.*Iván*.
Nunca he subestimado mis habilidades de persuasión, pero hoy tengo que reconocer que me superé a mí mismo; convencí a Anna y a Josefina para organizar un baby shower; ya que solo falta un mes para que mi cosito junior nazca, y también las incité para que fueran a comprar hoy mismo todos los adornos necesarios. Además convencí a mi hermano de realizar un recorrido, por toda la manada, que seguramente le tomará toda la tarde, sin mencionar que insinúe que debería llevarse a Adam consigo y me dio la razón.
Ahora se preguntaran para qué hice todo esto ¿no?
Pues verán, hoy Daniela y yo cumplimos tres meses desde que nos convertimos en amantes y quiero celebrarlo junto a ella. Sé que por la relación que tenemos no debería hacer este tipo de cosas, pero me siento tan feliz, emocionado y eufórico cuando estoy a su lado que deseo pasar cada segundo con ella.
—Espero le guste —dije en voz alta después de encender la última vela aromática que coloqué en el suelo, para darle un toque de romanticismo a este viejo ático, mejor conocido como nuestro lugar para jugar y complacernos mutuamente.
*'¿Qué pasa si ella piensa que es demasiado y nos deja?'* —me cuestiona mi lobo, con mucha angustia.
Él al igual que yo tiene mucho miedo de asustar a Daniela con todo esto y perderla para siempre, porque ambos sabemos que esto que sentimos por ella es lo más parecido a tener una mate que conoceremos.
—Tranquilo, ya perdimos a aquella rubia de ojos azules, con esta no pasará lo mismo —le aseguro cuando a mi mente llegan los recuerdos de esa mujer que ame con todo mi corazón, mi mate.
*Flashback:
Para mí cumplir un año más o un cumpleaños menos no significa nada, puesto que he vivido mucho más de lo que un humano normal puede contar, pero mi cosito decidió que viniéramos de viaje a Londres, ¿por qué? No tengo idea, solo sé que Vladimir me aseguró que este cumpleaños iba a ser inovildable.
Reconozco que Londres es una ciudad muy bonita, pero no es de mis preferidas. Pero como quería pasar mi cumple lejos del amargado de mi hermano, tome el primer vuelo que encontré y ahora estoy caminando sin rumbo por sus frías, húmedas y transitadas calles.
—Quita esa cara —dice mi cosito luego de golpearme en el hombro.
—Sabes que esta ciudad no me gusta —bufo con molestia. —Este clima es deprimente. No entiendo por qué pensaste que celebrar mi cumpleaños aquí iba a ser buena idea.
—¿Recuerdas que mi papá puede hablar con la Diosa Luna? —me preguntó y yo solo asentí.
El padre de Vladimir era Juliano Vostok, emperador de los vampiros, y ellos por haber sido creados por la Diosa Luna y el Dios Oscuridad eran catalogados como las criaturas de las noche, por lo que durante las noches de luna llena podían hablar con la diosa madre.
Sin embargo, el único que conocía el rito para convocarla era emperador de las tinieblas, y éste solo le transmitía ese conocimiento al príncipe de las tinieblas, para que en el momento de su ascenso al trono se comunicará con la Diosa madre para conocer el porvenir de todos los hijos de la noche.
—Le pedí a mi padre que le preguntara a la Diosa madre por… —no seguí escuchando lo que me decía porque un delicioso aroma a frambuesas y jazmines capturó toda mi atención.
—¿Sientes ese olor? —le pregunto a Vladimir.
—El único olor que siento es el de aquella chica A+ y dejame decirte que huele delicioso —dice refiriéndose al tipo de sangre.
—Me das asco —lo miro feo, porque a pesar de llevar tantos años de amistad, no entiendo el por qué le gusta tanto la sangre humana. —No sé cómo soy amigo de un vampiro tan despreciable como tú —Él se ríe de mi comentario, porque sabe que nunca diría algo como eso enserio.
—Quizás porque en el fondo me amas con todo tu lobezno corazón —comenta pestañeado excesivamente. —¿O lo vas a negar? —Me quedo callado unos segundos, observando a las personas que estaban cerca de nosotros.
—Es cierto, cosito —salto a sus brazos como la propia chica y el me atrapa en el aire. —Te amo con todo mi lobezno corazón.
En lo que terminé de decir eso los transeúntes nos miraron como dos bichos raros y se fueron casi que corriendo, provocando que Vladimir y yo comenzáramos a reírnos estruendosamente.
—Quizás sea el olor de tu compañera —menciona en lo que nuestro ataque de risa cesa.
—¿Tu crees? —pregunto incrédulo, porque ya me había resignado a no encontrarla jamás.
—Estoy seguro de ello por dos cosas, la primera —enumera con los dedos —eres el único que siente el olor y segundo porque la Diosa Luna le dijo a mi padre que en está ciudad estaba tu mate —mis ojos se abren de la impresión.
—Estás bromeando ¿cierto? —él negó y mi cabeza se volvió un lío con todos los pensamientos que se me vinieron a la mente.
¿Será bonita? ¿Será una mujer loba? ¿Me aceptará como su pareja? ¿Tendrá mi sentido del humor? ¿Seremos felices juntos? ¿Tendremos cachorros? ¿Seremos buenos padre?
—Iván —con la mención de mi nombre caí de vuelta a la realidad —¿No piensas ir a buscarla? —cuestionó con el ceño fruncido.
—Tengo mucho miedo, Vlad —admito en voz alta.
—¿De qué? Ni que tu compañera te fuera a comer de una forma que no te vaya a gustar —ríe con malicia y yo lo golpeó en la espalda.
—Es de mi pareja de vida que estás hablando, más respeto —exijo y él se aclara la garganta.
—¿A qué le tienes miedo?
—A no ser suficiente para ella —confieso cabizbajo, porque ese es mi mayor temor.
—No seas tonto —me golpea el hombro. —Tu mate será muy afortunada de tenerte como pareja; eres el hombre más genial, increible, gracioso y leal que he conocido.