Soy la mate del alfa

Cap 42

Capítulo 42

 

 

Días antes…


.*Luis*.


Arrepentimiento, ese es el sentimiento que se adueñó de mí ser desde que planifique ese viaje a Brasil. Y desde el día que me separé de ella, ese mismo en que la dejé en las garras de esa bestia, he contado los días, las horas, los minutos y los segundos para volver a tener a Anna entre mis brazos.


—Hijo lo que piensas hacer es una locura ¡Ya ríndete! —exclama mi madre al borde de la histeria cuando ve que sigo haciendo mi maleta. —Los medios dicen que ya está felizmente casada con el Alfa Superlativo.


—Ese matrimonio es una farsa, ambos sabemos que él la forzó a casarse —dije fríamente al arrojar una franela a mi maleta. —Ella me ama es a mí.


—Te amaba —corrigió. —Nadie te asegura que no se haya enamorado, recuerda que al igual que tú, también es su mate y lleva mucho tiempo conviviendo con él.


—Ella aún me ama y lo sé de muy buena fuente.


Ciertamente tengo casi tres meses sin hablar con Anna, pero no he perdido su rastro, conozco a la perfección cada uno de sus movimientos; sé que pasa todo el día en su cuarto, para evitar los maltratos del desgraciado y su amante. Además sé que más de una noche ha llorado por mí, añorando que vaya a rescatarla de las manos de esa bestia, y por eso mismo no pienso esperar un segundo más para ir por ella.


—Hijo… —mi madre poso su mano en mi hombro —ayer hablé con la abuela de Anna y me contó que su nieta les informó que estaba en cinta.


Sabía que las probabilidades de que quedase embarazada eran muy altas y mi madre me acababa de confirmar mis sospechas, pero en vez de alegrarme me enfureció.


*'Pasó lo que tanto querías, deberías estar feliz'* —comentó mi lobo con sorna y mis nudillos se pusieron blancos por la presión que estaba ejerciendo en mis manos.


—Por el bien de esa criatura inocente, olvidate de tu plan y dejalos en paz. Él la ama y ella no tardará en corresponderle.


—Él la puede querer, pero jamás con la misma intensidad con la que la quiero yo —aparté su mano y corrí al baño por las cosas que me faltaban. —Yo llegue primero a su vida. Yo la apoye, cuide y protegí cuando más lo necesitó –un nudo en mi garganta no me permitía hablar con claridad. —Si no fuera por mí en estos momentos ella estuviera muerta –mis ojos se humedecieron al recordar lo indefensa que se veía esa noche de luna llena en que salve su vida. —Ella no puede amar a otro que no sea yo.


—Luis, quítate la venda de los ojos, el hecho de que hayas salvado su vida no te convierte en su dueño. –Habló con serenidad. —Además está embarazada de otro.


—No me creo su dueño, yo soy su dueño —afirme con seguridad. —Y lo del bebé es lo de menos, ya que Edward también te aceptó a ti embarazada de otro hombre.


Mis palabras lograron ponerla a la defensiva.


—Mi caso fue muy diferentes al de ella, no te atrevas a compararnos —alegó seriamente.


—No fue tan diferente; ambas fueron secuestradas por un desalmado y violadas por el mismo, dando como resultado de esa ecuación un pequeño bastardo.


—¡Cállate! —me abofeteó, logrando que mis demonios se revolvieran. Sin embargo conseguí controlarlos.


—Aunque sí existe una gran diferencia entre ella y tú —seguí hablando calmadamente —que esa criatura podría ser tu nieto.


—¿Mi nieto? —sus ojos casi se salen de su orbita. —Tú y ella…


—Sí, mamá. Horas después de que ella se acostará con él estuvo conmigo —cubrió su boca con sus manos para ahogar su sollozó, ya que sabía que si Adolfo descubría que el bebé era mío lo iba a matar. —¿Ahora entiendes el por qué quiero ir a rescatarla lo más pronto posible?


Ella asintió con la cabeza y no dijo nada más hasta que terminé de hacer mi maleta.


—Es solo un bebé… —mis ojos la enfocaron. —No importa lo que pase con él, podrás concebir otros hijos.


—No puedo creer que te importe tan poco la vida de tu nieto —la miro con reproche. Estábamos hablando de su sangre, ¿cómo podía ser tan indiferente?


—Tengo y puedo tener muchos nietos, pero hijos solo tuve dos —murmuró con los ojos llenos de lágrimas.


—Recuerda que Anna es mi mate, ya no puedo tener hijos con más nadie que no sea ella.


Por su reacción note que se le había olvidado ese detalle.


—Hijo, no puedo permitir que te vayas a meter en la boca del lobo —me bloqueó la salida con su cuerpo.


Hace meses fueron las entrevistas para formar parte del ejercito del Alfa Superlativo, mi padre y Brad me convencieron de asistir, ya que sería un honor servirle al líder supremo de todos los lobos. Pero como no quería que mi apellido pesara sobre la decisión de los jueces di mi otro nombre, y para mi suerte fui aceptado hace un par de días.


—Mientras no me deje ver de Adolfo o Brad todo estará bien, me inscribí en la guardia real con mi otro nombre —confesé y su sorpresa no me pasa desapercibida.


Sé que dije que nunca más usaría ese nombre, pero situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.


—Pero…


—No te preocupes, todo saldrá bien —la abracé fuertemente.


—¡CÓMO ME PIDES QUE NO ME PREOCUPE SI LO QUE TIENES PENSADO HACER ES SUICIDIO! –Elevó el tono de voz y comenzó a golpearme en el pecho con desesperación. —No te quiero perder en sus manos —susurró en lo que cayó de rodillas frente a mí. —Por favor, Luis, no te vayas —su suplica me partió el corazón, pero ya había tomado una decisión.


—Yo estaré bien mamá, pronto nos tendrás de vuelta —le asegure y ella negó con la cabeza.


—¿Por qué insistes en lo mismo? ¿Por qué no aceptas que en esta vida ustedes dos no están destinados? –Tomó mis manos entre las de ella. —Ella está bien con él, no le hace falta nada, y seguramente será muy feliz con su marido.




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