Soy la mate del alfa

Cap 64

.*Narrador omnisciente*.


Un meses después...


Los días fueron pasando y las cosas poco a poco tomaron su curso:


Iván se recuperó por completo y decidió posponer su viaje, hasta nuevo aviso, ya que quería pasar más tiempo con su bella sobrina; esa pequeña niña le había robado el corazón y había despertado su instinto paternal.


Josefina había intentado acercarse a Brad pero el humano lo que hacía era rehuirle, porque sentía que si la dejaba entrar una vez más a su corazón saldría lastimado. Así que la loba decidió que tendría paciencia con él; le daría su espacio y buscaría la manera de entablar solo una amistad con su mate, al menos por el momento.


Anna pudo hablar con Naia y ella le explicó todas las condiciones para que pudiera permanecer en la Tierra, alguna de ellas eran: mantener cerca a Luis y Adolfo, porque solo así podría tener toda su energías y sería más poderosa. Guardar varios secretos que le habían sido compartidos. Aprender a manejar sus nuevas habilidades, entre otras cosas.


Al principio Adolfo y Luis luchaban por la atención de Anna, ya que al no poseer marca podría estar con cualquiera de los dos. Pero Luis en lo que se dio cuenta que los sentimientos de Anna no habían cambiado dejó de insistir y las peleas que tenía con Adolfo cada vez se asemejaban más a batallas fraternales.


Adolfo y Anna no cabían en tanta felicidad, al fin estaban juntos y aprendiendo como ser unos buenos padres. Pero la pequeña Victoria no se las ponía fácil. Era una chiquilla inquieta, glotona y que no quería dormir durante la noche, porque le gustaba ver y reírse con la luna. El alfa muchas veces se quedaba profundamente dormido mientras Anna se mantenía despierta con la niña. En esos momentos ella aprovechaba de hablar con Vladimir, sobre todas las inquietudes que atormentaban su cabeza, porque él era el único que tenía casi el mismo conocimiento que ella.


Después de su transformación, Anna veía el futuro en sus sueños y se sentía mal por no poder hacer algo para detener las horribles cosas que se avecinaban, y lo que más le frustraba era el no poder contarle a nadie, ni siquiera a Adolfo, lo que le ocurría. Vladimir, por ser el futuro emperador de los vampiros también tenía esa habilidad, de ver el futuro en sus sueños, pero a diferencia de ella ya había aprendido a vivir con la culpa de callarse cierta cosas.


Se preguntarán el por qué Anna y Vladimir solo se podían ver en la madrugada ¿no? La respuesta es sencilla, Adolfo no soportaba ver al vampiro al lado de su mujer o su hija, e Iván también le había advertido que se mantuviese alejado de su cuñada, sin embargo le ayudaba a ver a la pequeña Victoria, por supuesto él no sabía que su mejor amigo era el mate de su sobrina, pero los constantes cuidados y atenciones que tenía el vampiro con la bebé despertaban las sospechas del lobo.


En cuanto a Vladimir, le importaba cada vez le importaba menos que todos supieran que Victoria era su alma gemela, puesto que estaba completamente hipnotizado, cautivado y enamorado de su damita.


«No puedo más, hoy que se cumple un mes del nacimiento de mi damita, les diré a todos durante el desayuno que Victoria es mi alma gemela » —fue el plan del vampiro desde que amaneció, por eso en lo que Iván entró en el comedor, donde se encontraban todos, sintió un gran alivio.


—Llego la diva de la casa, así que todo el mundo apartese de mi camino —saludó muy entusiasmado Iván, algo raro en él, puesto que desde que había despertado del coma evitaba tener que compartir la mesa con Adam y Daniela.


—Creí que no bajarías a desayunar, igual que ayer —dice Brad al verlo sentarse frente a él.


—Hoy mi cosito tiene algo importante que decirnos. Además, tengo mucha hambre —responde tranquilamente. —Es más tengo tanta hambre que me comería una manada de elefantes.


—Debo suponer que te encuentras mejor de las nauseas —comenta el Alfa tomando un poco de café.


Adolfo sabía que ese síntoma era producto del embarazo de Daniela, pero debía morderse la lengua para mantener el secreto.


«Por favor hermano, date cuenta por ti mismo» —pensó.


—Sipi —contesta como niño pequeño. —Ya me siento mucho mejor gracias a mi cosi —añade pestañando excesivamente, mientras mira a Vladimir. —¿Verdad que él sería un sexy médico vampiro? —todos en la mesa se rieron al notar que Iván había recuperado el buen humor que lo caracterizaba.


No obstante, Vladimir, Margaret, Anna y Adolfo sabían que Iván estaba fingiendo esa alegría, porque en realidad estaba destrozado al ver a Daniela junto a Adam.


—Ese apetito tan inconstante es muy extraño —agrega con picardía Brad. —No será que la cigüeña trae un regalo para ti y aún no lo sabes —hace un ademán de una barriga con sus brazos y Daniela se atragantó con su jugo.


—¿Estás bien? —le preguntó Fina cuando el ataque de tos cesó.


—Sí —contestó, sin atreverse a mirar a Iván o podrían descubrirla.


—¿Qué vas a querer desayunar, mi niño? —pregunta Margaret para cambiar de tema.


—¡Hey! Creí que tu niño era yo —se quejó Adolfo e Iván rodó los ojos.


—Cuñis, —llamó la atención de Anna —no vuelvas a salir embarazada, por favor.


Esa petición sorprendió a Anna, porque Iván le había dicho hace menos de una semana que quería otro sobrino pronto.


—¿Por qué me pides eso? —preguntó con curiosidad.


—Porque ya han pasado un mes desde que diste a luz y a él todavía le están afectado las hormonas ¿Te imaginas cómo se pondrá si vuelves a quedar embarazada? —negó con la cabeza y fingió que un escalofrío le recorrió el cuerpo. El gesto fue tan gracioso que ,incluso Adolfo se rió.


—Familia —Adam se puso de pie.


Él ya estaba harto de que Iván siempre fuese el centro de atención. Desde que se hicieron amigos él ha sido opacado, ya sea por el carisma que tiene Iván, su dinero, posición, alegría, físico… pero lo que más hería su orgullo era que él le quitase el amor de su mate.




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