Capítulo 28
.*Anna*.
Mi cerebro no dejaba de gritar la palabra PELIGRO mientras veía como ese lobo se acercaba a mí. Instintivamente con cada paso que él avanzaba yo retrocedía.
—¿Este es tu territorio? —di un salto del susto cuando me ladró agresivamente. —No…no lo sabía. Solo vine a dar un paseo —volví a retroceder, corriendo con la mala suerte de tropezarme con una piedra.
«¡Genial Anna que oportunas eres! Por tu torpeza podrías morir a manos de un lobo salvaje» —me reprocho mentalmente. —«Aunque pensándolo bien tampoco me agrada la idea de ser la prisionera de otro».
La criatura soltó un aullido que me puso la piel de gallina.
—Por favor, no llames al resto de tu manada. —Le pedí.
No sabía si podría escapar de un lobo hambriento, pero si era rodeada por una manada de lobos hambrientos de seguro sería mi fin.
El animal volvió a aullar y yo cerré los ojos con fuerza para no ver la cantidad de lobos que me cenarían o mucho menos el momento en que se me vendrían encima, eso sería muy masoquista de mi parte.
—Por favor no me hagas daño, no quiero morir, no ahora que lo tengo a él para ser feliz —musite en lo que sentí las patas impactar contra mi pecho y el dolor que produjo el suelo al golpear mi cabeza y mi espalda.
Podía sentir el olor de sus fauces sobre mi cara, estaba consciente de que en cualquier momento sentiría el dolor que provocarían sus colmillos al desgarrar mi piel, pero aun así no podía moverme, no podía luchar por mi vida. Solo estaba completamente petrificada a la espera de mi final.
—No me comas —pedí con un hilo de voz y las lágrimas en los ojos.
Sabía que mi muerte era inminente, que nadie vendría a rescatarme, que hablar con un lobo era inútil, él jamás podría entenderme, pero momentos desesperados requieren medidas desesperadas.
—Por…favor…
Sin esperarlo el peso en mi pecho fue retirado y en ese momento me atreví a abrir los ojos, quedando anonadada al ver al lobo sentado delante a mí, observandome de forma impasible.
—¿No vas a comerme? —le pregunto. Él solo me gruñe.
Los primeros minutos que estuve delante de él fui dominada por el terror, pero a medida que trascurre el tiempo, por más raro que parezca, este animal salvaje me inspira familiaridad.
«Los ojos de este lobo tienen un fulgor irregular» —Pensé en cuanto me perdí en el azul de su mirada.
—¿Qué esperas? ¿No te resulto apetitosa? —le dije mientras con movimientos lentos me siento bajo su atenta mirada.
Con el susto que pase no debía tentar a mi suerte, sin embargo, algo me decía que este lobo no me atacaría.
—¿Por qué te detuviste? En tus ojos vi que estabas decido a comerme —El lobo se acercó más a mí e inclinó la cabeza. —¿Quieres que te toque la cabeza? —digo incrédula y él gruñe.
Eso podía significar tanto un sí como un no. Así que con un poco de miedo estire mi brazo y cuando el suave pelaje de ese lobo hizo contacto con mi piel un estremecimiento muy placentero me recorrió de pies a cabeza; sentía armonía, dicha y plenitud y por la mirada del lobo supe que él también lo estaba sintiendo.
Ambos cerramos los ojos, dejándonos llevar por esa irresistible sensación. No sé cuanto tiempo duramos en esa posición, pero lo que sí percibí fue que los dos inspirabamos y exhalabamos al mismo tiempo y ninguno quería que este inexplicable momento terminase.
—Eso fue extraño —digo en voz alta al quitar mi mano de su cabeza e increíblemente el lobo hizo un movimiento afirmativo. —¿Pue..des e.nt.end.erme? —Tartamudeo y él repitió su acción.
No podía creer que un lobo pudiera entender todo lo que le digo. Hasta donde sé ningún animal tenía el nivel cognoscitivo para comunicarse con un humano.
—¿Eres niña o niño? —fue lo primero que salió de mi boca, al salir del shock, e intenté ver su sexo pero me ladró –Esta bien –me alejé. —Eres muy gruñón, por lo que debes ser niño –expresé cruzandome de brazos. —Hay que buscar un sistema para intercambiar información.
«Si logro concretar una manera para comunicarme con este lobo, que no sean ladridos y gruñidos, me convertiría en el primer ser humano en descubrir que se puede dialogar con otras especies animales y eso contribuiría en el desarrollo de la humanidad». —Esa idea me emocionó.
—¡¡YA SE!! —Chasqueo los dedos en lo que se me ocurre algo.
—Prestame mucha atención —agarré su pata derecha —Esta pata significa "Sí" y esta otra —Toqué la pata izquierda— Significa "No" ¿Entendiste? —Le pregunté y puse mí mano abierta entre nosotros.
Él ni se inmutó.
—Estoy esperando una respuesta —El lobo giró ligeramente su cabeza. —Te ves muy tierno —exclamé y una sonrisa de oreja a oreja se extendió por toda mi cara. —Lastima que no tengo un teléfono para capturar este momento.
Me dieron ganas de volverle acariciar ese pelaje suave como la seda pero me abstuve.
«Anna, deja de pensar en tonterías y concentrate» —me dije a mí misma.
—¿Entendiste lo que te acabo de explicar o debo volverlo a hacer? —volví a extender la mano.
Él se quedó unos segundos como sopesando mis palabras y luego me dio la pata derecha.
—¡Funcionó! ¡No estoy loca! —Aplaudi varias veces llena de alegría.
En un principio creí que estaba loca por querer hablar con un canino.
—Un canino… Los lobos son los antecesores de los perros y no hay nada más relajante que una mascota —reflexiono en voz alta.
«Quizás adoptar a este lobo me ayude con el embarazo».
Por el lugar donde me encontraba sabía que no podría adoptar a un Golden Retriver, que era el perro de mis sueños, pero la idea de tener un lobo real como mascota no me molestaba
—¿Eres niña? —Pata izquierda. —Qué pena. —Pronuncio con mucha decepción, hubiese preferido que fuese una niña así en algún momento tendría cachorritos. —Serías una niña muy bonita, me encantan tus ojos —dije acariciando su cabeza. —¿Tienes manada? —Pata izquierda. —Ya veo, eres un lobo solitario —pata derecha.