Capítulo 15
.*Adolfo*.
“El amor es problemático” dijo un sabio y no se imaginan cuanta razón tenía. No dejo de pensar ni un segundo en ella; en lo que estará haciendo, en dónde estará y no es por celos, porque el maldito de Luis Miller está encerrado, pero la ansiedad que siento por verla y tenerla junto a mí por el resto de mi vida me tiene intranquilo e impaciente.
Sé que dije que ya no me importaba lo que fuese de Anna Acosta, que solo la quería para no debilitarme, porque yo la odiaba por haberme engañado. Sin embargo, mi realidad es muy diferente; antes de haberla marcado la quería locamente por ser mi mate y después de completar nuestra unión la amo con todo mi ser.
Por ella sería capaz de voltear el mundo con tal de verla sonreír, y por ese mismo motivo tenía pensado quedarme en este país una temporada, con la intención de cortejarla, consentirla y enamorarla.
No obstante, las cosas no siempre pueden ser como uno quiere. Esta mañana recibí una llamada de mi Beta y me dijo que era imperativo que regresara a Alemani cuanto antes, ya que la reunión de alfas se había adelantado por la epidemia estaba azotando a las manadas.
También me informó que los expertos que envié a estudiar la zona descubrieron que alguien estaba arrojando en el agua una sustancia, que en grandes cantidades era nociva para cualquier lobo, y me vi en la obligación de adelantar mi regreso para mañana en la noche y Anna, como Luna Superlativa, debía irse conmigo y estar presente en la reunión.
“Velo por el lado positivo, al alejarla de ese imbécil podrás conquistarla más fácilmente” Esas había sido las palabras de consuelo de mi Beta cuando le comenté mi problemática.
—En momentos como este odio ser el alfa —refunfuño al colgar la llamada.
Sabía que si alejaba a Anna de sus abuelo me odiaría más de lo que ya me odia, porque me vería como esa persona que la obligaría a desprenderse de su vida, de sus seres queridos y eso me alejaría más de su perdón.
*'Tengo una idea para que ella te vea con otros ojos'* —habló de repente mi lobo.
«¿Cuál?».
*'Hay que llevarse a los abuelitos'*.
«¿A dónde?» —cuestiono.
*'¡No seas tonto, Adolfo! Si nos llevamos a sus abuelos con nosotros el cambio de vida no será tan brusco. Además eso sería un excelente regalo de bodas'*.
«¡Es una grandiosa idea Velika!».
*'Obvió que lo es, pues la propuse YO'*.
«Deja de ser tan arrogante» —le dije y lo que hizo fue reírse como loco.
Como por arte de magia me olvido de todos los problemas, de las tonterías de mi lobo y esbozo una sonrisa al sentir ese exquisito olor a chocolate con coco que invadía mis fosas nasales.
—¿Mi niño, que te tiene tan feliz? —pregunta mi nana con entusiasmo al entrar a mi despacho con una taza de café en la mano.
—Ya viene mi mate —dije sonriendo y rodeo mi escritorio para quedar frente a ella —¡Estoy verdaderamente feliz, nana! —la envolví en mis brazos. —Al fin estaremos juntos y espero poder ser dichoso a su lado.
—Así será, mi pequeño. Ella se encargará de sanar esas heridas que dejó el pasado en tu corazón —acunó mis rostro con sus manos. —Sé que no deseabas encontrarla por miedo a que tus enemigos le hicieran lo mismo que a tu madre, pero te aconsejo que te olvides de ese pensamiento y seas feliz con la chica, querido Dofo —plantó un beso en mi mejilla derecha y yo solté un gruñido, odiaba que me llamara de ese modo.
*'Está aquí'* —avisó mi lobo y un estremecimiento me recorrió todo el cuerpo; mi corazón empezó a latir a toda maquina, mis manos comenzaron a sudar y un desespero incontrolable se apoderó de mí, igual como me había ocurrido el día que la conocí.
*Flashback:
En lo que el avión aterrizó mi hermano empezó a balbucear sobre las cosas que haríamos estos días que estaríamos en Brasil, que según él serían los mejores de nuestras vidas porque estarían llenos de sexo, mujeres y alcohol. Cosa que no me pudo importar menos. Para Iván esa era la vida perfecta, en cambio a mí me llama más la atención una vida pacífica y tranquila.
—¿Iván, sientes ese olor? —le pregunto al sentir un fuerte, delicioso y penetrante aroma que jamás había olido.
—Siento muchos olores, hermano —inspiró profundamente en lo que puso un pie en la pista de aterrizaje. —La mayoría son de hermosas mujeres con las lo hormonas alborotadas —ante ese comentario puse una cara de pocos amigos. —No te enojes solo estoy jugando, cosito —plantó un beso en mi mejilla.
—¡Te he dicho mil veces que no hagas eso! —le reclamo mientras limpio la mejilla con mi pañuelo y lo que hace él se reírse a carcajadas.
En momentos como este no dejo de preguntarme si mis padres adoptaron a Iván, porque entre él y yo hay una diferencia abismal y yo soy exactamente igual a mis padres.
—¿Cuál olor? —interrogó al ver mi mirada asesina.
—Tú tienes que ser hijo del tío Feliciano y mis padres te adoptaron para que tuvieses una familia —espeto.
Mi tío Feliciano no es mi tío de sangre, solo era el mejor amigo de mi padre, y se convirtió en toda una leyenda en la manada primero porque tiene el récord de ser el lobo más promiscuo de todos los tiempos. Y también porque circula el rumor que hace mucho años, cuando estaba paseando por el campo, sintió el olor de su mate y para mantener su vida de Don Juan huyó lo más lejos que pudo de ese lugar.
La mitad de la manada se pregunta ¿Cómo hizo para resistirse al embriagante olor de su mate? Ya que nuestro instinto es incontrolable cuando se trata de nuestra alma gemela, y la otra mitad asegura que eso jamás pasó.
—¡Esos no son juegos, Adolfo! Yo sí quiero encontrar a mi mate, pero no todavía —hizo un puchero.
—Eso no funciona conmigo —le digo severamente. —Yo no soy tu cosit... —no pude terminar la oración porque ese aroma volvió a impactar contra mis fosas nasales —¿Ahora sí sientes el olor? —le pregunto y él inspiró profundamente.