Soy la mate del alfa

Cap 62 parte 1


+*Vladimir*+


Han transcurrido 4.320 minutos desde que llegamos a la mansión, es decir 72 horas desde que Iván está inconsciente; por culpa del enfrentamiento que tuvo con los híbridos. Y en estos 3 días la salud de Anna no ha mejorado (ni siquiera con mi ayuda). Cada día que pasa la notó más pálida, más débil, más frágil y eso me preocupa muchísimo, porque en verdad quiero que mi damita crezca al lado de su madre.


—¡Adam! —Él en lo que me vio entrar en la cocina quiso escabullirse. —Te ordeno en nombre de tu Luna que vengas acá —al decir eso se detuvo y vino a mí, pero antes de hacerlo maldijo por lo bajo (creyendo que yo no lo iba a oír).

 

La estruendosa risa de mi abuelo llegó hasta mis oídos y eso aumentó mi enojo.


-°Estos chuchos son unos verdaderos idiotas °- —comentó muy animado. Giré mi cabeza hacia la encimera y allí estaba sentado, como si  estuviese esperando que le sirvieran el desayuno.


Estaba tan desesperado por ayudar a Anna que convoque al espíritu de mi abuelo para que me orientara en mi proceder, pero más que una ayuda ha resultado ser toda una molestia.


—¿Qué quieres? —preguntó Adam de mala gana, sin percatarse de la presencia de mi abuelo.


-° Tranquilo que solo tú puedes verme y oírme, después de todo soy solo un fantasma°-. —Aclaro una de mis dudas.


—¿Qué noticias nuevas hay? —le preguntó con tono autoritario.


—Ya logramos encontrar todas las entradas del búnker, donde tienen a Adolfo, gracias a las coordenadas proporcionadas por Thor.


No vayan a creer que me refiero al Thor de las películas de Marvel, yo estoy hablando de un híbrido llamado Thomas, que por tener el cabello amarillo y los ojos azules se cree el Dios Nórdico.


—Pero todavía no sabemos cómo entrar —termina y yo asiento con la cabeza para luego buscar el pedazo de hoja, que arranqué de uno de los tantos libros que mi abuelo hizo que leyera durante toda la noche.


—Toma —le tiendo el papel.


—¿Qué es esto? —inquiere agarrando la hoja.


—Allí está la fotografía de una extraña flor que deberás buscar —le ordené y él me miró molesto.


Según mi abuelo esa flor será capaz de restituirle las energías a Anna y la mantendrá con vida hasta que Adolfo regrese.


—¡Tú no eres nadie para darme ordenes! —gruñó arrugando el papel con sus manos, cosa que me enojó puesto que no tenemos tiempo que perder, la vida de Anna pende de un hilo.


—Te recuerdo que la Luna Superlativa me dejó a cargo hasta que su salud mejore o Iván despierte, lo que ocurra primero —el fantasma de mi abuelo se volvió a reír ante mi explicación.


-°Te va a costar mucho que estos chuchos te obedezcan. En cambio a tu esposa le bastara una sonrisa o una mirada intimidante para que cada vampiro de la tierra la acepte°.


«Abuelo, el hecho de que te convocara no te da el derecho de opinar sobre todo» —pienso para que solo él pueda oírme.


-°Tú querías mi ayuda, para ayudar a la madre de tu futura novia, así que atente a las consecuencia°- —dijo encogiéndose de hombros.


—¿Dónde encuentro la flor? ¿Cómo es? —preguntó con los dientes apretados.


«Como se nota que odia la idea de que yo le diga que hacer».


—Es plateada, pero sus hojas parecen de cristal y se encuentra en la cima de la montaña de la muerte.


—¡QUÉ! ¡ESTÁS LOCO! Yo no voy a ir allí a buscar una estúpida flor.


—Esa estúpida flor podría salvar la vida de tu Luna —él me observó cauteloso, como debatiéndose entre creerme o no. —Si fuera por mí jamás mandara a un estúpido chucho hacer el trabajo de un vampiro, pero resulta que si me voy Anna moriría en un par de horas —su expresión se suavizó.


—Iré —aseguró antes de soltar un gran suspiro. —Solo te pido una cosa —miró a todos lados para asegurarse que estuviésemos solos. —Si me llega a pasar algo, no desampares a Daniela y a su hijo.


«¿Dijo su hijo? ¿Acaso el bebé no es de él?» —me pregunto, ya que hasta donde tengo entendido él anunció hace unos días que iba a ser papá.


—Y dile que me perdone por todo, no sé en qué estaba pensando para hacer lo que le hice.


No sabía de lo que estaba hablando pero no tenía tiempo para averiguar lo que sucedía.


—Te doy mi palabra —prometí. —Pero trata de regresar con vida o la pequeña quedará huérfana de padre y madre —él asintió con la cabeza.


Vi intención de decir algo más pero como Margaret entró a la cocina se mantuvo en silencio.


—Vladimir —me llamó y sonaba muy agitada. —Mi niña desea verte para tú sabes qué.


Maldije por lo bajo.


—¿Aún sigue con lo mismo? —ella asiente. —¡Pero que mujer tan terca! —exclamó yendo directamente a su habitación.


Anna no ha dejado de insistirme para que sirva de conductor de energía, porque Thomas o Thor, como prefiere que le llamen, le dijo que si quería ayudar a Adolfo, debía darle parte de su energía para que las cadenas, que lo tenían inmovilizado, se rompieran y tuviera una oportunidad de escapar.


*Flashbacks:


—Vlad, encargate de que mi hija sepa cuanto la ame y por favor cuida bien de ella —murmuró Anna entregándome a mi damita. —Quiero que se llame V... —no siguió porque el llanto de apoderó de ella.


—¿Por qué lloras? —le pregunté mientras limpiaba una de sus mejillas.


—Vlad, me siento muy mal.


—Eso es muy normal, has sangrado demasiado y tienes mucha fiebre.


—No es solo eso, siento como si mi vida poco a poco se me escapara de las manos, y me duele pensar en que no tendré el privilegio de ver crecer a mi niña.


—¡Claro que la verás! ¿Quién crees que me dará mi merecido cada vez que le haga bulliying? —logré mi cometido al sacarle una pequeña sonrisa con mi comentario. —¿Cuál será el nombre de mi damita? —pregunto para cambiar de tema.




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