Capítulo 38 = ¿Sueño o recuerdo?
.*Anna*.
Una vez más me encuentro sumida en una completa oscuridad, pero a diferencia de la vez pasada no me asusto porque sé que se trata de un sueño.
Sin embargo, los ruidos que podía percibir me parecieron demasiado extraño.
«¿Eso son gemidos de placer?» —me pregunto y el sonido de dos bocas colisionando en un beso apasionado llegó a mi cavidad auditiva.
«¿Qué clase de sueño es este?» —no niego que he tenido una que otra vez un sueño erótico, pero generalmente yo tengo participación directa hasta que el rostro de mi padre o su amigo aparece frente a mí. Pero en esta ocasión solo estoy de pie en medio de una penumbra.
—Espera… —Dice una voz masculina sin aliento y es cuando me percato, gracias a unos rayos de luna que se colaban a través de la cortina, de la enorme cama que está detrás de mí.
—No, ya espere demasiado, quiero ser tuya —por el tono de voz de la mujer noté que estaba muy excitada.
Por la escasa iluminación no podía ver los rostros de los individuos pero sus voces se me hicieron muy conocidas.
«Debo estar imaginando cosas, esa no puede ser la voz del perro cobarde y la mía» —intento convencerme a toda costa, pero en lo que vuelven a hablar no me quedo dudas.
—Ni siquiera sabes quien soy —mencionó él y ella empezó a reírse.
—Eso no importa, siento una gran atracción hacia ti —se escuchó el sonoro beso que plantó en la boca de él. —Mañana haremos las presentaciones adecuadas —volvió a besarlo.
«¡Esto tiene que ser una broma!» —exclamo, porque yo no pude haber dicho eso. De Daniela lo hubiese esperado pero mío jamás.
—No quiero que nuestra primera vez sea de esta manera —la figura más robusta se puso de pie.
«Indudablemente es Adolfo» —concluí por el tamaño, no muchas personas median más de un metro noventa.
—Quiero que tú estés sobria y me reconozcas como tu mate —agregó y la chica también se incorporó de la cama.
—Yo te reconozco como un hombre sumamente atractivo —recortó toda la distancia que la deparaba de él —que provoca que miles de fuegos artificiales exploten en mi interior —era mucho más pequeña que él, pero no se le hizo difícil treparsele encima para besarlo. —Tú eres diferente a todas las personas que he conocido; contigo me siento segura, protegida, amada, deseada, querida…
Me desesperaba solo divisar sombras, pero no podía moverme de mi lugar para encender la luz, porque mi piernas no me obedecían, y tampoco podía despertarme de esta horrible pesadilla; ya me había pellizcado, mordido, hasta cacheteado y todavía estaba aquí.
—Anhelo ser tuya —susurró y me indigno que fuese tan regalada.
—Que más quisiera que hacerte mía —el hombre alejó las manos inquietas de ellas que intentaban desnudarlo. —Pero mañana no recordarás quién soy y me odiaras por haberte hecho el amor en este estado —él la colocó en el suelo —tú no eres de esas chicas que buscan aventuras de una noche.
«Al menos uno de los dos en este extraño sueño es sensato» —pensé.
—Adolfo, no me hagas esto —ella lo abrazo por la cintura.
—¿Có..mo sa..be..s mí no..mb..re? —Tartamudeó.
—Eso es para que veas que no estoy tan ebria como crees —alegó.
—Siendo ese el caso, buscaré dos café dobles para que hablemos sobre nosotros —Él deshizo el abrazo y se dio la vuelta, pero no alcanzó a ir a ninguna parte porque ella lo abrazó por detrás.
—No me… dejes sola… No me rechaces… tú también… Por mi pasado… —en lo que pronunció eso su voz se quebró y empezó a sollozar.
Él rápidamente giró sobre sus talones, la tomó por la barbilla y le dio un casto beso en los labios.
—Lo último que haría en esta vida sería rechazar a la mujer que amo.
—Yo… Yo…estoy sucia… mi padre y su amigo… —No pudo terminar la oración a causa del llanto.
«Esto no puede ser un sueño» —el dolor de ella era tan real que podía jurar que esto había ocurrido y mi cerebro estaba recordándomelo a través de un sueño.
—Sin importar lo que hayas vivido —él la abrazó más fuerte —tú eres la mujer de mi vida y nunca te dejaría de amar por lo que hayas pasado o hecho.
—Entonces hazme el amor o interpretaré tu negativa como un desdén hacia mí —ella lo arrastró hasta la cama.
Mi barbilla cayó al piso con el nivel de manipulación de esta supuesta yo.
—Podrá sonar descabellado pero siento como si estuviera locamente enamorada de ti —solo eso basto para que él cediera y ambos cayeran a la cama (ella encima de él).
—Prometeme que no olvidarás todo esto por la mañana —le pidió en medio de besos.
—Prometo que lo recordaré —aseguró y empezó a desabotonarle la camisa.
—Espera —él la detuvo tomando sus manos entre las suyas. —Yo me quito la ropa.
—No —ella se liberó de su agarre —yo lo quiero hacer —un jadeo se escapó de la garganta del hombre cuando ella le mordió el lóbulo de la oreja.
—Como ordene mi luna —él sonrió complacido con la idea y colocó sus manos en la cadera de la chica. —Soy todo suyo.
Ambos comenzaron a explorar el cuerpo del otro con tanto deseo, ambrosía y lujuria que me estaba incomodando verlos.
—¿Qué esperas? —cuestionó con la respiraciones aceleradas ella cuando solo los separaba del acto sexual su ropa interior.
—No estoy seguro de que sea correcto —murmuró con la voz ronca.
—Vamos, no me hagas rogar.
Ella empezó a dejar una hilera de besos y caricias por todo su torso, mientras que con la otra mano tomó la de él y la guió hasta su coño.