.*Brad*.
Se me encogen el corazón de ver a mi pequeña Josefina sufriendo de esta manera y todo por culpa de un amor no correspondido, pero por más que quisiera evitarle este dolor no puedo hacer nada. Solo consolarla para que se desahogue entre mis brazos.
*'Si me hubieses hecho caso Adam no le habría causado tanto daño'* —me reprocha mi lobo, Kahalo, al notar que el llanto de nuestra mate no cesa.
Cuando me enteré que huiría con Adam, reconozco que estuve a punto de matar a mi examigo por querer robarse lo que es mío, y lo único que me detuvo de cometer esa locura fue pensar en el dolor que sentiría mi pequeña cuando supiese que Adam había muerto a mis manos o por ordenes mías.
«Si hubiésemos hecho eso ella nos estaría odiando en este momento en vez de dejarse abrazar» —le hago ver.
—Vaya vaya que tenemos aquí —una voz masculina inundó el frío callejón.
—Un par de tórtolas enamoradas —agregó otro hombre de pequeña estatura.
*'Son humanos'* —me avisó mi lobo en lo que enfoque a los doce individuos que salieron de las sombras.
—Escogieron el lugar equivocado para demostrarse afecto —habló el que parece ser el jefe de la pandilla.
*'Hay que acabar con ellos, quiero ver su sangre derramarse en el suelo'* —comentó Kahalo y por puesto lo ignoré.
Ya Josefina había tenido suficientes emociones como para contemplar el desmembramiento de unos miseros humanos. Porque si dejase que él tomase el control eso haría, ya que siempre ha sido muy impulsivo y sanguinario.
—Quedate aquí —le ordene a Josefina y ella negó con la cabeza.
—No vayas… —me miró con ojos de preocupación.
—No les haré nada —traté de tranquilizarla.
—Temo es por ti no por ellos —una parte de mí se infló de felicidad, pensando que se preocupaba por mí, y la otra se sentía insultada de que pensara que era tan débil como para dejarme vencer por unos humanos.
—Esta banda de maleantes es inofensiva para mí, sólo les daré una lección para que abandonen esta vida que llevan —deje un pequeño beso en su frente.
—¡Oh aquí viene el príncipe azul! —se mofaron en cuento me puse de pie para enfrentarlos.
—Si te arrodillas frente a mí te dejaré vivir —dijo el capataz luego de sacar un arma y apuntarme con ella.
*'Vamos a divertirnos aunque sea un poco'* —pidió y yo accedí; dejé que Kahalo lo tomase por el cuello y lo quebrase en nanosegundos.
El resto de los hombres al ver lo que había hecho comenzaron a dispararme, pero como eran balas comunes y corrientes no me hiciero más que rasguños que a los pocos segundos desaparecieron.
—Eso es lo mejor que tienen —los desafío con una sonrisa socarrona.
Todos me estaban observando con la boca abierta y no dejaban de musitar “Superman existe”, “Superman es real”.
—¿Qué eres? —La voz de uno de los maleante se dobló.
En ese momento recordé la frase de una película que Anna me obligó a ver y sin pensar la cite.
—Tu peor pesadilla —sonreí maliciosamente antes de dislocarle el brazo al otro miembro de la banda.
—¡Ah! —escuche el quejido de Josefina y en lo que me volteo veo como dos de los ladrones la tenían sujeta y con un cuchillo en el cuello.
—Nos dejas vivir o tu Luisa Lane morirá —me advirtió uno de ellos.
La sangre me hirvió y la rabia me cegó al percibir el olor de la sangre de Josefina y Kahalo aprovechó eso para que me transformará en mi forma lobuna.
*'Esos desgraciados pagaran caro el haber herido a nuestra mate'* —mencionó mi lobo antes de acabar con cada integrante de esa banda delictiva de una forma muy salvaje.
En lo que volví a mi forma humana me arrepentí de lo que había hecho, porque Fina me observaba como si fuese algo irreal, supongo que por toda la sangre que bañaba mi cuerpo.
—¿Estas bien? —Le pregunte con miedo de que la escena hubiese sido demasiado sangrienta para ella.
—Sí —me dijo sin salir del pasmo.
—¡Estas sangrando! —Le comenté alarmado en lo que note el pequeño hilo de sangre que salía de su delicado cuello. —Mejor voy a llevarte a un hospital —Intente cargarla pero ella negó.
—Tranquilo, no es nada —Se cubrió la herida sin dejar de mirarme de una forma muy extraña. —Tu lobo es asombroso, poderoso y hermoso —susurró. —Me encanta el color cobre de su cabello y sus ojos color carbón encendido.
—¡Oh! Gracias —me rasque el cuello incómodamente, era la primera vez que ella me daba un cumplido. —¿Nunca habías visto a hombre lobo transformado? —intente amenizar la conversación.
—Sí los he visto pero el tuyo tenía algo diferente, algo sumamente atrayente.
*'¿Viste? Te dije que la forma de llegar a ella era a través de mí'* —comentó mi lobo.
Ciertamente sopese mucho en esa opción, si a Adolfo le había funcionado de maravilla con Anna conmigo también podría resultar, sin embargo desistí cuando ella admitió que estaba enamorada de Adam.
—Fina, mi oferta aún sigue en pie —dije para cambiar de tema.
No quería pensar en lo que pudo haber sido o me arrepentiría de mi decisión.
—¿Cuál oferta? —Preguntó con el ceño fruncido.
—La de dejarte en libertad.
—¡Qué! —Dijo exaltada.
*'Retractate, ella siente atracción por nosotros, puedo sentirlo'*.
«No te hagas ilusiones, Kahalo».
*'No son ilusiones, ella nos quiere un poquito'*.
«Estas equivocado, ella quiere es a Adam y a nosotros nos odia».
*'Hazme caso, juro que no te arrepentirás'*.
«Te demostraré que lo que digo es verdad».
—Vamos en este momento a las Vegas a buscar al brujo más poderoso del mundo para que acabe con nuestra unión ¿Te parece? —Le ofrecí la mano para que se levantará. Ella la miró dudosa. —Eso era lo que pensaban hacer Adamy tú ¿no? —ella miró el asfalto avergonzada. —Tengo una duda ¿cómo pensaban hacer para que yo aceptara? Porque tengo entendido que para romper el lazo de mates se necesitan dos requisitos; primero no estar unidos espiritual ni carnalmente y segundo ambas partes deben estar de acuerdo con la separación.