Soy la mate del alfa

Cap 12

Capítulo 12


.*Adolfo*.


—¡No puedo creer que me haya hecho esto! —pronuncio mientras me estudio con repugnancia en el espejo. —Juro que te haré pagar por esto.


Jamás llegue a pensar que mi mate, mi alma gemela, la mujer con la que estoy destinado a pasar la eternidad, iba a traicionarme.


¿Cómo lo sé? Porque tengo todo mi cuerpo lleno de pequeñas quemaduras de diferentes tamaño, colores y formas.


—¡NO PUEDO CREER QUE TE HAYAS COSTADO CON UNA RATA INMUNDA! ¡UN ANIMAL RASTRERO! ¡UNA MALDITA SABANDIJA! —grito con todas mis fuerzas, para ver si la indignación, la rabia y el dolor que siento disminuyen un poco.


* Flashback (Recuerdo):


—Adolfo, piensa muy bien en lo que harás, no querrás que ella te odie —dice el alfa Miller mientras me sigue a través del lobby. —Anna ha sufrido mucho, su padre mat...... —lo interrumpí.


—¡NO ME INTERESA NADA DE...! —me quedo callado porque el dolor en mi pecho es casi intolerable. —En...estos...momentos...está —tartamudeo— en la...cama con su ¡MALDITO HIJO! —no puedo seguir manteniéndome de píe por lo que desplomo en el piso abruptamente. —No me importa...que...artimañas deba usar...quiero...llevármela en TRES...DÍAS —dictaminó en un fuerte grito porque el dolor me estaba haciendo retorcer.


El personal del hotel se acerca rápidamente, me carga y lleva hasta mi habitación.


—Es muy poco tiempo —alegó Edward en lo que me dejaron en mi la cama. Cama que aún conserva su delicioso y enloquecedor olor —no podremos hacer... —lo interrumpo de nuevo porque ahora más que nunca la quiero aquí conmigo.


—Recuerde que con una palabra mía en contra de tu insignificante país y ustedes desaparecerán del mapa, en menos de un parpadeo —lo miré fijamente, para que supiera que no estaba bromeando, aprovechando que la intensidad del dolor había disminuido. —¿Está cociente de ello verdad? —añadí con preponderancia.


Algo que me encantaba de poseer el título de Alfa Supremo es que nadie puede darse el lujo de contradecirme o si quiera levantarme la voz, como lo hago yo con todos, porque saben que las consecuencias serían muy graves.


—¿Te sientes mejor? —pregunta con precaución.


—El dolor se volvió soportable —dejo la cabeza en la almohada, gozando de la tranquilidad que siento.


*'Seguramente el dolor se detuvo porque ellos ya terminaron su arranque de pasión'* —gruñe con molestia mi lobo y siento como su rabia inunda mi cuerpo.


—Haz lo que debas hacer, pero quiero a Anna en mi casa antes de de que se cumplan los tres días —reitero y su cara se descompone.


 —Si hago eso ella te repudiara  —intenta hacerme entrar en razón y por un par de segundos estuve dispuesto retomar mi plan inicial; irme a Alemania mientras ella asimilaba todo. Pero antes de que pudiera comunicarle esa idea mi piel empieza a arder como el mismísimo infierno.


Salgo de la cama corriendo y entro a la ducha con todo y ropa. La sensación del agua humedeciendo mi ropa logra calmar el ardor de mi piel pero el de la rabia solo se intensifica.


—Seguro van para el round dos —murmuro entre dientes —¡NO ME IMPORTA HAZLO! Total yo también la desprecio por lo que me está haciendo.


—Si la odias, ¿Para qué la quieres? —me preguntó desde el umbral de la puerta. —Dejala ser feliz al lado de mi hijo.


—Si yo no puedo tener su amor él tampoco —él me mira con pena antes de decir que regresará a su país inmediatamente para platear la situación con los miembros del consejo.


*Fin del flashback.


—¿Adolfo? ¿Estás aquí? —habló una voz femenina en cuanto entró a mi habitación.


«Joder, no sabía que ella estaría aquí» —me digo a mí mismo mientras me visto rápidamente, no quiero que ella vea las quemaduras.


*'Yo quisiera saber ¿Cómo esconderás las marcas de tu cara? Porque esas no desaparecerán por arte de magia'* —se mofó Velika.

Desde que pusimos un pie en este país se volvió muy chistoso.


—¡Mi niño! —exclamó al verme frente al espejo del vestier. —Sabía que eras tú, tu voz es inconfundible para mí —dijo luego de posar su cabeza en mi abdomen y rodearme con sus brazos.


Tenerla frente a mí después de tanto tiempo me llena una felicidad y no resisto las ganas de corresponderle el abrazo.

La acción me resultó un poco extraña pero aún así no me aleje. Desde que murieron mis padres son contadas las veces en que demuestro mis sentimientos, generalmente soy un tempano de hielo; frío, distante e imperturbable.


—Te extrañe muchísimo, mi niño —apretó mis pómulos con sus maltratadas y arrugadas manos.


Volver a ver a Margaret me trajo muy gratos recuerdos; los asaltos a la cocina, las clases de baile, las noches de películas de terror, las golosinas que me daba a escondidas de mi mamá...


—Yo también, nana —admití al besar su cabeza.


La última vez que la vi era del mismo tamaño que ella pero ahora parezco un gigante de metro noventa delante de una pequeña anciana que no pasa del metro y medio.


—¿Por qué gritaste de eso modo, mi niñ... —se calló abruptamente e interpuso una distancia entre los dos —Lamento haberle dicho mi niño, no volverá a ocurrir —se disculpó y enfocó su mirada en el piso.


Al principio me pareció muy extraño su comportamiento, sin embargo, en cuanto recordé el por qué de su partida todo se hizo muy evidente.


Cuando tomé el mando como Alfa Superlativo, me concentré tanto en mis deberes para con las manadas que me olvide que tenía un hermano pequeño que necesitaba de mi tiempo y afecto.


 Margaret trató de hacerme ver eso pero la trate muy mal; le dije que ella no  mi madre, que era solo una sirvienta que se tomaba atribuciones que no le competían solo por el simple hecho de hacer el trabajo por el que se le pagaba.




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