Soy la número 2 [saga Arévalo #4]

Capítulo 2

- ¿Detective? -ahora si creía lo que Gloria había mencionado, no me extrañaría que Gastón se hubiera metido en problemas.

- ¿Cómo te sientes?-

- Bien, no te molestes en llevarme, tomare el autobús por aquí - intenté bajarme pero tenía enllavadas las puertas, él se quedó con los brazos cruzados viéndome como yo insistía en abrir.

- Creo, no te has dado cuenta que no puedes abrir - entrecerré los ojos.

- Sigo insistiendo para que abras - él enarcó una ceja y sin decir nada, puso el auto en marcha.

- ¿Dónde me llevas? - me miró de reojo y permaneció en silencio.

Me crucé de brazos e iba enfurruñada en todo el camino, pero iba alerta viendo todas partes, fruncí el ceño, estábamos acercándonos a mi casa pero yo no le había dado la dirección...olvidé que era detective, era un hecho que mi padre sé había metido en problemas.

- ¿Buscas a mi padre? - él no contestó.

Cuando llegamos a la casa que necesitaba una buena pintada, él se estacionó y sólo se quedó viendo hacia el frente, me crucé de brazos.

- Necesito bajar - desenllavo las puertas y abrí la puerta aliviada pero mi alivio no duro mucho cuando me percaté que él también se bajó —Gracias por el aventón y por ayudarme con el ladrón - di dos pasos hacia mi casa.

- ¿Me puedes invitar a un café? Es lo menos que merezco por ayudarte.

No quería que entrará lo más seguro andaba husmeando.

- Lo lamento pero se nos acabó el café y el azúcar, mi hermana tiene que ir de compras - él me sonrió y se acercó, me miró a los ojos y tocó la punta de mi nariz.

- Pinocho - sonrió - Jicieron las compras ayer.

- ¿Nos has estado siguiendo? Sea lo que sea que hizo Gastón, no tiene nada que ver con nosotros.

- Si estoy por aquí, no es por tu padre.

- ¿Elena? - me giré y mi madre estaba en el porche, mirándonos curiosa.

- Mamá, ya entró - Maximiliano, miró a mi madre y luego se le acercó, suspiré y lo seguí.

- Mucho gustó Sra... - entrecerré los ojos, sabía que él ya conocía el nombre de mamá.

- Andrea Clark

- Es un placer Sra. Andrea -le lanzó la sonrisa más galante a mi madre, puse mis brazos en jarra una sonrisa y ya tenía a mi madre rendida a sus pies.

- ¿Y usted es? - mi madre tenía una gran sonrisa.

- Maximiliano Arévalo, acabo de ayudar a su hija de un robo - abrí la boca sorprendida, él sabía que mi madre quedaría agradecida y lo invitaría a pasar.

- Elena, ¿estás bien? -mi madre me examinó y se tranquilizó cuando vio que no tenía ningún golpe.

- Si mamá, no pasó a más gracias al Sr. Arévalo, él ya se iba - empuje a madre pero él fue más rápido.

- De hecho le comentaba a Elena que me gustaría tomar un café, para estar seguro que el ataque que le dio en el camino no volverá a pasar.

Me di un golpe en la frente.

-¿Ataque? Dios mío Elena, pasa Maximiliano, que detalle más lindo estar pendiente de Elena.

Lo miré mal y el sólo me sonrió, le saque la lengua, cuando el entró con mamá, lástima que no me vio.

Sus ojos recorrieron la sala, reparo en la foto que mi madre tenía sobre el estante de los libros, éramos las tres, sin pena se acercó y tomó el marco en sus manos.

- Que bebés más lindos, ¿quiénes son?

- Mis hijas - mi madre se le acercó y miraba la foto junto a él - Ella es mi hija Eloise.

- ¿Vive con usted? - mamá asintió.

- Eloise es ayudante de chef - me mordí los labios, si estaba tras de Gastón, podría querer usarnos como señuelo.

- Ella es Elena, ya la conoces y sabes que es peluquera -él me dirigió una sonrisa de infarto, ¿porque tenía que ser guapo?

- ¿Y ella? - mi madre se quedó callada mirando la foto, levantó el rostro y sus ojos estaban aguados.

- Ella es Elizabeth -pasó su dorso por sus ojos.

- ¿Pasa algo?

- Ella desapareció siendo una bebé -él puso la foto en su lugar.

- ¿Cómo desapareció? - se cruzó de brazos.

- La raptaron de su cunita- las lágrimas salieron abundantes.

El frunció el ceño y nos miraba a ambas.

- ¿Saben quién la robo?

Ambas negamos.

- Tengo casi 27 años buscando a mi hija, el detective que contratamos, nunca nos ha dado una pista, mi corazón de madre me dice que mi hija está viva.

- Lamento haberle hecho recordar este momento triste, debo irme. - puso su mano en el hombro de mi madre y se giró.

Fruncí el ceño, insistió tanto en entrar y se iba así por así, lo seguí hasta la puerta.

-Espera - él abrió la puerta y salió al porche.

-No querías que entrará ahora no me dejas ir - levantó una ceja.

- Algo no está bien aquí, tenías tanto interés en entrar y te vas sin decir nada, ¿qué ocultas Maximiliano? - él se me acercó y me miró a los ojos.

- La verdad

-¿Cuál verdad?

- La de tu hermana Elizabeth- abrí los ojos sorprendida.

- No entiendo.

- Yo conozco una historia muy diferente de tu hermana, muy distinta a la de ustedes.

-¿Has visto a Elizabeth? -el negó.

- No, pero si a la persona que me contrato para averiguar la verdad.

Lo miré a los ojos.

—Por favor, si sabes algo de ella dímelo, ¡es mi hermana!

Él me sonrió con frialdad.

- Lo único que te puedo decir es que descubriré cual es la verdad en esta historia - se giró pero se detuvo y me miró - Ella se llama Lena.

 


 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.