Capítulo 9
-*Adolfo*-
En todos los años de vida que tengo, nunca me había sentido tan culpable, avergonzado y arrepentido, como me siento ahora. Lastimé a la persona más importante de mi vida y solo por haberme dejado llevar por mis instintos más primitivos, mi libido, y no tengo idea de cómo resarcir el daño.
—Adolfo, barajeamela más despacio. ¿Te acostaste con mi cuñada cuando ella estaba ebria? —asentí con la cabeza —¿Y ella era virgen? –solté un suspiro de fastidio, ya estaba cansado de que repitiera las mismas preguntas una y otra vez.
—Por enésima vez ¡SÍ!
—Con razón te odia, hermano —exclamó en tono burlón y yo le lancé una mirada asesina.
—Iván, no estoy para... —me interrumpió.
—¿Qué le pasó al Adolfo racional, lógico, calculador, estratega, honesto, pulcro, respetuoso......
—¡Ya basta, Iván! —lo corté —No me hagas sentir peor —él esboza una gran sonrisa que denotaba cuanto le divertía este asunto.
Yo quiero mucho a mi hermano pero en momentos como este lo odio.
—Lo siento, pero éste momento es épico "Adolfo el perfecto" se equivocó y de paso con su mate —soltó una gran carcajada, que lo que hizo fue intensificar mi rabia. —Calma, hermano —subió los brazos en forma de rendición, cuando dedujo mis intenciones de borrarle esa estúpida sonrisa de un puñetazo.
Caminé al otro extremo del cuarto o iba terminar pagando mi ira con él.
—Cosito, estás muy irritable. Deberías checarte esos arranques de loco psicópata que te pegan de repente, porque a menos que estés dentro de tus días de menstruación, eso no es normal.
Iván siempre fue un niño muy alegre, extrovertido y consentido. Sin embargo, no era tan inmaduro y estúpido como lo es ahora. El cambio en su comportamiento se lo debemos a ese vampiro de mierda y por eso lo odio con todas mis fuerzas.
—Estás agotando mi paciencia —le comunique al masajear mi sien.
—D'accord, continue de me dire (De acuerdo, sígueme contando) —pronunció en francés.
«¿Crees que sea buena idea decirle?».
*'No nos queda de otra, es el único en que podemos confiar ciegamente'*.
—Ahora que estuve con mi mate nuestro lazo se reforzó; percibo sus emociones y se siente muy muy mal...
—Obviamente.
—Quiero ir a abrazarla, consolarla y decirle que todo estará bien —continuo, como si no me hubiese importado su interrupción, aunque la verdad es que sí lo hizo —Pero si me ve solo empeoraría la situación entre nosotros —solté un largo suspiro. —Hubieses visto el odio que emanaba de sus ojos —menciono con tristeza, al recordar la forma en la que me miraba; destilando odio puro.
—Me imagino, siendo virgen a los..... —se quedó pensativo —¿Cuántos años tiene?
—No sé, supongo que ronda entre los 19 a los 25 años —Él se acercó a mí y colocó su mano en mi hombro.
—Estás frito, hermano, esa chica te odiara para toda su vida. —Aseguró y yo palidecí.
Un hecho más que conocido era que tanto Iván Vuković como Vladimir Vostok eran unos promiscuos, comenzaron su vida sexual a muy temprana edad, y la prueba de ello era la enorme lista de conquistas que tenía cada uno. Así que si mi hermano, que se considera un experto en mujeres, decía eso era por algo.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Solo hay tres motivos por los que una mujer que deciden mantenerse pura y casta por tanto tiempo —enumeró un con los dedos —Uno, quiere consagrar su vida a Dios, es decir, quedarse a vestir santos. Dos, —levantó un segundo dedo —quieren llegar vírgenes al altar (este espécimen está en vías de extinción) —susurró eso último como si fuese un secreto de estado —Tercero, se estaba guardando para entregarse al amor de su vida.
—¡PUES ESE SOY YO! —grité al pensar que alguien más pudiera ponerle en dedo encima. –Anna es mí, solamente mía y no acepto, admito o permito que alguien más la quiera para él.
—Pero ella no lo sabe, genio —me empuja la frente —recuerda que es humana.
—Tienes razón ¡Joder! —jalo las hebras de mi cabello y pateo todo lo que se me atraviesa.
Ahora mismo soy un revoltillo de pensamientos y emociones. No sé qué hacer o cómo podré enmendar este terrible error que cometí.
—Todo fuese más sencillo si ella fuera como nosotros —comento en voz alta luego de calmarme un poco.
—Definitivamente, si ella fuese una mujer loba sabría cuál es su lugar y en estos momentos estarían disfrutando de un sexo sin control... —se calló por un par de segundos como sopesando algo —¿Anoche la marcaste?
—Velika es un lobo muy poderoso, impredecible y bipolar, pero afortunadamente pude controlarlo —confieso la única cosa sensata que hice anoche e Iván comenzó a reírse a carcajadas.
—¿Por qué dices que es bipolar? —preguntó cuando terminó de burlarse.
—Porque primero no quería que la hiciera mía, pero luego quería marcarla a como diera lugar —suspiro en forma de derrota —por poco toma el control de mi cuerpo.
—Menos mal no fui el primogénito —se volvió a reír. —Hermano, cambiando de tema —se aclaró la garganta —¿Cuándo podrá ella sentir tus emociones? Las mujeres son muy sensibles y si ella supiera lo mal que te sientes le será más fácil entenderte y perdonarte.
*'Te lo dije, por eso quería marcarla, idiota'* —decidió hablar el dios lobo de la sabiduría.
«Si fueses tan inteligente no estaríamos metidos en este problema, porque hubieses buscado la manera de detenerme» —repuse.
*'Yo soy muy inteligente, el bruto, la bestia y el animal eres tú que no sigues mis consejos'*.
—Tierra llamando a mi cosito —Iván pasó su mano frente a mí, interrumpiendo la riña con mi lobo.