Soy la mate del alfa

Cap 31

Capítulo 31

 

.*Anna*.


Cuando traje a Velika a la mansión olvidé completamente que él no era una animal doméstico, sino un animal salvaje acostumbrado a vivir en la naturaleza y eso jamás podría quitárselo.


—¿Anna, a dónde vas? —me interrogó Fina, cuando salí del baño seguida de mi mascota.


—Velika y yo daremos un paseo —me impidió el paso.


—No —se opuso rotundamente. —El doctor dijo que no puedes saltarte las comidas que tengan calabacita.


La palabra calabacita era el código para referirse a mi bebé en público.


—¿Por qué usas el có…. —me saltó encima y cubrió la boca con su mano, tomándome completamente desprevenida, por lo que ambas caímos al suelo.


—Las paredes de esta casa tienen oídos  —Dijo al mirar fijamente a Velika, cosa que me extraño, pero no comenté nada al respecto.


—Iré rápido a llevar a Velika a su casa y luego vendré a desayunar, lo prometo —ella se puso de pie y me ayudó a levantarme.


—Él tiene sus patas en perfectas condiciones, es más veloz y se conoce el camino mucho mejor que tú —se cruzó de brazos frente a mí.


—Prometo que no tardaré —le di un abrazo porque cada día se parecía más a la hermana que siempre quise tener.


—Te doy 20 minutos eso es todo, así que dejalo en medio del bosque —ordenó y Velika le gruñó.


—Tranquilo, Velika —le toqué la cabeza. —De acuerdo, en 30 minutos estoy de regreso, mamá.


—¡Eso no fue…


No terminé de escucharla porque salí corriendo con Velika detrás de mí.


«Menos mal entendió la señal» —pensé mientras ambos huiamos de Fina y de todo aquel que pudiera interponerse entre los dos.


 —No puedo correr más —confieso sin aliento poco después de adentrándonos en el bosque. Velika se detuvo y señaló su lomo. —¿Quieres que me suba en tu espalda? —él levantó la pata derecha. —Pero eres muy pequeño para que soportes mi pe… —las palabras murieron en mi boca cuando el tamaño de Velika se incremento tanto que ahora era mucho más alto que yo.


Su cambio de tamaño me dio miedo al principio pero al ver esos brillantes y cálidos ojos azules todo el temor desapareció.


—Esta bien, solo agachate para poder treparme —él me obedeció y yo subí en su lomo.


En cuestiones de segundos se puso de pie y comenzó a correr a una gran velocidad entre los árboles. Yo para evitar caerme me aferre a su pelaje y enterré mi cara en su cuello.


«Me encanta este olor a chocolate con coco» —pienso. —«Velika huele mejor que…


—Luis —pronuncie inconscientemente eso último en voz alta y la reacción de Velika me extraño; se detuvo abruptamente y se sacudió, provocando que yo cayera de su lomo y luego él me mostró los dientes.


A cualquiera le intimidarla tener a semejante bestia, de dos metros o más en frente, pero yo sabía que él no me lastimaría.


—¿Qué te sucede? —quise acercarme a él y tocarle la cabeza pero me ladró violentamente, así que retrocedí. —Velika, soy yo, Anna ¿Acaso no me reconoces?


Él dejó de enseñarme los dientes, se quedó unos segundos como viendo a la nada y luego se dio la vuelta y comenzó a alejarse de mí.


—¿A dónde vas? —me ignoró y siguió caminando. —¡Velika! ¡Velika, te estoy hablando! —grité y él  fingió sordera.


«Ahora verá de lo que soy capaz de hacer cuando me ignoran» —pensé mientras me agachaba y hacía una bola de nieve.


Era la primera vez que hacía una, pero cuando era niña hice muchas guerras de bolas de barro y cuando íbamos a la playa de arena.


—¡TE ESTOY HABLANDO, ESTÚPIDO LOBO! —disparé el proyectil y conté con la buena suerte de dar justo en el blanco, su retaguardia.


Él se giró y otro de mis proyectiles impactó justo en su cara, haciendome reír cuando cerró los párpados para que la nieve no le entrase en los ojos.


«Que buena puntería tengo».


*'Siendo un objetivo tan grande es difícil fallar'* —contradijo Pepe.


«No es solo por eso, después de la muerte de mi hermana tomé clases para aprender a disparar armas de fuego» —le cuento a Pepe, por más tonto que sea.


Seguí lanzándole nieve a Velika, a pesar de saber, por sus gruñidos, que no le gustaba. Él se fue acercándo a mí lentamente, como un depredador a su presa, pero eso no me amedrento.


En un movimiento demasiado rápido para ser captado por el ojo humano me saltó encima y caí al suelo, con él encima de mí.


—Espero que con eso aprendas a que a mí nadie me ignora —digo contra el pelo de su pecho o estómago, no sé exactamente que parte de su cuerpo está en mi cara. —¡Velika, bajate que no puedo respirar!  —Dije después de golpearlo.


Por la tensión en sus músculos deduje que no estaba dejando caer todo su peso sobre mí, porque siendo un animal tan grande ya estaría muerta. Sin embargo, la mezcla de su peso más sus pelos estaban dificultando mi respiración.


Él se levantó y enfocó esos lindos ojos azules que me causan tanta ternura en mí.


—¿Qué te molestó? Porque después que dije que tu olor me gustaba más que él de Luis quisiste abando… —no termine la oración porque sus orbes comenzaron a brillar con más intensidad y de repente me comenzó a lamer. —¡Velika, basta! ¡Detente! —digo entre risas.


Él después de unos intensos segundos lamiendo mi cara se detiene y se echa en la nieve.


—¿Puedo usarte de almohada? —Le pregunto y él levanta la pata derecha.


En lo que me acuesto encima de su estómago él empezó a oler mi cabello con desesperación.


—¿Huelo rico? —mueve su pata derecha. —Gracias por tu sinceridad, eres tan tierno —dejo un pequeño beso en su frente. —Me gustaría que esta noche te quedaras conmigo… —cuando sus ojos se posaron en mí sentí un cosquilleo en el estómago. —¿Qué dices? ¿Duermes conmigo otr…? —mucho antes de que terminara de formular la pregunta él ya había levantado y dejado caer fuertemente su enorme pata derecha y yo me reí cuando la nieve entró en mi boca.




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