Soy la mate del alfa

Cap 63

.*Anna*.


Antes de perder el conocimiento lo último que vi fue el rostro de Vladimir y lo último que oí fue: "Lucha por quedarte, mira que debes vivir por mi damita". Después de eso todo se volvió oscuridad y sentí como si me hubiesen arrojado a un agujero, en donde el aire era frío, electrizante y tenía un fuerte olor a azufre.


Luego de que éste extraño viento me enfriara hasta los huesos, mi cuerpo se hundió en un agua helada y viscosa. Mi primera reacción fue salir a la superficie, para poder tomar oxígeno, y cuando mi cabeza quedo fuera del agua inhale profundamente. Sin embargo, fue peor el remedio que la enfermedad, ya que sentí como mis vías respiratorias era quemadas por ese aire, lo que produjo que tosiera varias veces intentando menguar esa horrible sensación.


Después de unos minutos mis pulmones se acostumbraron al ardor y pude abrir mis ojos, no obstante no pude ver nada; no había ni un punto de luz que iluminara éste lugar y eso me atemorizó un poco.


«¿Así es el infierno?» —pensé por el particular olor.


—Esto no es ni el cielo ni el infierno —dice esa voz que tanto desprecio.


—¿Qué coño haces aquí? —pregunto sin dejar de patalear, para mantenerme flotando, pero por la viscosidad del agua eso resultaba difícil.


—Esa no es la manera de hablarle a tu verdadera madre —me reprende.


—Tú no eres mi madre —escupo con rencor.


—No se puede tapar el sol con un dedo, querida hija. Por más que lo niegues ambas compartimos la misma sangre.


—¡Tú y yo no somos nada! —grito y siento como mis piernas comienzan a congelarse por lo helada que está el agua. —Desde el mismo momento en que me abandonaste perdiste el título de madre, ya que madre es la que cría no la que engendra.


—Yo no te abandone, siempre he estado cuidando de ti.


—Hiciste un gran trabajo, te felicito —digo con ironía y siento como mis brazos se entumecen. —Porque me cuidaste tan bien que sufrí de maltratos físicos y psicológicos durante 18 años por parte de un miserable... —no pude seguir porque todos los malos recuerdos vinieron a mí:


La muerte de Tatiana. Mi violación. La muerte de Claudia. Mi accidente. Todo lo que sufrí por culpa de Adolfo. Los engaños, las mentiras e intrigas.


Niego con la cabeza repetidas veces para alejar esos recuerdos de mí, pero eso no fue suficiente para mantener controlados mis sentimientos porque las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos y a deslizarse por mis mejillas. Pero algo curioso pasó cusndo la primera cayó en el agua; ésta se iluminó, por unos segundos, con una luz plateada que me permitió notar que me encontraba en una especie de pozo.


—No se te olvide que ese miserable es tu verdadero padre —dijo y recordar ese hecho me dio asco. —Lástima que se vino a enterar de ese detalle tiempo después, cuando Octavio lo buscó para vengarse por lo que te hizo.


Otra vez ese maldito nombre. Yo no conocía a ese tal Octavio Kozlov pero lo odiaba con todo mi ser, porque por su culpa Adolfo fue secuestrado, por poco matan a mi hija y tuve que sacrificarme para poder salvar al lobo dueño de mi corazón.


—En vez de sentir desprecio por él deberías quererlo porque él también se encargó de cuidar de ti.


Esa revelación me dejó atónita, ¿cómo que Octavio Kozlov cuidó de mí?


—Claro, en ese momento él no sabía que te convertirías en la mate del Alfa Superlativo, para él solo eras mi hija.


«Otro más que me buscó solo por interés» —pienso pero decidí no darle mucha importancia al asunto ya que sabía que Naia estaba diciendo eso para aumentar mi curiosidad. Así que preferí quedarme con la intrigaba y no seguir hablando con ella, ya que ni siquiera se merece que yo diga su nombre.


—No fue por eso que cuidó de ti —dijo refiriéndose a mi pensamiento. —¿Quieres que te diga por qué lo hizo? ¿Por qué Octavio se ocupó de ti por un tiempo? Él…

 
—Ya no sigas con eso porque terminaremos discutiendo y la verdad me siento muy débil —digo para cortarla, porque cada vez sentía mi cuerpo más pesado, como si mi peso se hubiese cuadriplicado.


—Es muy normal que los humano se sienta agotados en este lugar —dice y yo comienzo a hundirme. —Si dejas de luchar contra el agua morirás —añade tranquilamente, como si no le importará la muerte de su hija. Yo por el contrarió me asuste tanto que volví a patalear para mantenerme a flote.


—Creí que...


—Que habías muerto —terminó la frase por mí. —Gracias al príncipe de los vampiros viniste a parar en la delgada línea entre la vida y la muerte.


—¿Qu.é? No..entiendo… nada ¿cóm.o que gracias a Vladimir? —mis dientes empiezan a castañar.


—Él te dio una infusión de una flor única en su especie y que sólo nace una día de la unionis lunar et solis.


«Eso quiere decir "unión entre la Luna y el Sol"» —traduzco en mi mente.


—¿Te refi..er.es a un e.cl.ipse? —tartamudeo por el gran frío que tengo.


—Así es —guardó silencio por unos segundos. —Tú al igual que la flor naciste durante un eclipse, por lo que gracias a ellas piedes msntemer una delgada conexión con tu cuerpo terrenal —Al terminar de escuchar eso me hundo un poco, porque por el frío tan insoportable que estoy sintiendo los movimientos de mis brazos y piernas disminuyeron. —¿Te rendirás tan fácilmente? ¿Acaso no quieres salir de aquí?


—Te.ngo mu.ch.o fr..ío —digo castañando los dientes. —Ade..má.s no..sé có.mo sali.r..


—Para la mayoría de los mortales sólo existe una manera de salir, morir en el fondo de estas aguas. Pero para ti existen dos: La primera es morir y ser juzgada de acuerdo a la pureza de tu alma.


Había leído sobre eso en diferentes textos regiliosos y en ellos decían que el castigo para las almas crueles y despiadadas era peor que la muerte, pero no sé por qué no tenía miedo de ser juzgada.




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