Soy la mate del alfa

Cap 41 parte 2

Capítulo 41 parte 2 = Suplicio en el C.C

 

.*Adolfo*.


«Las mujeres son demasiado complicadas, no entiendo por qué les gusta tanto venir de compras» —medito mientras espero que Anna y Josefina salga de esa tienda donde llevan más de una hora.


«Jamás volveré a venir cuando digan que viene de compras».


Cuando se me ocurrió la "brillante" idea de acompañarlas solo pensé en que esta sería una excelente oportunidad para estar cerca de ella, sin embargo, no consideré que esto podría convertirse en la propia odisea.


Lo primero que pasó cuando llegamos fue que Anna duró 30 minutos para escoger entre dos pinturas de uñas, prácticamente del mismo color, decidiéndose al final por llevarse las dos. Luego fue el turno de escoger los implementos necesarios para su menstruación y en vez de tomar el primer paquete que se le cruzara, como hubiese hecho yo, tuvo una largaaaaaaaaaa conversación con Josefina sobre cuál era la mejor marca y los detalles de cada una; que si es muy fina o muy gruesa, el material con el que está hecha, que las líneas antiderrame y otro poco de cosas que no entendí.


Esa conversación me pareció de los más absurda, ya que no comprendo el por qué de todo ese protocolo para comprar unas simples toallas sanitarias.


Después de eso fuimos a comprar perfumes, esencias para la bañera, champú, acondicionador, jabón, sombra para los ojos, labial, rubor, lápiz de boca, lápiz para los ojos, pulseras, zarcillos, collares, anillos, entre otras estupideces. Pero antes de seleccionar cada artículo se pusieron a intercambiar opiniones sobre los producto y luego descartar los que consideraban los peores o más feos.


No sé cuanto tiempo nos llevo comprar todo eso, lo cierto es que me pareció una eternidad y quedó demostrado cuando en la zapatería me quede dormido en el sillón, ya que estaba completamente agotado y aburrido, puesto que hemos caminado de una lado para el otro sin descansar, viendo cosas insulsas para mí gusto.


*'No olvides mencionar que en vez del Alfa supremo pareces una mula de carga'* —se mofó Velika y mis ojos se dirigieron a todas las bolsas que llevo en los brazos más las que están a mi alrededor.


«Estoy seguro que llevan medio centro comercial en todas estas bolsas» —pienso antes de volver a enfocar la tienda.


—¡Ya me canse! —exclame al verlas reír a través del vidrio. —Quiero irme a la mansión y si ellas no salen en cinco minutos las sacaré por la fuerza.


*'Eso te restaría puntos con Anna'* —opina mi lobo.


«No importa, ya no soporto esto más, si paso un segundo más aquí o tenemos que comprar algo más juro que enloqueceré».

 

*Anna*


—Ya tienes el vestido ¿Qué estamos esperando para irnos? —la pregunta de Josefina me hace despegar la mirada del idiota que está esperando afuera de la tienda con cara de desesperación.


—Estoy esperando que explote —señalé a Adolfo con la cabeza.


—¿Anna, no crees que te estás pasando con el pobre perro cobarde? —Me río fuertemente ante el comentario de Fina.


—Para nada, ahora es que le falta sufrir —una risa malvada salió de mis cuerdas vocales. —No se por qué pero me gusta verlo exasperado, rabioso, furioso —una sonrisa diabólica se estampó en mi cara.


—Debes controlar eso o te va a descubrir, él es un hombre muy perspicaz —mi vista recayó en ella.


—¿A qué te refieres?


—A que ese deseo que tienes por sacarlo de quicio, de verlo sufrir y suplicar, es un síntoma muy común en una loba embarazada —frunzo el ceño. —Con eso lo que estás buscando en llamar la atención del padre del cachorro.


—Yo no quiero llamar su atención —refuto.


—Deja de negarlo porque es más que obvio que sí.


—¡Claro que no! Te,recuerdo que no soy una mujer loba para querer que él esté pendiente de mí —alego y Fina niega con la cabeza.


—Tú no lo eres pero el bebé que llevas dentro sí lo será y quiere estar cerca de su padre —puso su mano en mi hombro. —Y la prueba de ello son tus ganas de hacerle la vida imposible al perro cobarde y ese síntoma solo podrás mitigarlo si permaneces junto a él.


Sus palabras me dejaron pensativa por varios minutos, ¿De verdad quería estar cerca de Adolfo? ¿En verdad quería que su atención estuviese dirigida exclusivamente a mí?


—Anna, ¿Cuándo piensas decírselo? —Me preguntó haciéndome cosquillas en la barriga. —No podrás esconderlo por siempre.


Eso lo sabía, más temprano que tarde se me iba a empezar a notar el embarazo y cuando eso ocurriese todos, incluyendo al padre de mi bebé, se iban a enterar. Pero me asustaba la idea de que alguien, la tarántula por ejemplo, quisiera hacernos daño a mi hijo o a mí cuando saliera a la luz su existencia.


«Debo asegurarme que mi hijo no corra ningún peligro antes de revelar la verdad».


—Cuando…. —fui interrumpida por un Adolfo colérico.


—¡YA ESTOY CANSADO! —No pude evitar reírme al ver que había logrado mi objetivo —¿Lo estás haciendo a propósito, verdad? —Sus ojos estaban echando chispas de la rabia.


—¿A qué te refieres? —Pregunté con suma inocencia.


—¡NO TE HAGAS LA DESENTENDIDA! —Me señaló. —Me estás castigando por haberlas acompañado.


Sonreí maliciosamente antes de responder.


—Está bien lo admito, eso es lo que he estado haciendo desde esta mañana.


—¡ERES... —Se tragó sus palabras y respiró profundo varias veces, para recobrar la compostura.


El movimiento de sus pectorales en el momento de inhalación y exhalación me distrajo.


—Por favor, Anna —la mención de mi nombre me trajo de nuevo a la realidad —vámonos a casa, ya aprendí la lección —pidió amablemente y una parte de mí se conmovió un poco. Solo un poco porque mi intención era hacer que se humillara delante de mí.




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