.*Daniela*.
Siento una mezcla de sentimientos que están a punto de acabar con mi cordura, porque me hacen sentir:
√Molestia conmigo misma, por haber aceptado venir a este lugar.
√Enojo, con Adam, por tenerme encerrada cual prisionera por culpa de sus celos enfermizos.
√Frustración, por no provocar que él quiera amarme.
√Furia, con la estúpida de Josefina, por quitarme lo que es mío.
√Depresión, porque todos los hombres de este lugar me huyen como si fuese la muerte.
√Tristeza, porque siempre he sido una mujer que mantiene sus emociones a raya, pero ahora no sé qué hacer con ellas.
«¿Por qué me tiene que pasar esto a mi?¿Por qué Adam prefiere a la insulsa de Josefina? ¿Acaso perdí mi toque? O ¿Ella tiene algo que yo no? ¿Acaso tiene cuatro ovarios, dos vaginas o qué?» —no puedo dejar de preguntarme mientras lloro como Magdalena en el rincón más apartado y desolado de esta mansión, el ático de la zona oeste.
—¿Por qué no puedo convencer a un hombre para que pase unas horas en mi cama? —balbuceo, después de darle un gran trago a la botella de vodka que robé del despacho del perro cobarde.
—¿Dani? —dice alguien justo antes de encender la luz.
—¡APAGA ESA MIERDA! —exclamó, cual vampiro expuesto al sol, porque no quiero que me vean hundida en mi miseria.
—¿Qué haces aquí, Dani? Y más importante aún ¿Por qué lloras? —me preguntó amablemente Iván luego de ignorar olímpicamente mi orden.
—¡Qué te importa! ¡Largo de aquí! —chillé escondiendo mi cara entre mis piernas.
—No me iré hasta que me digas qué haces aquí —escuché el sonido que hizo su cuerpo al dejarse caer en la alfombra junto a mi.
«Hasta que no le diga no me dejará sola» —medito unos segundos antes de responder.
—Vine a este lugar porque me dijeron que nadie paseaba por esta zona de la mansión.
«Espero que eso baste para que entienda que deseo estar sola».
—Comprendo la indirecta, pero no dejaré que una mujer se emborrache sola —levanto la cara y me topó directamente con esos ojos azules tan comunes y corrientes para mí, puesto que los tengo del mismo color.
—¿Por qué viniste para acá? —le pregunto mientras limpio mi rostro con el dorso de mi mano, ya que imagino que mi maquillaje, aunque es aprueba de agua, debe estar todo corrido por todo lo que he llorado.
—No sé si me creerás, pero tuve como una especie de impulso que me atrajo hasta aquí —dijo con simpleza, después de que se encogió de hombros, y no sé por qué ese gesto me dio más ganas de llorar.
Quizás porque me hizo sentir insignificante, puesto que por un momento creí que él me había seguido para follar conmigo.
—Comprobado, he perdido mi toque —lloriqueo luego de beber más vodka.
—¿Tu toque? —cuestiona sin comprender a lo que me refiero.
—¿Soy tan desagradable? —le pregunto directamente, porque solo un hombre puede sacarme de la duda.
«Aunque él y el vampiro parecieran pareja» —me digo a mí misma cuando recuerdo el día que los encontré con una guerra de cosquilla en la alfombra de la sala.
—¿Perdón? —habló confundido y yo rompo en llanto una vez más, al comprender que había perdido a mi ultima esperanza. —¿Dani, qué ocurre? Me estoy preocupando —dice luego de acunar mi rostro con sus suaves y delicadas manos.
«Sus manos son suaves como la seda, ni siquiera las mías son así. Además se preocupa por mi bienestar. Definitivamente es gay» —vuelvo a llorar desconsoladamente.
—Dani, no llores. Haré lo que quieras si logras calmarte un poco.
«El hecho de que sea gay no quiere decir que no me sirva para sacarme de dudas».
—¿Soy muy fea? —suelto la pregunta y él me mira con sorpresa.
—¿Por qué pregun... —lo interrumpo, porque uno de los efectos que provoca el alcohol en mi sistema es que me vuelvo más impaciente de lo normal.
—¡SOLO RESPONDE, MALDITA SEA! —ante mi estallido él levanta las manos en señal de paz.
—Eres una de las chicas más guapas que he visto en lo que llevo de vida, y puedes estar segura que he visto a muchaaaas mujeres —confiesa con un tono de voz bastante coqueto y eso causó que un gran sonrisa se esbozara en mis labios, al imaginar lo que podría hacer con él aquí mismo sino fuese del otro equipo.
«Creo que me subestí, soy más bonita de lo que pensaba» —me jacto, porque tengo que ser sumamente hermosa para que un gay hablé con tanta seguridad.
—Es una lastima que solo tú te des cuenta de eso —suelto un largo suspiro antes de darle otro trago a la botella.
—Te aseguro que no soy el único que admira tu belleza.
«Claro, él me observa porque siente envía, ya quisiera ser como yo» —pienso.
—Pero no se acercan a ti por temor a Adam, él amenazó con matar a todo el que te ponga un dedo encima.
—Lo hizo por mero egoísmo porque él solo me ignora —mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas, sin embargo no me importa sollozar delante del cuñado de mi prima.
—¿Eso es lo que te tiene triste? ¿Es por él que estás llorando? —preguntó acariciando mi cabeza.
—No precisamente —me sacudo la nariz con uno de los pañuelos que traje, para descongestionar un poco mis vías respiratorias. —Me siento molesta, furiosa, frustrada y triste porque no me conozco… —por un momento dude de seguir hablando, pero algo en la forma en la que Iván me observaba me desinhibió. —Yo siempre he sido una mujer que mantiene sus emociones a raya y que también está acostumbrada a tomar de la vida lo que quiere y a desechar lo que no le sirve y Adam me quitó ese poder.
—Él no te quitó nada, tú le diste el control, Daniela —centré toda mi atención en él. —Porque nadie puede quitarte el poder de tomar tus propias decisiones, tú eres la única capaz de controlar lo que te afecta y lo que no.