Soy la mate del alfa

Cap 53 parte 1

.*Anna*.


La llegada de Daniela desató en mi nueva familia la 3era guerra mundial; yo peleó con Adolfo cada cinco minutos por cualquier estupidez, ella pelea con Adam cada 3 minutos porque éste no le presta la atención que ella requiere. Adolfo pelea con Adam cada 2 minutos porque él anda pensando en Josefina. Adam pelea con sus subordinados por quién sabe qué. Iván le reclama a Vladimir que éste no le quiere decir el secreto que está escondiéndole desde que llegó. Vladimir es gritado por Adolfo cada vez que se encuentran en el mismo espacio, porque mi esposo quiere que se largue y éste se niega y nadie sabe por qué.


—¿Adónde me llevas? –le pregunté al vampiro, después de bajar del auto y ser guiada por él, ya que tengo los ojos vendados.


Últimamente él y yo pasamos mucho tiempo juntos y eso le molesta a Adolfo, pero no me importa lo que él diga, me me siento muy cómoda con este vampiro cerca, aunque al principio me cayó un poco mal.


—Por más curiosidad que tengas no te vayas a quitar la venda de los ojos hasta que te diga ¿entendido? —me dijo cuando me ayudó a bajar un escalón y pies tocaron la suave arena.


—¿Por qué vinimos a la playa? —las frías manos de Vladimir son sustituidas por unas cálidas, que provocan que mis hormonas se descontrolen totalmente. —¿Qué haces aquí? Sabes que detesto tu presencia –Al padre de mi hijo se le escapó una pequeña risa. —¡¿De qué te ríes imbécil?!


Intenté quitarme la venda, para encararlo, pero él me jaló de las manos para que siguiera caminando pero ahora guiada por él.


—Todos lo que provenga de ti, sean insultos o palabras de amor, me parecen lo mejor del mundo –rodé los ojos por lo cursi que se estaba volviendo.


—Si cree que con tu palabrería barata me vas a conquistar esta muy equivocado; Daniela ya me hizo reaccionar, no debí perdonarte tan fácilmente por todo lo que me hiciste.


—Solo estoy dándole voz a lo que me dicta el corazón.


—¿Falta mucho? ¡Detesto dejar que me guíes! —comenté con amargura, para cambiar el tema —Aún no confío en ti, eres un mentiroso, un traidor, un infiel, un pedofilo, un adúltero, un perro literalmente, un, un un un.....  –el me calló con un beso en la boca, que no correspndi sino que mordi su labio inferior para obligarlo a apartarse.


—¡No seas tan tosca conmigo! –me reclamó y yo me reí sin humor.


—Uno da lo qué recibe y resulta qué tú solo me has herido —repuse. —Así que no exijas que sea amable contigo porque… –corte mis palabras cuando me cargó y corrió conmigo a cuestas. —¿Qué crees que estás haciendo?


—Apagando tu mal humor con un chapuzón —lo siguiente que sentí fue el golpe del agua cuando caí en ella.


El agua no estaba tan fría pero tampoco caliente y por la acción tan repentina terminé tragando agua salada y en vez de apagar mi rabia ésta se avivó más.


—¡VAS A PAGAR POR ESTO! —le grito en lo que salgo a la superficie y me quito con brusquedad la venda de los ojos. —¡CONSIDERATE… —no seguí con mi amenaza porque vi que a orillas del mar se encontraba un enorme piano que estaba siendo tocando por una mujer y al lado de ella se encontraban dos hombres y otra mujer; uno tocaba un violonchelo, el otro un violín y la última una guitarra acústica.


Mis ojos ubicaron a Adolfo que me estaba esperando en la orilla con una gruesa toalla azul marino. Comencé a caminar en su dirección, porque el agua me llegaba un poco más arriba de la cintura, y cuando llegué a su lado pude distinguir las hermosas notas de Before you go de Lewis Capaldi, que era interpretadas de una forma majestuosa por ese cuarteto.


—¿Qué es esto? —interrogue calmadamente porque la melodía era tan amena que llenaba la atmósfera de un ambiente de paz armonía.


—Es una ofrenda paz –me envolvió tiernamente con la toalla.


—¿Ofrenda de paz? —miré a mi alrededor y note que solo estábamos nosotros dos, a parte de los cuatro músicos y un sol poniente a mi espalda, que volvía todo más romántico.


—También como una pequeña muestra de agradecimiento —apartó cada uno de los cabellos que se habían adherido a mi rostro. —Por haberme hecho el hombre más feliz de esta tierra al otorgarme la oportunidad de estar a tu lado y… —posó su mano en mi vientre, provocando que una corriente surcara mi cuerpo —por darme la gran noticia de que voy a ser papá —juntó su frente con la mía. —Gracias por permitir que me acercara a ti y a nuestro cachorro.


*'Ni se te ocurra arruinar el momento'* —me advirtió Velika. —*'Deja que continúe, porque estuvo ensayando toda la noche y todo el día'* —el comentario me hizo sonreír y Adolfo interpretó ésto como luz verde para seguir hablando.


—Te prometo que ustedes dos serán a partir de ahora y para la eternidad mi prioridad, la luz de mi vida, mi motivo para ser mejor cada día, lo mejor que me pudo pasar –se alejó y pude ver la sinceridad en su mirada. —Los amo más que a mi propia vida –se arrodilló y depositó un beso en mi barriguita. —Nunca los volveré a dejar solos y desamparados –me abrazó por cintura. —De ahora en adelante seremos una familia feliz, te lo juro –mis ojos se llenaron de lágrimas, porque todas sus palabras lograron conmoverme. —¿Qué pasa? ¿no te gustó la sorpresa? –inquirió con tristeza al ponerse de pie y yo lo abracé fuertemente.


—Me encantó –solloce en su cálido pecho.


—¿Por qué lloras entonces?


—De la alegría, idiota —subí mis manos a su cuello para que se inclinara y yo pudiese tener acceso a su boca. —Te..ee... a.mo –él limpio tiernamente mis lágrimas y unió nuestros labios en un cálido y dulce beso.


—No más que yo belleza, no más que yo –murmuró contra mi boca y yo Sonreí como boba. Amaba cuando me decía "belleza" porque me hacia sentir especial.
 




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