.*Adolfo*.
*'Despierta, despierta'* —escucho la voz de Velika en mi cabeza. —*'Ya viene'* —dice con un entusiasmo no propio de esta situación.
Por su insistencia hago un esfuerzo sobrehumano para abrir mis ojos y cuando lo logro un dolor, muy raro se instaló en mi vientre bajo, provocando que soltara un quejido que alertó a los guardias.
—El bello durmiente ya despertó, jefa —informó uno de ellos a través de un radio.
—No dejen que se vuelva a dormir —les ordenó esa voz femenina que conocía tan bien.
«¿Por qué entre todas las personas tenía que ser ella la responsable de esto?».
Unos segundos después se escuchó el sonido de unos tacones aproximándose.
—¿Dormiste bien? —preguntó como si de verdad le interesase.
Como pude, a pesar del dolor que apenas me dejaba respirar, levante la cabeza y escupi a sus pies.
—No seas cruel conmigo, esto te pasó por haberla preferido a ella antes que a mí —la miro, desde el suelo, con desprecio y decepción.
—Y lo volvería hacer mil.... —me calle porque uno de los guardias me apuñaló en la pierna.
Intente usar mi poder alpha para que me dejara tranquilo y atrapara a Sophie pero no movió ni un músculo.
—Ya te dije que con nosotros no sirve tu poder alpha, nosotros somos híbridos por lo que debes ganarte nuestro respeto o no tendrás nuestra lealtad —respondió a la pregunta que me rondaba en la cabeza desde que comenzaron a torturarme.
—Nuestro pequeño también es un híbrido —la voz de Sophie llama mi atención y más al notar que traía en sus brazos algo envuelto en una manta azul.
«Un bebé ¿Será mi hijo?» —me preguntó a mí mismo. —«No, no puede ser. Iván no permitiría que ella le pusiera un dedo encima a mi hijo. Además a Anna todavía no le toca a dar a luz». —Ese pensamiento me tranquilizó un poco.
Ella se percató de que no le quitaba la mirada de encima al bebé, así que se agachó y le apartó la mantita, de la cara para que lo pudiese ver bien.
—Se llama Tobias y se parece mucho a su padre —comenta con emoción.
Yo me siento con dificultad, apoyandome en la pared, y escaneo detenidamente los rasgos del bebé: una pequeña nariz, labios finos, cabello negro como la noche y unos enormes y expresivos ojos color miel.
—¿No es hermoso nuestro hijo? —intenta acariciar mi mejilla pero la aparto bruscamente.
—Ese niño no es mío —espeto con más dureza de la que esperaba.
—¡CLARO QUE LO ES! —grita histérica. —¿No ves sus hermosos ojos azules, son iguales a los tuyos?
*'Creo que esta tiene un serio problema de daltonismo'* —comenta mi lobo.
—O su cabello amarillo como sol.
*'Esto ya no es un problema de daltonismo, ella necesita lentes con urgencia'* —añade en tono burlón.
—¿Acaso no ves que se parece a ti? Es tu vivo retrato.
*'Definitivo… la perdimos, está completamente loca'* —en ese momento me di cuenta de la locura que reflejaban los ojos de Sophia.
«Es bueno saber, que a pesar de la situación en la que nos encontramos, tú sigas con tu buen sentido del humor».
*'Iván es una magnifica influencia'* —no puedo evitar que se me escapara una sonrisa, porque más de una vez le dije a Velika que debió ser el lobo de Iván, porque ambos se llevarían de maravilla. —*'Pero hablando en serio, deberías decirle algo a la loca para ver si nos deja marchar, después de todo está obsesionada contigo'*.
—Sophia, si de verdad me amas como dices, por favor dejame ir —dije siguiendo el consejo de mi lobo. Ella me miró a los ojos. —Te doy mi palabra de que si me liberas te perdonaré la vida y dejaré que tanto tú como tu hijo vivan felices en el lugar que desees —ella frunce el ceño como considerando mi propuesta y sé que necesito decirle algo más para convencerla. —Ya eres madre, Sophia, ya no debes pensar solo en ti ¿no te gustaría rehacer tu vida lejos de aquí junto al padre de tu hijo... —me interrumpió.
—¡TÚ ERES SU PADRE! —gritó tan fuerte que el bebé comenzó a llorar.
*'La cagaste, debiste llevarle la corriente'* —dijo Velika.
—¡CÁLLATE! —le grito Sophia al niño y de no ser por mí, que le agarré los brazos, habría dejado que el cachorro cayera al suelo.
—Sophia, calmate podrías lastimar al niño —le hago saber.
—Ahora si te interesas por él —bufo con ironía. —Pero hace unos instantes negaste tu paternidad.
—Ese bebé no tiene la culpa de... —otra vez el dolor me hizo gritar y ella me miró fijamente con el ceño fruncido.
—¿Qué tienes? —me pregunta con demasiado interés.
Antes de que pudiese decir algo comienzo a sudar frío, mi pulso se incrementa y me veo obligado a respirar por la boca, porque mi respiración se volvió intermitente.
—Estás muy pálido —añade justo cuando el dolor se volvió insoportable: ya que sentía como si me estuviesen desprendiendo la cadera.
*'Aguanta el dolor, nena, porque de lo contrario la vas a cagar más'*.
«No entiendo a qué te refieres» —le digo mientras Sophia continua observándome con detenimiento.
*'Si en verdad quieres a tu mujer y al cachorro, que viene en camino, es mejor que te calles y aguantes el dolor como los machos'* —Un quijido más fuerte, que los demás, escapa de mi garganta.
—No lo puedo creer —dijo con asombro y de repente puso al pequeño en el suelo y se fue corriendo.
*'Grandisimo idiota, ahora ya lo sabe'*.
«¿Saber qué?».
*'¡Que Anna está cerca de aquí y en trabajo de parto!'* —dijo como si fuese evidente.
«¡Qué! Pero si todavía no le tocaba».
*'Se le adelantó por tu culpa'* —me reclamó.