Soy la mate del alfa

Cap 35

.*Anna*.


—¡Tú no eres nadie para tomar alguna decisión con respecto a la casa! —Gritó Sophie con su horripilante voz.
 
—Querida, yo puedo hacer aquí lo que me plazca, porque esta mansión —señale toda la estructura, para que no le quedara duda —la construyeron para la Luna Superlativa y esa soy yo no tú.

—¡CLARO QUE NO! —Gritó aún más alto, aturdiendo mis tímpanos.

«Es hora de la dulce venganza».

—Sophie, no grites que no estoy sorda —me rasco el oído —Además tus gritos y berrinches no harán que deje de ser la mate de Adolfo y tú sólo la amante. —Hice un gesto con la mano para restarle importancia. —Un personaje que es tan poca cosa que puede ser reemplazado en cualquier momento.

—Las esposas también pueden ser reemplazadas en cualquier momento, por las amantes, cuando éstas no complacen a su hombre en la cama —Dijo con arrogancia.
 
Me reí para fingir que su comentario me molestó.

—Yo soy más que su esposa, soy su mate —le mostré mi marca —aunque te duela.

Con cada palabra estaba cavando mi propia tumba, porque esta mujer está mal de la cabeza, pero no por eso iba a determe.

—Podrás ser su mate pero su mujer soy yo —alardeó.

Una parte de mí estaba feliz de no tener que compartir mi cama con Adolfo, pero la otra extrañaba amanecer entre sus brazos y se sentía celosa de que Sophie tuviese ese privilegio.
 
—Y aunque lo niegues yo sé muy bien que tú quieres a Adolfo y te duele que vea en mí lo que a ti te falta —Se mofó en mi cara y una rabia se apoderó de mí.

«Ni creas que me voy a quedar callada, zorra de mierda» —Solo había una manera para aplastar su ego y estaba dispuesta a todo con tal de lograr mi cometido.

–Sophie, lo que Adolfo ve en ti es a alguien que le sirve para desahogar las ganas que tiene de volver a estar en medio de mis sábanas –la miré de arriba a bajo con lástima, como si fuese un animalito indefenso –Pero para tu mala suerte la única mujer que lo puede complacer como hombre y llevarlo al cielo soy yo.

Su ojo izquierdo comenzó a temblar como con un tip nervioso.

–Mentirosa, no puedes saber qué le gusta, solo estuviste con él una vez y eras una virgen de mierda que no supo como actuar delante de semejante semental. –Escupió con rabia.

Me cabreo que él le tuviese tanta confianza para andar diciéndole cosas tan privadas. Pero al mismo tiempo estaba feliz porque ella misma me dio la herramienta para destrozarla.

–Desde el primer instante que lo vi ambos sentimos una mágica conexión —recordé el toque electrizante que recorrió todo mi cuerpo en el aeropuerto. —Desde entonces quise tenerlo entre mis piernas

«Dios, perdoname por la mentira que diré».

—Por eso esa misma noche decidimos hacer el amor… —Me quedé callada unos segundos mientras unos vagos recuerdos aparecían en mi mente. —Él fue muy dulce, considerado y apasionado conmigo —ella fruncio el ceño. —Y te aseguro que él disfrutó mucho el haber pasado por mi cama, pese a no tener la experiencia que a ti te sobra —los músculos de su mandíbula se endurecieron.

—¡TÚ ESTABAS EBRIA ASÍ QUE NO RECUERDAS NADA DE LO QUE PASÓ ESA NOCHE! —Me aseguró.

—Me acuerdo perfectamente de esa maravillosa y excitante noche —me aclaré la garganta antes de relatar los pensamientos confusos que llegaron a mí. —Ambos estábamos ansiosos por comenzar así que lo primero que hicimos fue desnusdarnos, en medio de besos llenos de deseo…

—¡ERES UNA MALDITA MENTIROSA! ¡ADOLFO ODIA QUE OTRA PERSONA LE QUITE LA ROPA! —me interrumpió.

«Maldito infeliz, con tal de acostarse conmigo fue capaz de todo, porque esa noche no parecía desagradarle que yo lo desvistiera». —Pienso.

–Yo no soy cualquier persona, soy su mate, su alma gemela, la mujer que ama y por la que daría la vida —alegue. —Solo es capaz de imaginarse un futuro conmigo. Solo a mí puede verme con ojos llenos de amor y devoción. Solo a mí me dice palabras de amor en latín mientras me hace el amor —los ojos de la tarántula se enrojecieron, estaba llegando a su punto de quiebre.

No sabía si eso que dije era verdad o mentira, pero a este punto lo que estaba haciendo era darle voz propia a mis pensamientos.

 —Claro, tú no sabes nada de lo que estoy diciendo, porque contigo solo tiene sexo. En cambio a mí me hace el amor. Y si no confías en mi palabra puedes ir a preguntarle si lo que te he dicho es mentira.

Ella se limpia las lágrimas mucho antes de que rodaran por sus mejillas.

—No dudes que lo haré. —Se dio media vuelta, dispuesta a regresar a la mansión.

—Sophie, —la llamé —antes de que se me olvide, en lo que termines de hablar con MI ESPOSO te largas de mi casa. —Solté desbordando mi odio, ya estaba cansada de verle su plástica cara.

—¡Tú no me puedes dar órdenes! —me encaró. —El único que puede mandarme es MI Adolfo —Hizo énfasis en el artículo posesivo.

—Claro que puedo —dibujé una sonrisa de superioridad. —Adolfo y yo tenemos el mismo rango, por lo que puedo mandar a cualquiera igual que él.

—¡TÚ NO TIENES VOZ Y NI VOTO EN ESTA MANADA! ¡EL ALFA ES ADOLFO Y YO SOY SU LUNA! —Gritó histérica la perra.

—Querida, te repito —me acerco a ella y coloco mi mano en su hombro —yo soy la esposa de Adolfo, yo soy la Luna de esta manada, yo soy la mate del alfa y no pienso dejar que alguien como tú siga ocupando MI LUGAR.

—Eso lo decidirá Adolfo no tú —Replicó apartando mi brazo bruscamente.

—Como quieras —levante los hombros restándole importancia. —¡Chicos, el colchón y la cabecera de madera también serán incinerados! —Me dirigí a los dos hombres que estaban trayendo éstos artículos.

—Como ordene, Luna —Dijeron al unísono y arrojaron los objetos al fuego crepitante.

—¿Vas a quemar la cama de Adolfo? —Preguntó estupefacta.

—Sí, estoy desinfectado la mansión de las arrastradas, perdón de las alimañas —Respondí con naturalidad y a todos los del servicio de les escapó un risa, que ocultaron cuando ella los miró con ganas de querer matarlos.

—¿Él sabe que haces esto? —interrogó con el ceño fruncido.

—Por supuesto, yo misma se lo hice saber.

—¡Esto no se quedara así, desgraciada! —Escupió con ira.

Sabía que ella me iba atacar, como hizo una semana atrás, pero se abstuvo al ver a los dos guardias que se posicionaron detrás de mí en lo que percibieron sus intenciones.

—Amenazar e insultar a tú soberana está catalogado como traición y puedo mandarte a matar por ello —Le advertí.

—Adolfo no permitiría que SU MUJER e hijo mueran por un capricho tuyo —Aseguró.

—Él no puedo deshacer una orden mía y Sophie técnicamente su mujer soy yo, no te confundas tú eres solo la amante.

—¡Yo soy mucho más que… —La corté.

—Conmigo puede exhibirse ante la sociedad y contigo solo se revuelca en la cama o al menos eso hacia, ya que tiene más de una semana sin tocarte —Josefina y todos los presentes soltaron carcajadas muy sonoras.

—Pues esta que viste y calza es la madre del futuro Alfa de esta manada —Dijo con altanería, en un vano intento de hacerme sentir inferior. Cosa que nunca más conseguiría.

—Charlie, Santiago podría darme un momento —los dos chicos se alejaron de mí.

Me había tomado trabajo aprenderme los nombres del personal que trabaja en la mansión, pero eso aportaba familiaridad a la relación que quería entablar con ellos.

—Sophie, ambas sabemos que eso no será así por dos motivos. Número uno: —levante el dedo índice y la miré fijamente —El Alfa Superlativo se caracteriza por ser más grande y más poderoso que los otros lobos y para lograr que ese gen se traspase a la descendencia el bebé debe ser concebido por el alma gemela del Alfa, es decir yo. Y número dos: —eleve elegantemente el dedo del corazón y se lo mostré. —A mí no me puedes engañar, yo se que "metiste gato por liebre".

—No entiendo a lo que te refieres —fingió demencia.

Me gustaría gritarlo a voz populi y restregarle al perro cobarde lo idiota que es por dejarse engañar de la tarántula. Sin embargo, me contuvo para no arruinar mi plan.

«Primero hay que dejar que se ilusione con ese niño y luego doy la estocada final».

—Sophie, —la invité, con el dedo índice, a acercase a mí.

Ella dudó un momento pero luego me hizo caso.

—Yo sé que esa criatura que llevas en tu vientre no es de Adolfo —susurré en su oído de forma tan baja que solo fuese ella capaz de oír.

Admito que al principio creí que ese bebé era hijo de Adolfo. No obstante, al leer un pequeño y viejo libro me di cuenta de que era mentira.

Adolfo no podía tener hijos con ella, porque yo estaba embaraza, y los hombres lobo no pueden concebir hijos con otra mujer después que su mate queda encinta.
 
«Paso dos y tres completados» —celebré internamente al ver la palidez de Sophie.

—Charlie, podrías traerme un plato de papas fritas con salsa y mostaza —la mirada de la tarántula se posó en mí. —Tengo antojo de comer eso —le dediqué una enorme sonrisa y me deleite con su expresión; mitad desconcierto, mitad pánico.

«Logre mi cometido, le di donde más le dolía» —Giré sobre mis talones y seguí observando las llamas que se intensificaban con cada objeto que arrojaban.



.*Adolfo*.


—¡ADOLFO! —entró en medio de lloriqueos Sophie. —¿Ya viste lo que esa esta haciendo? —añadió después de azotar la puerta de mi despacho.

«Paciencia, por favor» —le pedí a la Diosa Madre.

Sabía que Sophie vendría a buscarme en cuanto se diera cuenta de lo que Anna estaba haciendo, pero eso no me preparó  mentalmente para soportar su berrinche de niña malcriada. Además con el mal humor que me cargo no me tolero ni a mí mismo.
 
—Sí —Ni siquiera levante la mirada del ordenador para responder.

Estaba hastiado, cabreado y enojado conmigo, con todos y especialmente con Anna.

«¿Cómo fue capaz de exigirme que tengamos un hijo por inseminación artificial?» —pienso con indignación.

—¡¿No vas a hacer algo?! —su reclamo me trajo a la realidad. —¿Piensas quedarte con los brazos cruzados?

La verdad es que sí. Anna, como luna de la manada, estaba en todo su derecho de hacer o deshacer lo que le venga en gana. Y en mi opinión personal se tardó demasiado en echar a Sophie de la casa.

—Ese colchón significa mucho para los dos —lloriqueo.

—¿Colchón? —repito, sin comprender a lo que se refiere. Yo creí que me estaba hablando sobre su expulsión de la mansión.

—Esa estúpida mandó a quemar tu colchón, nuestro nido de amor —explicó con exasperación.

«¿Acaso se volvió loca o qué?» —me pregunto.

No podía creer lo que Sophie me acababa de decir, por lo que decidí ver lo que ocurría en el jardín con ayuda de las cámaras de seguridad; a través de ellas vi arder mis cosas y las de Sophie, mientras Anna y Josefina observaban dichosas como el fuego consumía todo a su paso.

—Ese colchón era especial para nosotros, en él hicimos muchas travesuras —apartó mis brazos del ordenador para sentarse en mis piernas. —Tienes que hacer algo para detenerla —pidió, dejando una hilera de besos por mi cuello.

*'Apartala o atente a las consecuencias'* —me amenazó Velika e inmediatamente lo obedecí.

La última vez que no lo hice terminé botando todo lo que comía o bebía en el baño por dos días.

—No puedo hacer nada, Sophie —presiono el tabique de mi nariz para mitigar las ganas de gritarle.

—¿Cómo que no puedes? ¡TÚ ERES EL ALFA, NO ELLA! —chilló agudamente, intensificando mi dolor de cabeza.

—Ella sabe todas las reglas de la manada —respondí tajantemente.

—¿Quién se las dijo? —Preguntó con el ceño fruncido. —Seguro fue la sabandija de tu hermano.

—Ella sola las averiguó —la corrijo. —Ahora si me disculpas tengo muchas cosas que hacer.

Creí que eso bastaría para que me dejara en paz, pero me equivoque.

—Debes hacer algo para mantenerla controlada —volvió a enredar sus brazos en mi cuello, ignorando el hecho de que la estoy echando.

—Nunca he tenido control sobre ella —me quité sus brazos de encima —porque si lo hubiese tenido no fueses tú la mujer que amanecería en mi cama.

Ella se puso de pie y me miró seriamente.

—No es necesario que seas tan cruel conmigo.

En parte tenía razón, pero mi mal humor no me ayudaba a ponerle filtro a mis palabras.

—Estoy demasiado ofuscado para tener esta conversación, así que si no tienes nada más que decir vete.

—Oíste todo lo que me dijo ¿Verdad? —preguntó con temor y cautela.

—No todo, solo fragmentos, sabes que Velika no me deja entra en los pensamientos de Anna libremente —noté como parte de sus músculos se relajaban.

—Dime algo, ¿es cierto lo que dijo?

—¿Qué?

Anna había dicho muchas cosas y necesitaba que fuese más explicita para poder responderle.

—Que a ella sí le dices palabras de amor en la cama, que con ella sí fuiste tierno y cariñoso, que yo no te complazco como hombre —sus ojos se humedecieron y la culpa se apoderó de mí, porque la respuesta era sí. —No digas nada, tu silencio habló por ti.

No era mi intención lastimarla, Sophie no era mala, fue una gran amiga, una gran compañera y una buena pareja; supo aguantar mis desprecios y mi mal humor. Y desde que la conozco me ha entregado todo su amor de forma incondicional.

—Ya te compré una nueva casa en la ciudad —dije para cambiar de tema —y prometo irte a visi…

—¡VAS A DEJAR QUE ESA NOS CORRA! —se llevó las manos al vientre.

*'¡Mayday! ¡Mayday! ¡Mayday! Chantaje a la vista'* —anunció mi lobo.

—¿Qué clase de padre no defiende a su único hijo? —añadió con un hilo de voz

—Sophie, —me levante e intente abrazarla —no puedo disolver una orden de ella.

—No es justo, Adolfo —me alejó suavemente —no es justo que mi hijo sea alejado de su padre por el mero capricho de esa misera humana —de sus ojos se desprendieron un par de lágrimas.

—No puedo obligarla a vivir bajo el mismo techo que mi amante —limpie sus mejillas con mis pulgares —y la manada no permitirá que eche a su luna de la mansión.

—Tampoco deberían permitir que tu hijo, el futuro alfa, crezca lejos de su manada —repuso.

Sophie me estaba poniendo entre la espada y la pared y esta situación no me gustaba nada.

—Te prometo que buscaré la manera para que ustedes regresen, por ahora busca a Adam, él te llevara a tu nueva casa.

—No olvides que te amo con locura —Ella recortó la distancia que nos separaba para besarme intensamente, pero a mí me resultó un beso de lo más insípido. —Te esperamos en la noche —me volvió a besar antes de marcharse.

Cuando al fin estuve solo dos grandes interrogantes ocuparon mis pensamientos: ¿Anna en verdad recordó todo lo que hicimos esa noche? O ¿Inventó todo eso solo para fastidiar a  Sophie?

«Ella estaba muy ebria, pero si lo recordó puede que haya sentido lo mismo que yo sentí esa noche» —reflexiono.

—Ahora ¿Qué debo hacer?

Toda esta situación me estaba confundiendo cada vez más y si no encuentro respuestas rápido voy a enloquecer.

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Holiiiiiisssssss

Me di cuenta por los comentarios de que estaban muy emocionados, especialmente Tatiana que madrugó para leer el capítulo que debí subir ayer, cosa que no pude hacer porque no me quedé en mi casa.

Tatiana, lamento que hayas madrugado en balde y por eso el próximo capítulo lo subiré mañana en vez del sábado.
;)

Espero que hayan disfrutado de este capítulo tanto como yo. Le envío muchos saludos a:

-Yozzeth de Arias que nos lee desde Guatemala.

-Lunaitallena, cuyos comentarios me hacen reír mucho.

-Barbara, que es nueva lectora en booknet (Bienvenida)

-Thifany Bolívar, por leer mi historia en el tiempo libre que tiene en el trabajo

;)

Los amoooooo muchos, gracias por el apoyo

Les mando muchos besos y abrazos virtuales
<3 <3 <3

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