Soy la mate del alfa

Cap 51

.*Anna*.


Adolfo no vino a dormir y tampoco se ha aparecido en todo el día. Sin embargo, lo que me tiene más inquieta e intranquila es que ya casi son las 5 pm y no he recibido noticias suyas, no me ha dicho la hora en la qué pasará por mí o simplemente llamado para preguntar por mí después de lo que pasó ayer entre los dos. La única información que obtuve sobre él fue que no vendría a dormir y fue gracias a Bruno.


«¿Quién estará en el hospital para que deba quedarse allí todo el día?» —me pregunto.


—Anna —la voz de  Brad me saca de mis pensamientos. —Adolfo acaba de llamar y dijo que te fueras conmigo y Josefina al evento.


Frunzo el ceño y me pongo de pie.


—¿Él no vendrá por mí? —pregunté con decepción, ya que en el avión me había prometido que ambos llegaríamos juntos a la fiesta, como la pareja que teníamos que ser.


—Dijo que se le complicó un asunto y que lamenta no poder cumplir su promesa. —Dirigí mi vista al suelo porque no quería que Brad me viese llorar.


¿Qué es lo que le sucede? ¿Por qué huye de mí? ¿Por qué me evita?, fueron algunas de las preguntas que me formulé mientras mis ojos ardían por la acumulación de las lágrimas.


—Gracias por informarnos —interviene Josífina. —¿A qué hora nos vamos?


—8:30 pm por lo que ambas…


—Okey, ya sabemos ahora vete —ella lo cortó.


—Pero si no he… —se calló cuando ella lo empujó a la puerta.


—Ya sabemos —él tuvo un intercambio rápido de palabras con ella que no pudo oír.


—Solo estén listas a tiempo, por favor —suplicó Brad antes de que Fina lo sacara de la recámara.


—¡No prometemos nada! —gritó Fina y logré oír a lo lejos la risa de Brad.


«¿Velika, qué le sucede al perro cobarde? ¿Por qué actúa así conmigo? ¿Por qué tengo la sensación de que me esta evitando?».


*'Lo siento mucho, mi reina'*.


«¿Por qué te disculpas?».


*'Lo único que te puedo decir es que Adolfo está metiendo la pata hasta el fondo y tú y el cachorro son los únicos que puede hacerlo entrar en razón'*.


«¿Cómo así? No entiendo a qué te refieres» —lo que obtuve de Velika fue silencio total.


«¡LOBOOOOOO IDIOTA VEN A EXPLICARME!». —No dijo nada, ni siquiera replicó por la forma que lo llame.


—Anna —Fina pasa su mano delante de mis ojos varias veces —¿Estás bien?


—No, Fina —siento mis lágrimas descender por mis mejillas. —No me siento bien porque ayer le confese al perro cobarde que le quería y parece no importarle.


Fina no tardó en envolverme entre sus brazos y ese calor fraternal, que sentí la primera vez que me abrazó, me llenó de nuevo.


—Claro que le importa —pronunció lentamente.


—¿Entonces por qué siento que me está evitando? —ella lo sopesó unos segundos.


—Quizás solo está asustado, puede que piense que eres cariñosa con él para que baje la guardia y luego aprovechar eso para escapar de él.


—Ese era el plan inicial —murmuro.


—Pero él no está al cabo de saber que cambiaste de opinión.


«Eso explicaría su comportamiento tan distante».


—¿Fina, por qué lo estás justificando? —cuestiono, porque ella desde que aterrizamos en este país no ha hecho otra cosa que meterme la idea en la cabeza de abandonar a Adolfo con la ayuda de Brad, Adam, Iván y Vladimir.


—Porque ayer en el parque me demostró que exuda amor por ti hasta por los poros, él te adora de verdad Anna.


Las palabras de Josefina me ayudaron a mejorar mi humor, pero la sensación de tener un mal presentimiento seguía latente.


—Ahora a prepararnos para tu gran debut, porque te debes verte hermosa para cuando Adolfo te vea se muera —comentó con humor y le di una sonrisa de boca cerrada —Ve al baño mientras preparo todo para que comencemos a arreglarnos —asiento con la cabeza.


Luego de ducharme me encontré con tres hombres exactamente iguales en mi habitación; Fabián, que se diferenciaba de sus hermanos por su cabello largo y rosa, Fabio, que tenía el pelo corto y azul, y Felix, cuyo melena era de color plata. Los tres tenían rasgos faciales muy hermosos, tiernos e infantiles, muy parecidos a los de los querubines.


En un principio creí que serían odiosos, sin embargo, resultaron todo lo contrario, muy amables, gentiles y bromistas. Entre los tres se encargaron de dejarnos despampanantes a Fina y a mí.


—Ustedes dos causaran sensación —opinó Félix, al observar otra vez el trabajo terminado.


Yo llevaba puesto un vestido de color blanco, cuya falda era de estilo griego y poseía una aberturas en ambas piernas. En cuanto a la parte de arriba destacaba porque la espalda era descubierta y la parte delantera era de un encaje muy elegante con transparencias. Para mi cabello pedí que lo alistaran para que solo cayera como una cascada por mi espalda y hombros. Y en cuanto a mi maquillaje quise que lo que más resaltaran fueran mis ojos.


Fina, por otro lado, vestía un hermoso vestido verde esmeralda, con una abertura en la pierna izquierda que llegaba más arriba de la rodilla. Llevaba su cabello recogido en un sofisticado moño y pidió que le pusieran labial rojo pasión en la boca, lo que la hacia lucir mayor y seductora.


—¡Chicas, hace más de 30 minutos que nos tuvimos que haber ido! —Dijo Brad desde el otro lado de la puerta. —¿Les falta mucho?


Tanto Fabián como Fabio, Felix y yo nos reímos, ya que hace más de 10 minutos que estamos listas pero como Fina quería hacer sufrir a Brad, por haberle robado un beso en el parque, no podíamos salir.


Me pareció injusto con Brad pero no podía salir en defensa de él porque yo había hecho algo parecido con Adolfo.




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