...*Días después del cumpleaños número 5 de Victoria*...
.*Anna*.
Creí que sería difícil explicar la situación que rodeaba el futuro de Victoria, porque pensé que no entenderían, pero fue todo lo contrario; Brad, Adam, Fina, Luis, Adolfo, Daniela y Margaret fueron muy comprensivos y no nos culparon a Vlad y a mí por guardarnos semejante secreto.
A diferencia de mi cuñado, él sí está muy enojado y resentido con nosotros, especialmente con Vladimir, porque según él: “entre cositos no existen los secretos”, y Vlad tuvo que contarle que Victoria era su alma gemela.
«“Esos dos parecen perror y gatos y yo voy a hacer algo para remediar ese asunto ”» —fue lo que dijo Daniela anoche, porque al igual que los demás está harta de las peleas absurdas de esos dos.
Para remediar la situación organizó una noche entre de amigos, con la finalidad de que esos Vlad e Iván limaran asperezas, y por ese motivo todos iremos a un bar-karaoke a pasarla bien.
—¿Crees que sea buena idea dejar a todos los niños al cuidado de Margaret? —le pregunto a mi esposo, mientras termino de aplicarme labial. —No estoy segura que los pueda controlar a todos. Sabes como es Victoria. Y Daniela aseguró que Ian, Lore y James son muy inquietos. —Mi mirada viaja hasta Adolfo, que está colocándose una chaqueta jean. —Te imaginas a esos cuatros juntos.
Al decir eso lo primero que se me vino la mente fue la casa en llamas.
—Mejor me quedo para ayud... —Adolfo me silencio con un dulce beso, que correspondi gustosamente.
Nunca me cansaría de los besos de mi alfa, su boca era tan adictiva que cada vez me hacia desearle más.
—Tranquila, mi nana tiene mucho carácter, podrá con ellos —me asegura.
—Pero... —Me volvió a besar.
—Confía en ella —se alejó de mí y su redondo trasero quedo a mi vista.
—Ese pantalón te marca deliciosamente el culo —él se voltea y me dedica una mirada de sorpresa.
—Creo que tu prima es muy mala influencia —comenta en tono burlón.
—Yo creo que es todo lo contrario —me levanto de la silla y lo agarro por la chaqueta, para acercarlo a mí. —Y te lo puedo demostrar ahora mismo —susurro encima de sus labios.
—Anna, no podemos llegar tarde —trata de alejarse de mí, pero no se lo permito.
Una de las cosaa que más me gusta de ser una diosa es que soy más poderosa y fuerte que Adolfo, por lo tanto se me hace fácil dominarlo.
—Ahora soy yo la que tiene el control —Me jacto y él lo que hace es reírse.
—Anna, nos están esperan…
—Podemos llegar un poco tarde… —le susurro en el oído, con la intención de seducirlo.
Poco a poco voy dejando una hilera de besos mojados en su cuello y al escuchar varios gruñidos salir de su boca sonrío, porque no falta mucho para que caiga bajo mis encantos.
—¡Priiiii! —cuando escuchp la voz de Daniela me detengo.
—Fuiste salvado por la campana, pero de regreso nadie te salvará —le advierto y Adolfo se parte de la risa.
—Últimamente estás más agresiva de lo normal. —Ese comentario provoca que una duda se instale en mi mente.
«La última vez que estuve más agresiva de lo normal fue cuando Victoria venía en camino» —reflexiono. —«¿Será posible qué… —Dejé el pensamiento a la mitad porque me acordé que tengo un poco más de un mes sin menstruar. —«¡Cómo pude ser tan descuidada! Es demasiado pronto para estar embaraza». —Me regañó a mí misma.
—¿En qué piensas? —Adolfo interrumpe el rumbo de mis pensamientos. —De repente te quedaste muda y te pusiste más pálida.
Otra de las cosas por las que me gusta de ser Diosa es que Adolfo ya no puede entrar en mi mente y eso me da cierta ventaja sobre él, porque yo sí puedo entrar en la de él si quiero.
—Adolfo, tengo un retra...
—¡BASTARDO, SI NO SALES AHORA MISMO ME VOY A ENOJAR! —gritó Daniela de nuevo y cuando comenzó a golpear la puerta sin cesar Adolfo palideció.
—Vamos antes de que se ponga de mal humor —dijo muy nervioso.
—¿Le tienes miedo a Daniela? —inquiero, enmarcando una ceja.
—Mucho, más que a ti —confesó y yo comencé a reírme de lo cobarde que podía llegar a ser mi esposo.
—No la hagamos esperar más.
Sin decir más nada salimos de la recámara y nos topamos con Daniela e Iván.
—Ya era hora —comentó ella cruzada de brazos.
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(...)
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Durante todo el trayecto en el auto Daniela se la pasó hablando de cuanto nos divertiremos. Iván no mencionó absolutamente nada, ya que él no quería venir, Daniela lo obligó. Adolfo y yo tampoco dijimo nada, pero como mi prima habla más que una radio encendido no hubo silencios incómodos.
—¿Qué raro que Vlad no a llegado? —Comentó Josefina, cuando ya llevábamos una hora en el bar.
—¿Crees que le haya pasado algo malo? —dijo Daniela.
Al parecer yo era la única que sabía que el vampiro había llegado hace rato y que nos estaba observando desde la distancia, sin embargo no he dicho nada porque si él había ocultado su olor, para que Adolfo, Iván, Josefina y Adam, no lo detectaran era por algo.
—¿Iván, deberías llamarlo? —propuso Fina y él se hizo el sordo. —Iván, te estoy hablando.
—Iré al baño —informó mi cuñado, antes de desaparecer en medio de la gente. Pero todos supimos que esa era la excusa para no responderle a Josefina.
—Él todavía no quiere saber nada de lo que tenga que ver con Vladimir —explica mi prima.
—Le pegó mucho el engaño del vampiro —acotó Brad.
—Sí, porque cada vez dice que jamás podrá perdonarle su traición.