Soy la mate del alfa

Cap 48

.*Adam*.


—Adam…


En lo que escuche mi nombre abrí mis ojos, o al menos el único que podía medio abrir, topándome con esos ojos color ópalo que tanto me encantan.


—Como te dejó el bruto de Brad —murmura antes de que gruesas lágrimas desciendan por sus mejillas.


*'Y eso que Iván te dejó lo más presentable y bonito que pudo'* —comentó mi lobo y en cierta manera tiene razón.


Luego de que Brad se marchara Iván me ayudó a limpiar toda la sangre, aplicó una crema para que los hematomas no fuesen tan notorios y llamó a Margaret para que me preparara una infusión para acelerar mi reconstrucción ósea.


—¿Qué haces aquí, Fina? Brad se molestará si sabe que estás en mi habitación —trato de sentarme en la cama pero el intenso dolor en mi tórax me detiene.


Brad no se midió al golpearme, me rompió varios huesos entre otras heridas que tardarían por lo menos dos días en sanar completamente.


—Que se moleste, no me importa —acunó mi rostro con sus delicadas manos —lo único que me importa es que tú estés bien.


—No llores —alce mi mano y limpie sus lágrimas tiernamente. —Sabes que odio verte llorar.


—Lo siento… Es que… Es que —balbuceó sin control —desde que me conociste no has dejado de salir herido por mi culpa —bajó la mirada en busca de la cicatriz que ella misma me había hecho con esa daga —Por mi culpa casi mueres desangrado y ahora Brad casi te mata a golpes por mi descuido —dijo con pensar sin siquiera verme a la cara.


—Mi linda niña ojos de ópalo, yo…  —me quejo del dolor al intentar moverme —yo merecía los golpes que me propinó Brad —la confusión se apoderó de su rostro —estoy tomando algo que es suyo, porque tú y él…


—¡NO ME IMPORTA QUE LA DIOSA LUNA NOS HAYA VUELTO MATES, YO NO LO AMO! —se puso de pie y comenzó a caminar por la habitación, como león enjaulado. —¡Estoy cansada que todos crean que soy un objeto inanimado, un ser que no tiene sentimientos ni poder de decisión! ¡YO…


—Fina, eres mucho más que un objeto —la interrumpí antes de que se alterara más —eres tan valiosa, tan maravillosa, que la humanidad no ha podido crear una palabra la cual pueda describir lo perfecta que eres.


Eso la hizo detenerse, sonreír y recostarse en la cama junto a mí, sin decir una palabra más. Esta era una de las cosas que me encantaban de Josefina, que con ella el silencio no era incomodo, como con otras chicas. Con ella podía permanecer horas sin hablar y me sentía bien.


—Te ofrezco una disculpa —me decidí a hablar. Porque siento que soy el principal responsable de que nos encontráramos en esta situación; ya que de no haberme enamorado perdidamente de ella las cosas serían muy distintas; ella estaría feliz junto a Brad y yo estaría a la espera de mi mate.


—Perdoname por amarte, perdoname por haber puesto mis ojos en un imposible, en algo inalcanzable —continuó. —Te ofrezco mis más sinceras disculpas —no pude contener más mi llanto, porque cada sonido que salía de mis cuerdas vocales me lastimaba, pero no físicamente sino empcionalmente.


—No tienes que disculparte, ninguno de los dos es culpable de lo que pasó —dijo ella y al igual que yo comenzó a llorar —el único responsable fue el destino que nos negó la oportunidad de amarnos —entrelazó su manos con la mía. —Como me gustaría vivir en un universo paralelo, uno en donde sí podamos estar juntos libremente, uno en el que puedas ser constantemente mío —su voz se quebró.


—Fina, quiero que sepas que yo daría mi vida por ti, te amo demasiado, más que a mi propia vida —sus mejillas se sonrojaron al igual que aquella noche en la que con manos temblorosas tuvo que desinfectar mi herida, esa misma noche en la que me confesó que era el primer hombre que veía semidesnudo.


Y después de allí vinieron un montón de primeras veces para los dos, puesto que era la primera vez que compartía y pasaba tanto tiempo con una chica; nos hicimos bromas inocentes, cosquillas a mitad de una película, jugar con la manguera en el jardín, peleas con las almohadas, ver televisión y cocinar juntos.


—¿Por qué el destino tienes jugadas tan crueles? —murmura con melancolía y me propuse solo una meta, animarla.


—Mi enfermera particular —sus ojos llenos de lágrimas me enfocaron. —¿Recuerdas nuestro primer beso? —menciono sacándole una sonrisa.


—Como olvidarlo si fue mi primer beso.


*Flashbacks:


Ya pasó una semana desde el “accidente” y mi herida aún no ha termina de sanar y todo por culpa de esa daga de plata pura. Aunque no puedo quejarme del todo, ya que no todo ha sido malo, Josefina se ha encargado de cuidarme muy bien, como si fuese mi enfermera particular.


Sin mencionar, que estos días han sido los más divertidos de mi vida y todo gracias a su grata compañía. Ella es sin duda alguna una niña encantadora,  extrovertida, alegre, soñadora, carismática, ingeniosa, dulce, amable, leal, cariñosa y sobre todo hermosa.


*'Es la compañera perfecta'* —opinó mi lobo y estuve completamente de acuerdo.


«Lastima que no sea la mía» —pensé con nostalgia y tristeza al recordar la llamada de Brad.


"Adolfo y yo ya llegamos a Alemania, en un par de horas paso buscando a Josefina".


Desde que recibí su llamada no he despegado la vista del reloj, como si con eso lograra detener sus agujas.


—Esto es ridículo —me pongo de pie y empiezo a caminar en círculos. —No puedo estar deseando que Fina no se vaya, ella es la mate de Brad, debe estar es con él no conmigo.


—¡Adam, ven a mirar esto! —me llamó desde el jardín, el cual parece ser su lugar favorito en toda la casa. —¡Ya nacieron! ¡Ya nacieron! —grita eufórica mientras señala el pequeño nido que descubrimos hace unos días.




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