Soy la Muerte

Parte 1

— No puedes ser — pensó la mujer asustada por lo que descubrió al ver la información que daban en la televisión.

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Un año atrás, la mujer rubia de piel clara, y ojos azules como el cielo, despertó sin saber nada de sí, ni de dónde venía, había despertado en una llanura donde no había nadie, ni señales de casas o alguna construcción humana, tenía puesta una bata muy ancha, atada en la espalda.

— Ayuda ¿No hay nadie? ¿Qué me pasó? ¿Estuve en un accidente? ¿Internada en un hospital? ALGUIEN QUE ME AYUDE.

Su voz se puso ronca de tanta gritar, pero nadie le contestó. Por suerte después de un par de horas de caminar encontró una pequeña ciudad, con suerte habría 1.000 habitantes.

— Ya no puedo más ¿Hay alguien en casa? — golpeó una puerta con sus últimas fuerzas.

— Espere por Dios, no puedo caminar como cuando era joven — cuando abrió la puerta quedó paralizada — ¿QUÉ TE PASÓ PEQUEÑA?

— No lo sé.

— Pasa cariño, no te quedes allí.

Adentro le dio ropa y comida.

— ¿Seguro que estás bien?

— Físicamente sí, pero no recuerdo nada de mi pasado, no sé quién soy... — empezó a llorar — por favor ¿Podría dejarme pasar la noche? Prometo irme mañana, ya no la molestaré más.

— Por supuesto querida.

La alojó en la habitación que había sido de su hija, cuando su única descendiente se casó se fue a la gran ciudad, con una y otra escusa ya no la iba a visitar.

— Qué suerte que mi niña dejo algo de ropa, a ti te queda de maravilla.

— Gracias señora... — recién cayó en cuenta que no sabía el nombre de su benefactora.

— Soy Mary, dime abuela Mary.

— Gracias abuela Mary.

— Si quieres puedes quedarte hasta que descubras quien eres, hablaré con el sheriff...

Al escuchar eso la joven se aterró.

— Yo... yo... por favor, no le diga a nadie como llegue — empezó a tiritar.

La anciana se preocupó por la reacción, pero al mirar a los ojos a la desconocida no vio maldad, solo miedo.

— Esta bien, les diremos que eres una sobrina lejana mía, te llamarás...Magda ¿Te parece bien? — de todas maneras, no tengo nada que pueda robarme pensó, no parece una asesina o una loca... si me equivoco merezco lo que me pase por confiada.

— Es usted mi ángel guardián.

Como la mujer mayor era muy conocida en el lugar, logró conseguirle un trabajo en una escuela, haciendo aseo.

— El Director Johnson es muy estricto, pero amable, me pagará al contado, ya que le dije que tenía problemas con mi número de seguro social.

— Él me debe varios favores, además eres muy trabajadora, sé que te irá bien allí.

— Estoy muy contenta, como nunca antes.

— Teniendo en cuanta que no recuerdas tu pasado no sé si es halagador o no.

Ambas rieron y cenaron muy animadas.

Lamentablemente, veinte días después la anciana comenzó a presentar fiebre alta, al otro día le ocurrió lo mismo a varios estudiantes y profesores quienes luego de tres días murieron en el hospital murieron. Luego de 24 horas, todos los fallecidos "despertaron" como zombies.

— ¿Por qué no puede darme el certificado de defunción? Debo preparar los trámites para su funeral.

— Srta. Magda, su tía... no es como decirle... la Sra. Mary está...

En eso vio a la señora mayor aparecer en bata, sus ojos estaban apagados, tratando de morder a los enfermeros que querían detenerla.

— Esto no puede ser — Magda se tapó la boca sin saber que decir o hacer.

— Le avisamos a su hija de su fallecimiento, pero ella y su familia están en Paris, no llegarán hasta dos o tres días más, pero en estas condiciones...

— Debe avisarle lo que exactamente pasa a su hija... digo a mi prima...

Esa tarde los militares tomaron el control del lugar, nadie podía entrar ni salir, cuando el contagio fue generalizado, los sanos se juntaron en una sede de la Iglesia local y se escabulleron por un túnel secreto que se usó en la guerra civil para la fuga de esclavos.

La muchacha, junto con las otras personas corrió por el campo, vio como mataban a varios por no detenerse, incluso ella recibió un disparo en el corazón, a pesar de eso, unas horas después volvió en sí, estaba tirada en una fosa común, bajo varios cadáveres, tapada con algo de tierra. A pesar del miedo que tuvo, logró controlarse, cuando llegó la noche salió sigilosa del lugar, robó una camiseta que no tuviera agujeros de bala, le lavó en el río junto con su ropa, para no llamar la atención al seguir su camino.

Unos días después salió del bosque, logró que un hombre la llevará en su auto, cuatro horas después llegó a otra ciudad, allí comenzó a trabajar de aseadora en un hotel, casi al mes, de nuevo empezó el contagio, apenas supo de las personas con fiebre, Magda huyó, sabía que pronto enviarían al ejército y la masacre que vivió se repetiría. Lamentablemente así fue, ya que, si no eran asesinados por los del gobierno, morían por el virus.

Seis meses después los investigadores del gobierno dieron una conferencia de prensa, para dar a conocer un gran hallazgo.

— ¿Están seguros? — consultó un periodista, se decía tantas cosas sobre la epidemia de "muertos vivientes", que ya nadie sabía que pensar.

— Totalmente seguros, los afectados no contagian a las demás personas a pesar que los muerdan o arañen, es otro el agente que produce la muerte del cerebro, deja solo la corteza que mantiene los instintos más básicos, como comer y dormir, devoran cualquier cosa para lograr la sensación de llenado en su estómago, desde madera, género, plantas, animales, o personas. Nuestra prioridad ahora es identificar el agente de contagio, solicitamos a todos no viajar, ni salir de su casa a no ser que sea muy imprescindible, y con todos los resguardos posibles.

Mientras tanto la jovencita seguía su peregrinar, asustada, ya que donde iba se producía el problema de salud.



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En el texto hay: muerte, pandemia

Editado: 22.12.2023

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