna.


–Es mejor que te acostumbres porque muchos te dirán de esa forma luego de que te convier...


–Iván –lo interrumpí –vete ahora mismo de aquí –le ordenó.

 

Iván m miró como si hubiese hablando en un idioma desconocido para él.


—¿Por qué?


—Tengo que hablar con ella, explicarle varias cosas —eso basto para que él captara el mensaje.

 

–Ya entendí, lo siento hermano –se giró para ver a mi mate –Fue un placer conocerte, Anna, nos vemos pronto –besó el dorso de su mano y se dirigió a la puerta, pero antes de salir dijo: “Deja de ser tan amargado, cosito”.


–Un día de estos lo mandaré a vivir al polo norte, lo juro –digo entre dientes. –Lamento eso, mi hermano es casi como un dequilibrado mental —me aclaré la garganta para centra mi atención, porque la forma en que le quedaba mi camisa estaba alterando mis sentidos —Tengo que explicarte algunas cosas. Pero antes comamos algo –señalo el carrito con los alimentos que había encargado.


– No, gracias. Lo que quiero es irme y no volverte a ver ni siquiera en mis pesadillas –manifestó con resentimiento.


–No te puedes ir hasta que no hayamos hablado.


Iba a ser difícil para ella aceptar la realidad pero estaba convencido que con el pasar de los días entendería todo y podríamos ser felices.


–¡No me interesa nada de lo que puedas decirme! –exclamó exaltada. –Lo que paso anoche... –cerró los ojos y tomó aire para mirarme directamente a los ojos –fue un error, un desliz. Vamos hacer de cuenta que esto nunca pasó, yo no te conozco ni tú a mí.


– Eso es imposible para mí, porque yo soy... –ella me cortó.


–¡Un hombre! Y los hombres son unos expertos en tener amnesia en estos casos.


–¡No entiendes! –pasé mis manos por mi cabello, me estaba empezando a desesperar; mi paciencia en este momento casi era nula –Tú eres MÍA y no te puedes alejar de mi lado –la tomé por la cintura para acercarla a mí.


–¡Yo no soy perro para tener dueño! –gruñó e intentó zafarse de mi agarre, sin éxito.


–Jamás te soltaré, primero muerto –murmuro rozando sus provocadores labios.


– Me…estás…lastimando –esa oración hizo recobrar la compostura y que me diera cuenta que ella estaba sollozando.


*'Está muy alterada, es mejor que se vaya'* –me aconsejó Velika.


–Hablaremos más tarde junto a Edward Miller –le digo, pero creo que no me oyó porque en lo que la solté tomó su cartera y corrió hacia la puerta.


–Soy el más grande de los idiotas –pronuncio en voz alta.




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