.*Adolfo*.
Si creí que lo peor de este paseo sería ver como Anna, Josefina y Brad se reían de mí estaba muy equivocado, ya que casi toda la experiencia en ese parque fue horrible.
Primero que nada el lugar estaba repleto de mocosos berreando {llorando}, haciendo berrinche, gritando, balbuceando, largando mocos, entre otras cosas desagradable. Todo esos ruidos no me dejaban pensar con claridad (¡ME TENÍAN ATURDIDO!) y al llegar a Magic Kingdom todo empeoró, porque en el castillo de la cenicienta Anna se le fue encima al príncipe encantador y lo beso en la boca (al actor de la película).
Este acto me enfureció y golpeé al "niño bonito" ese por posar sus labios en mi chica, aunque técnicamente fue ella la que ocasionó todo. Por supuesto él intentó devolverme el golpe pero al reconocerme se hinco frente a mí y pidió disculpas.
Estaba tan enojado que ordené que encerraran a ese idiota por tres días sin darle agua ni comida. Después tomé a Anna como un saco de papas y salimos de allí, por supuesto llamando la atención de todos los turistas, ya que ella profirió insultos dirigidos a mi persona en diferentes idiomas.
Luego de ese show que montamos fuimos a "Pirates of the Caribbean" en donde Josefina se derritió como helado al ver al "Capitán Jack Sparrow" y Brad tuvo que hacer lo mismo que yo hice con Anna para alejar a su mate de ese hombre.
Posteriormente estas mujeres se tomaron mil y una fotos con Mickey Mouse, Minnie, Donald, Pluto y todo los demás personajes. Brad y yo todo ese tiempo nos mirábamos el uno al otro, con cara de fastidio, luego a las chicas y por último negabamos con la cabeza porque ambos concordamos en que venir fue la peor decisión que pudimos tomar.
Estábamos tan pero tan aburridos que nos sentíamos desfallecer, pero cada vez que intentábamos convencerlas de irnos repetían la misma oración: “Entiendan que nosotras somos unas niñas, aquí los ancianos son ustedes, y deben cuidarnos o nos iremos con los primeros chicos guapos que se nos crucen en el camino'” y entonces accedíamos a quedarnos y aguantar al par de “niñas” caprichosas.
Luego del aburrimiento vino la peor parte, los juegos mecánicos. Literalmente yo estaba aterrado de subirme a todos esos aparatos a diferencia de Anna que estaba más emocionado que niño en dulcería.
En contra de nuestra voluntad Brad y yo nos subimos a todos los juegos, y en todos gritamos de miedo a diferencia de Anna y Josefina que lo hacían por diversión. Pero eso no fue todo, puesto que en más de una ocasión salí vomitando, atrayendo la atención de los turistas, ya que Anna en vez de ayudarme se reía a carcajadas a mi lado.
«Ahora que lo pienso bien Anna y Josefina hicieron esto a propósito para vengarse de nosotros» —medito al recordar el comportamiento de ambas.
En fin, luego me vengaría, cuando el día llegó a su final las cosas mejoraron un poco para Anna y para mí; los fuegos artificiales se hicieron presentes en el cielo e increíblemente ella, si leyeron bien ELLA, tomó mi mano, se posicionó frente a mí, me agradeció por tan lindo día y plantó un casto e inesperado beso en mis labios.
—Quiero decirte que te perdono por todo lo que me has hecho y reconozco que también me equivoque contigo —susurro antes de abrazarme y en ese momento me sentí el lobo más feliz del mundo, porque esto significaba un nuevo comienzo entre los dos. —Lamento haberme comportado tan mal contigo, fui inmadura, idiota, ciega y cabezota.
—Yo no tengo nada que perdonarte —digo antes de enterrar mi nariz en su cabello e inhalar profundamente. —Como extrañaba tu olor.
—Y yo te extrañaba a ti —admitió antes de ponerse de puntillas y volver a dejar un pequeño beso en mis labios. Pero a diferencia del anterior, esta vez la envolví con mis brazos y la bese con todo el amor que esta pequeña humana me hacía sentir y para mi sorpresa ella me correspondió de la misma manera.
Nos besamos sin prisa, con lentitud, tomándonos el tiempo de saborear y deleitarnos con cada sensación. No sé cuanto tiempo duró nuestro beso porque para mí el tiempo se detuvo, al igual que todos los problemas y las personas que se oponían a lo nuestro desaparecieron. Solo me concentre en degustar su deliciosa boca y mantenerla a mi lado por siempre.
—Adolfo, —ella se separó de mí para poder respirar. Yo había olvidado como se hacia eso. —Adolfo, mirame —de no ser por ella no me habría dado cuenta que tenía los ojos cerrados.
Cuando los abrí me topé con sus ojos que resplandecían con intensidad, como dos reflectores, y podía oír los rápidos latidos de su corazón.
—De una manera muy peculiar y extraña para mí —tragó grueso y pude sentir lo nerviosa que estaba —te quiero.
Mi boca se abrió de la impresión y comencé a boquear como un pez. Era la primera vez que me decía que me quería y por un momento creí que había oído mal, que mi cerebro estaba alucinando.
—Te quiero y mucho —repitió y mi corazón se emocionó tanto que parecía quererse salir de mi caja torácica.
«Me quiere. Ella acaba de decir que me quiere» —repetí en mi mente para poder creerme lo que había dicho.
*'Sí, idiota, yo te lo dije tantas veces que ya me iba a quedar sin voz'*.
—Y sé que tú también me quieres a mí —habló a ver que no decía nada. —Y espero que así como aceptaste que yo formara parte de tu vida aceptes a… —ella se calló y mordió su labio inferior, como debatiéndose entre decirme o no.
—Yo acepto todo lo que tú me digas siempre y cuando no sea un amante —mi comentario la hizo reír a carcajadas.
—No es eso—guió mis manos a su vientre y yo frunci el ceño, aunque una inmensa emoción se apoderó de mí —Yo…
—Disculpe la interrupción, alfa —la voz molesta de Brad captó nuestra atención. —Solicitan su presencia en el hospital con urgencia —mi cuerpo se tensó, sabía que no podía pasar tanto tiempo alejado de los problemas.