.*Adolfo*.
Desde que Anna nos confesó que Victoria era la pareja de Vladimir, y que su vida corría peligro si Octavio Kozlov lo descubría, no he tenido paz. Me la paso día y noche investigando, patrullando y atando cabos que me puedan llevar hasta el paradero de desgraciado ese. Porque el día que encontré a mi mate juré que nunca más alguien dañaría a mi familia, por ese motivo no descansaré hasta aniquilar a ese infeliz.
—Si fuera un asesino, me dejarías el trabajo muy fácil —habló Iván cuando estuvo frente a mi escritorio.
—Vete, no tengo tiempo para ti —espete sin despegue la vista de la computadora, porque no pensaba admitir que estaba tan sumido en mi trabajo que no me percaté en que momento mi hermano entró en mi despacho.
—Ni para nadie —ese comentario me hizo levantar la mirada y enfocar a mi hermano. —¿En serio volveremos a lo de antes, Adolfo? —preguntó con los brazos en la cintura y el ceño fruncido.
—¿A qué te refieres?
—A ti encerrado, en estás cuatro paredes, aislado de tu familiares —dice como si fuese obvio.
—Lo estoy haciendo para proteger a mi...
—No sé cómo mi cuñis puede ser tan comprensiva contigo —me interrumpio. —Porque ella, al igual que mi sobrina extraña a su papá, debe extrañar a su esposo.
—Iván, yo...
—¡Nada, Adolfo! —me volvió a cortar. —Estando aquí —abrió los brazos, para abarcar todo mi despacho —perdiendote de momentos maravillosos con tu mujer y tu hija.
Guardo silencio y desvío la mirada a mis manos, porque no sé qué decirle.
—Te has preguntado ¿Qué pasará si Octavio logra su cometido? —hizo una pausa, como esperando una respuesta de mi parte. —Te aseguro que te arrepentirás el resto de tu vida por no haber compartido con tu hija; por no jugar fútbol y ver películas hasta la madrugada con ella.
—No había pensado en eso —murmuro avergonzado.
—Por eso he venido a decírtelo, me duele que te pierdas momentos invaluables con tu familia.
—Tienes razón, hermano —me levanto de mi silla y rodeo la mesa. —Gracias por abrirme los ojos —añadó después demabrazarlo fuertemente.
—¿Me abrazaste por tu propia voluntad? —dijo incrédulo.
—Sí.
—Será que mi cuñada… —Se cayó abruptamente, pero una gran sonrisa se extendió en su rostro. —¿Ese abrazo quiere decir que contaremos con tu presencia para esta noche? —interroga divertido.
—¿Qué hay esta noche? —mi hermano puso los ojos como dos huevos fritos.
—¡LO OLVIDASTE! —exclamó estupefacto.
—¿Qué fue lo que olvide? —cuestiono inocentemente.
—¡EL CUMPLEAÑOS DE MI CUÑIS! —su grito fue tan potente que me aturdió el tímpano.
—¡Joder! —me golpee la frente con la mano. —Tengo que ir a la ciudad, debo comprarle un regalo.
—Anna no te va a perdonar que hayas olvidado una fecha tan importante —dijo en tono cantarín.
—¿Ahora qué voy hacer, Iván? —pregunto desesperado, al pasar una y otra vez mi manos por mi cabello.
—Solo hay una cosa que hará que ella te perdone —él esbozó una sonrisa de guasón.
«Porqué será que presiento que no será algo bueno».
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—Estás muy pálido, cosi de mi cosi —bromea el estúpido de Vladimir. —¿Acaso estás nervioso? ¿Temes que a Anna no le guste el baile?
—No digas blasfemias, cosi. Es imposible que no le vaya a gustar, es una combinación de pasos kpop con pasos discos.
—Iván, no me siento muy bien —un horrible mareo provocó que me tambaleara.
—Adolfo, mi cuñis te enviara a la hoguera, por haber olvidado su cumpleaños, a menos que hagas esto —me recuerda mi hermano.
—Es solo que... —unas ganas de vomitar me inundaron.
—¿Qué tienes? —pregunta Vlad con mucho interés.
—Estoy mareado y tengo muchas náuseas. —Iván y Vlad compartieron una mirada de complicidad y se comenzaron a reír. —¿Qué es tan gracioso? —el sonido de sus risas logró enfurecerme.
—No somos los indicados para decírtelo, pero creo que pronto lo sabrás —mi hermano me guiñó el ojo.
—¿Qué quieren decir con...
—¡Ya es hora! —comunica Brad muy entusiasmado. —Las chicas ya están listas.
—Iré a hacer una presentación adecuada —Informó Vlad antes de desaparecer de mi vista.
*'¿Estás seguro de que lo podrás hacer?'* —me pregunta Velika.
«No» —Reconozco.
*'Yo te puedo ayudar'*.
«¿Cómo?».
*'Dejame tomar el control de tu cuerpo'*.
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.*Anna*.
Vlad e Iván me organizaron una bonita fiesta de cumpleaños, en verdad no pensaba celebrarlo, porque estaba centrada en tratar de evitar que el destino de mi hija se cumpliera, pero ellos insistieron tanto que no me quedó de otra que aceptar.
—Te gustaría que el perro cobarde estuviera aquí ¿cierto? —me pregunta Daniela de repente.
—Para que te digo que no —esbozo una triste sonrisa.
Desde que el cumpleaños número cinco de Victoria, Adolfo comenzó a alejarse cada vez más y más de mí, y eso me duele profundamente. Sin embargo, no le reprocho nada porque lo entiendo, yo también estoy haciendo todo lo que se me permite hacer para evitar que nuestra hija muera.
—Voy a entrar a su despacho y a traerlo arrastras hasta aquí. —Anuncia, poniéndose de pie.
—No, pri —la tomo del brazo. —Él está tratando de localizar a Octavio y esa es la mayor prioridad.
—Pero...
—No hay perros que valga —la interrumpi.
—Él ya tiene un mes que no pasa tiempo de calidad contigo y Viki.
—Daniela, en verdad no importa. —Intento tranquilizarla.