Soy la mate del alfa

Cap 54 parte 3

.*Anna*.


Oscuridad y silencio total, era lo único que podía ver y oír, pero tanto mi cuerpo como mi mente estaban alerta.


—Anna, —escuché de repente una melodiosa voz que pronunciaba mi nombre lentamente. —Anna, despierta.


Mis ojos se abrieron de golpe, acatando la orden, y noté que me encontraba en la cascada donde conocí la forma lobuna de Adolfo, la misma cascada que salía en mis sueños constantemente.


—Acercate a mí —ordenó la misma voz. Yo me puse de pie y empecé a buscar el origen de la misma hasta que mis ojos cayeron en la enorme luna llena que se encontraba en el cielo.


—¿Eres tú la que me está hablando? —le pregunté y de repente desapareció frente a mis ojos, sin embargo todo a mi alrededor quedó iluminado gracias al resplandor que emanaba el agua de las cascada.


Mi mirada se dirigió a la fuente de ese fulgor y descubrir que era desprendido por una mujer de tez y cabello blanquecino.


—Por fin puedo estar de nuevo frente a ti, hija mía —dice la mujer e inmediatamente la reconocí. —Te has convertido en una hermosa mujer, estoy tan orgullosa de ti.


—Tú eras mi amiga imaginaria —Murmuré con un hilo de voz y ella esbozó una gran sonrisa.


—Soy mucho más que eso, mi pequeña —caminó por encima del agua hasta la orilla —y muero por darte un abrazo  —abrió grandemente sus brazos, pero yo no me moví de mi lugar causando que su sonrisa se borrara y su emoción se disipara. —Imagino que debes tener muchas dudas —bajó los brazos al comprender que no me acercaría. —Adelante, estoy dispuesta a contestar todas las que pueda.


¿Por qué yo había sido abandonada en un basurero? ¿Por qué ella me contaba historias cada noche cuando era niña? ¿Por qué siempre me acompañaba? ¿Por qué desapareció de mi vida? ¿Qué pasó con mi mamá? ¿Por qué tengo dos mates? ¿Por qué mi vida es un desastre? ¿Por qué no apareció antes?


Todas esas preguntas se arremolinaron en mi cabeza pero solo una logró convertirse en una pregunta.


—¿Quién eres tú?


—Soy Naia, la Diosa Luna —fruncí el ceño.


—¿Mi abuela?


—Tu abuela fue la Diosa Luna, en su momento, pero ahora vive feliz entre los mortales mientras yo, su hija, ocupo su lugar entre los Dioses —la observé con desconfianza al no comprender sus palabras.  —Por dónde podré empezar para que puedas entender todo —agregó al notar mi desconcierto.


—Supongo que por el principio ¿no? —ella asintió y se quedó pensativa por unos minutos, tiempo que yo aproveché para grabarme su rostro en mi memoria.


«Sus ojos son iguales a los míos, al igual que los rasgos de su rostro» —me digo a mí misma. Verla a ella era como ver un reflejo de mí misma, excepto por el color de piel y cabello.


—Al principio, en este planeta no había nada, era una tierra inhóspita y desierta, ya que los otros Dioses estaban muy ocupados tratando de crear vida en otros planetas muy lejos de aquí —centró su mirada en mí, como para asegurarse que le estaba prestando atención. —Mi madre pensó que por la ubicación de este planeta, en relación al sol, sería más sencillo crear vida aquí, pero solo 2 de los Dioses le hicieron caso y la ayudaron a convertir a la Tierra un lugar habitable.


—¿Cuáles son los Dioses que hablas? —pregunto.


—Para mí tiene otros nombres, pero los llamaré de la forma que tus los conoces; sol y oscuridad —se aclaró la garganta antes de continuar. —El Dios Sol, por ser el más poderoso, fue el primero en crear vida y a su creación la llamó "Hadas".


Al mencionar esa especie el nombre de la reina/sultana de las hadas, Amira Böhl, vino a mi mente.


—Los hizo a su imagen y semejanza, porque él quería que ellos lo ayudarán a convertir al planeta Tierra en un lugar habitable para otras especies, además de que iban a ser los encargados de proteger este mundo ante cualquier amenaza externas, y esa es la razón por la que varias hadas tienen poderes magníficos.


«Por ese motivo las hadas se creen superiores a las otras especies» —pensé al recordar la arrogancia ese tal Héctor Böhl.


—Las segundas criaturas fueron creadas con la colaboración de los tres Dioses, Sol, Luna y Oscuridad, y los llamaron animales, ya que se encargarían de poblar tanto los mares como la tierra.


—Los humanos también entran dentro de esa categoría ¿cierto? —ella asintió con la cabeza. —¿La teoría evolucionista es real entonces?


—Luego de años el Dios oscuridad —continuó, ignorando mi pregunta —en colaboración con la Diosa Luna, crearon a las sirenas y a los vampiros, para que los primeros protegieran los mares y los segundos la Tierra de los humanos, ya que vieron que de todos los animales, ellos eran los que evolucionaban más rápido y temían que destruyeran el maravilloso ecosistema que había creado.


Eso me demostró que el hombre desde tiempo inmemoriable solo ha sabido destruir lo que toca.


—Por muchos años éstas cuatro criaturas evolucionadas (humanos, sirenas, vampiros y hadas) coexistieron en armonía hasta que tu abuela, cuyo pasatiempo favorito era observar la forma de vida de los humanos, anheló tener a alguien que le hiciera compañía, un hijo específicamente, porque ella notó que las humanas, a pesar de tener una vida limitada y no poseer poderes, eran muy felices con sus hijos, a diferencia de ella que se la pasaba triste y se sentía abandonada por sus hermanos mayores, ya que éstos la ignoraban constantemente haciéndola a un lado de todos sus proyectos.


No pude evitar fruncir el ceño con esa revelación, porque para mí carecía de sentido, mi abuela era una Diosa, un ser omnipotente, no era lógico que se sintiera sola e infeliz, después de todo era la madre de todo, era venerada por todos los habitantes de la Tierra.




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