Capítulo 39
.*Anna*.
La idea de desayunar en el balcón me pareció descabellada, tomando en cuenta que anoche nevó y todo está cubierto por el manto blanquecino.
Sin embargo, en lo que puse un pie afuera quedé maravillada con la vista de 180 grados del hermoso bosque congelado; ya que el balcón estaba totalmente cubierto por vidrio y se podía sentir perfectamente la calefacción de la mansión, quedando el frío y la nieve fuera.
Luego de contemplar por unos minutos el paisaje mi ojos reparon al lado de la baranda central donde se encontraba una mesa para dos; la cual tenía pan tostado, mermelada, huevos revueltos, jugo de manzana y café.
—¿Te gusta? Lo preparé todo especialmente para ti —dijo luego de abrazarme por detrás, como si fuera un gran tesoro que nunca quisiera perder. —Se que un desayuno no compensara todo lo que te he hecho, pero me ayudará a consentirte y hacerte saber que estoy dispuesto a todo para conseguir tu perdón —besó su marca, lo que me estremeció de pies a cabeza.
—No hagas eso —le exigí apartandome de él.
Cada vez que él tocaba esa zona en particular una sensación electrizante me recorría entera, alterando la secuencia de mis pensamientos, y ahora, con las emociones a flor de piel por el embarazo, más que nunca necesitaba estar centrada.
—Como ordenes —apartó la silla para que me sentara.
«Adolfo se está comportando demasiado raro, él no es tan atento» —me senté y observe como servía el café en las tazas.
*'Es por el embarazo, le está afectando seriamente'* —explicó Velika.
«¿Por qué le está afectando? Se supone que la madre soy yo, el bebé está en mi vientre no en el de él».
*'Porque ese pequeño será un licántropo y por lo tanto tiene un lazo muy fuerte con Adolfo'*.
«¿Y conmigo?».
*'El normal que un hijo tiene con su madre, pero el que comparte con su padre es especial y por eso él padece de los mismo síntomas que tú; mareos, náuseas, debilidad, sueño, irritabilidad, pies hinchados, etc'*. —Saber eso por una parte me alegró y por la otra me indignó y enfureció.
«¡Esto es el colmo! Mi hijo prefiere a la persona que lo negó que a mí que soy su madre, la mujer que está haciendo un sinnúmero de cosas para que se desarrolle correctamente» —Dije con ironía.
*'Adolfo nunca lo negó, en ese momento él no sabía de su existencia'* —mis alarmas se activaron.
«¿Por qué hablas en tiempo pasado? ¿Acaso le dijiste que estoy embarazada?».
*'¡Ya te dije que no, chica! Yo no le he dicho nada, pero sigo creyendo que sospecha algo'*.
—¿Por qué tan callada? ¿Hice algo malo? ¿Estás incomoda? ¿Prefieres comer otra cosa? —interroga y mi furia se incrementa, ya que algo me decía que este lobo se estaba disfrazando de oveja para engañarme.
—No me apetece hablar ¿Algún problema? —vuelvo a adoptar la actitud acre de antes.
—No, porque así me das más tiempo para admirar tu belleza.
«Que mentiroso, ninguna mujer se ve bonita recién levantada».
—Voy a olvidar ese comentario tan gastado y preguntare ¿Qué pretendes? Porque este cuento de la tregua y del Adolfo bueno no me lo trago. —Exprese tajantemente.
—Solo quiero que nos llevemos mejor por el bien de ambos. Además, no quiero que nuestro futuro hijo vaya a tener unos padres que se odian a muerte.
Con esas palabras todas las piezas comienza a encajar en mi cabeza; este jueguito de mostrar debilidad, ser amable y considerado conmigo no es más que una artimaña para que yo baje la guardia, confíe en él y termine acostándome con él para engendrar a su heredero.
«Que ciega soy, él me quiere es utilizar como vientre de alquiler para luego quitarme a mi hijo y ser feliz con la tarántula albina». —Concluyo.
*'No creo que ese sea su intención'* —intercede Velika a su favor.
«Y yo no te creo a ti, últimamente estás mucho de su lado, y por eso utilizaré esta tarde para averiguar lo el perro cobarde trama».
—Pero el tema de nuestro bebé lo tocaremos después, por ahora concentremonos en el paseo que daremos —continua y yo asiento.
—¿A dónde iremos? —vuelvo a cambiar de actitud, porque debía hacerle creer que ya confiaba en él, así sabría si mi teoría era correcta o errónea.
—Es una sorpresa —Respondió él con una gran sonrisa al ver mi "entusiasmo".
—Entonces vayámonos de una vez, quiero terminar con ese itinerario lo más pronto posible.
—¿Por qué tanta prisa? ¿Tienes algo más que hacer? –Pregunto extrañado.
—No, pero en este momento tu presencia me repugna —conteste con la verdad, porque no me gusta fingir con nadie.
—Para ser tan joven, eres una chica muy amargada.
—Y tú para ser tan viejo eres muy estúpido e ignorante.
*'Anna, cada vez que hieres los sentimientos de Adolfo o él los tuyos es un golpe para el cachorro'* —ruedo los ojos, cansada de oír la misma cantaleta.
«Solo se amable con el perro cobarde un par de meses más y serás libre» —intento animarme.
—¿Tus guardias vendrán con nosotros? –Pregunte, como si me importase nuestra seguridad. La idea era eliminar las malas vibras del ambiente.
—No, les di el día para que lo pasaran con sus familias.
—¿Estaremos completamente solos? —me sorprendo cuando asiente, él nunca sale solo, al menos que yo sepa.
—Así es, pasaremos el resto de la tarde solos —Dijo con tono seductor mientras se acercaba a mi.
—¿Cuál es la primera actividad que haremos? —Intente sonar entusiasmada, pero la verdad quería encubrir el nerviosismo que me provocaba su cercanía.